Al revisar la vida de Arístides Rojas destaca la versatilidad de este venezolano apasionado por la palabra y la ciencia. Y es que este ilustre caraqueño fue escritor y periodista, pero también se desempeñó como médico, naturalista, filósofo, historiador e incluso lexicógrafo aficionado.
Su dedicación a la literatura y a los valores culturales nacionales lo llevó a convertirse en uno de los escritores más reconocidos del siglo XIX. Esa misma versatilidad le hizo abarcar temas disimiles: historia, costumbrismo, literatura, naturaleza, geología, sismología, estadística y muchos otros. Sus artículos llegaron a varios diarios y revistas de la época, además escribió libros entre los cuales destacan “Leyendas históricas de Venezuela y Orígenes venezolanos”, así como “Ensayo de un diccionario de vocablos indígenas de uso frecuente en Venezuela”.

El amor de Arístides Rojas por aprender cosas nuevas lo llevó a relacionarse con personas enfocadas en el conocimiento y el legado a las generaciones futuras, como José María Vargas, quien fue su mentor en medicina. Perfeccionó sus conocimientos científicos en Estados Unidos y Francia. También mejoró su desempeño en las letras en Puerto Rico mientras pasaba la Guerra Federal en el país.

Su vida personal estuvo marcada por tristes episodios. A un año de casarse con Emilia Ugarte, ella muere al dar a luz a la primogénita de la pareja, quien también falleció horas más tarde. Sin embargo, este talentoso venezolano siguió con sus proyectos e ideas, convirtiéndose en una de las personalidades más influyentes para la época dejando un legado aún presente. El 04 de marzo de 1864, este insigne venezolano fallece a la edad de 68 años de edad. Sus restos descansan en el Panteón Nacional desde el 21 de septiembre de 1983.
La vida de Arístides Rojas

Pintura de Arturo Michelena El desván del anticuario, 1893. Captura a Arístides Rojas con su colección de objetos. Colección Fundación Boulton.
Arístides Belisario Rojas Espaillat era hijo de una familia de dominicanos acomodada que llegó a Venezuela en 1822, huyendo de los desórdenes que generó la invasión haitiana del territorio: José María Rojas Ramos y Dolores Espaillat. Su padre se desempeñó como administrador de la aduana de La Guaira, concejal y diputado al Congreso Nacional.
Estudió en el Colegio Independencia, donde tuvo entre sus compañeros a los hijos de José Antonio Páez y de Antonio Leocadio Guzmán, y como maestro a Fermín Toro. También contribuyen a la educación de Arístides Rojas, Santos Michelena, Juan Manuel Cajigal y José María Vargas, asiduos participantes de las tertulias del Almacén Rojas, librería y centro editorial fundado en Caracas por su padre en 1838.
A los 18 años inicia sus estudios de filosofía en la Universidad Central de Venezuela (UCV). Ya a esa edad aparecen bajo seudónimo sus primeros artículos sobre aspectos costumbristas y nacionalistas, así como adaptaciones y traducciones del francés. En 1846 entra a estudiar medicina graduándose en 1852, a los 26 años. Comenzó a ejercer como médico rural en Escuque y Betijoque en el estado Trujillo. Debido a la muerte de su padre, víctima de la epidemia de cólera que azotaba a la capital, regresa a Caracas en 1855. Se encarga entonces de la Editorial Rojas Hermanos y, con su hermano Marco Aurelio, publica una serie de estudios sobre ciencias de la naturaleza.
Dos años después, en 1857, sale hacia Estados Unidos y Francia donde perfecciona sus estudios en los campos de las ciencias naturales y médicas mediante numerosos cursos y seminarios, al tiempo que consultaba variada bibliografía especializada aún no conocida en el país, interesándose de manera especial en la obra de Alejandro de Humboldt. Deseaba regresar a Venezuela, pero los acontecimientos de la Guerra Federal lo obligan a radicarse en Puerto Rico, donde ejerce su profesión de médico, estudia y escribe.
Padre de la divulgación científica

Arístides Rojas es llamado el padre de la divulgación científica en Venezuela, pues en 1864 cuando regresa al país, comienza, bajo la influencia de los escritores franceses, a trabajar en el concepto de unir la ciencia y la literatura, publicando “El rayo azul en la naturaleza y en la historia” en 1868. Proporciona a la aridez de los temas científicos un lenguaje poético otorgándola a la imagen una función estética y espiritual. Ya se había convertido en una de las principales figuras de la intelectualidad venezolana de la época, y gracias a su patrimonio familiar se podía dedicar al cultivo de las ciencias y de las letras.
Además, figura como miembro fundador y vicepresidente de la Sociedad de Ciencias Físicas y Naturales presidida por el alemán Adolfo Ernst (1867), difusor de las teorías darwinianas, a pesar de que su propia fe cristiana no le permitía compartir totalmente sus ideas.
Junto a Manuel Díaz, publica “Apuntes para el repertorio de plantas útiles de Venezuela” (1866), mediante el cual promueve la creación de herbarios y jardines en el país. También escribe sobre sismología, describiendo los movimientos de la cordillera Central y definiendo sus variaciones en altura, a partir de las mediciones de Humboldt. Actualiza la Geografía de Venezuela de Agustín Codazzi y la adapta para niños (1870).
En 1892, con Adolfo Ernst y otros colegas, prepara el material que conforma el pabellón de Venezuela en la Exposición Universal de Chicago, enviando muestras botánicas y objetos de uso tradicional, históricos y de arte. El folleto de la exhibición contiene varios artículos de Rojas sobre Venezuela y sus recursos.
Entre sus obras destaca también el estudio de “La Cueva del Guácharo”, publicado por primera vez por la revista caraqueña La Tertulia en 1875, reimprimiéndose posteriormente en 1879, 1924 y 1942.
Pasión por la palabra, la cultura y la historia

Su quehacer en el campo literario incluye la fundación de la Sociedad de Bibliografía Americana. Así como la publicación de artículos costumbristas bajo los seudónimos de Bibliófilo, Camilo de la Tour o Provincial, y poesía bajo el seudónimo de E. D Aubry.
A mediados de la década de 1870, después de enviudar de Emilia Ugarte, Arístides Rojas abandona el ejercicio de la profesión médica y se encierra a escribir, rodeado de sus libros, obras de arte, antigüedades, numismática, heráldica, objetos indígenas y orquídeas. De 1875 hasta 1882, dirige las ediciones anuales del célebre Almanaque para todos editado por la empresa Rojas Hermanos. Realiza esporádicas excursiones de naturalista a los alrededores de Caracas. Publica, en 1876, “Un libro en prosa: miscelánea de literatura, ciencia e historia”, prologado por el poeta José Antonio Calcaño, en el cual recopila parte de sus trabajos como escritor realizados previamente para revistas y periódicos.
La Universidad Central de Venezuela le otorga la medalla de oro en atención a su obra “El elemento vasco en la historia de Venezuela” (1874) y la Academia de Ciencias Sociales, por otra parte, premia, en 1878, su obra “Estudios indígenas contribución a la historia antigua de Venezuela». Declina el sillón que se le ofrece en la recién fundada Academia Nacional de la Historia, en 1889, para dejarle el honor a otros.
Un año después acepta un contrato con el Gobierno para dedicarse, mediante el pago de una pensión de 1.000 bolívares mensuales, a terminar y ordenar sus libros de historia para que el Estado los edite. Pero sólo se publica, en 1891, el primer tomo de “Estudios históricos, orígenes venezolanos”.
Tras las voces indígenas
Consideraba al conocimiento científico de las civilizaciones indígenas como el preámbulo necesario de todo estudio histórico de la nacionalidad, lo que constituyó el punto de partida de muchos de sus escritos.

En este sentido, Arístides Rojas desarrolló un importante trabajo filológico orientado a la recuperación de las voces indígenas presentes en el español de Venezuela. A comienzos del decenio de 1880, culminó y publicó “Ensayo de un diccionario de vocablos indígenas de uso frecuente en Venezuela” y, posteriormente, “Cien vocablos indígenas de sitios”.
Adicionalmente, Arístides Belisario Rojas Espaillat, se dedicó a escribir sobre temas históricos como el texto Estudios Indígenas. Contribución a la historia antigua de Venezuela, publicado en 1878.

Debido a sus intereses en los temas indígenas y arqueológicos, el escritor fue poseedor de una importante colección de objetos indígenas, destacándose en las placas pectorales, procedentes de diversas cuevas en los Andes.
Inmortal legado

A la edad de 68 años, este incansable investigador de la historia, la naturaleza y las letras y divulgador de la cultura venezolana, falleció en Caracas en 1864, dejando una gran huella en los intelectuales de la época, muchos de los cuales continuaron su obra sobre la historia venezolana.
Tras su fallecimiento, Arístides Rojas dejó inédita su obra Folklore venezolano (publicada en 1967), así como los demás tomos contratados por el Estado de su obra histórica. Con motivo del cincuentenario de su muerte se publica una bibliografía de sus obras, elaborada por Pedro Grases para la Biblioteca Nacional en 1944.
Hoy muchos de sus escritos perduran para contarle a los venezolanos y al mundo entero diversos aspectos históricos, patrimoniales y naturales del país que tanto amó.
Con información de Biblioteca Virtual de Filología Española, Biblioteca de la Fundación Empresas Polar y Venezolanos Ilustres
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