La búsqueda de las raíces afirmativas, positivas y optimistas para fortalecer nuestra conciencia colectiva, nuestro carácter nacional como él lo refiere en sus escritos, fue una constante en la vida de Augusto Mijares. Educador, escritor e historiador venezolano nacido en Villa de Cura, estado Aragua, el 12 de noviembre de 1897.
Asumió con pasión y empeño la misión de encontrar, en nuestra historia, sucesos, testimonios, personajes, reflexiones, que evidencian nuestra dimensión moral, espiritual, cultural e intelectual y mantener vivo lo afirmativo venezolano como un faro de luz perpetua que guía la construcción del porvenir.
“Si de nuestra historia no sacamos ninguna lección dinámica, no hay por qué suponer que la encontraremos en otra parte”, escribió Mijares en el capítulo dedicado a Vicente Lecuna en Lo afirmativo venezolano y otros ensayos, obra publicada por primera vez en 1963.
Frente a los sembradores de cenizas
Desde todos los espacios confrontó a los sembradores de cenizas, como denominó a quienes diseminaron visiones oscuras y negadoras sobre la esencia del pueblo venezolano. Dice Augusto Mijares:
“No resisto la necesidad de recordar cuánto empeño se ha puesto en deprimir el carácter nacional con juicios sobre nuestro pueblo tan superficiales y tan duros como los que se aplican a los niños (…) Los sembradores de ceniza le vienen repitiendo, desde hace un siglo, que es anárquico, que es indolente, que es corrompido, que merece todas las desdichas”.
Va más allá cuando precisa que “aceptamos ingenuamente que el venezolano que reniega de los venezolanos está por encima de todos; como un paradigma de capacidad y honradez”.
En la presentación de Lo afirmativo venezolano, Mijares explica que desde su adolescencia pensaba en un libro que llevara ese título y en 1940, en su ensayo Los sembradores de cenizas, advierte la imperiosa necesidad de escribirlo “como antítesis a los que se empeñan en regar esterilidad sobre el suelo de la Patria”.
Sobre lo afirmativo venezolano Augusto Mijares puntualiza: “(…) Explorar, valorizar y defender esa dimensión espiritual de Venezuela es tan importante como cuidar de su integridad material. O más”.
Maestro siempre
Su hija, Silvia Mijares, en un ensayo que escribió como parte de una compilación de escritos sobre Augusto Mijares, en ocasión del centenario de su nacimiento, afirma que “su mayor orgullo fue su condición de maestro, ésta se encontraba por encima de cualquier otra de las posiciones que alcanzó (…) Su percepción y actuación en la vida la hacía desde la perspectiva de maestro”.
Como padre y abuelo, Mijares supo abrir las mentes de sus hijos y nietos mayores con “variadas experiencias, a disfrutar de un bello atardecer, a apreciar en toda su magnitud la grandeza del mar, a conocer los colores del Ávila en cada época del año. Puso a volar nuestra imaginación con las aventuras de Odiseo y Homero, con El Libro de las Tierras Vírgenes, y con la narración de nuestra historia sembró un gran amor por Venezuela y un gran respeto por su gente”.
Su trayectoria
Su vocación por la docencia se manifestó en su temprana juventud, a los 17 años impartía clases en la Escuela Andrés Bello al tiempo que estudiaba derecho en la Universidad Central de Venezuela (UCV), de donde egresó como abogado en 1921.
Posteriormente, en 1938, se graduó como profesor Geografía e Historia en el Instituto Pedagógico de Caracas, institución educativa que contribuyó a fundar, al igual que la Escuela de Filosofía y Letras de la UCV.
Aunque en 1927 divulga su primer ensayo histórico, La patria de los venezolanos en 1750, no será hasta 1936 cuando se publica La interpretación pesimista de la sociología Hispanoamericana, el primer trabajo histórico de largo alcance.
Sus ideas sobre la educación como formadora de virtudes quedan plasmadas en los programas de enseñanza correspondiente a los niveles de primaria, secundaria, normal urbana y rural, realizados desde la Comisión Técnica Especial, creada en 1944.
Augusto Mijares consideraba que a través de la educación se debía lograr la formación integral del individuo y fuese capaz de dar respuesta a las necesidades económicas, sociales y políticas que el país requiera.
Se desempeñó, entre 1946 y 1949, como director de Educación Secundaria, Superior y Especial del Ministerio de Educación. En 1949 asume la titularidad de esa cartera.
Como ministro de Educación promovió la creación de escuelas técnicas y rurales en todo el país, diseño y aplicación de políticas para al mejoramiento y capacitación de los docentes, la creación de la revista Tricolor dirigida a los niños.
Luego asumiría la dirección Archivo General, hoy Archivo General de la Nación. Fue embajador de Venezuela en México, Guatemala, Costa Rica, Honduras, El Salvador, Nicaragua y España.
Premio Nacional de Literatura en 1955 por su obra La Luz y el espejo. Se incorpora como individuo de Número de las academias de Historia (1947), Ciencias Políticas y Sociales (1960) y de la Lengua (1971).
Además de las ya referidas, entre sus múltiples obras destacan: Hombres e ideas de América; Ideología de la Revolución Emancipadora y El Libertador, traducida a varios idiomas y muy valorada por destacar al Bolívar político y reformador social.
Falleció en Caracas, el 29 de junio de 1979.
Augusto Mijares en la mirada de otros
“Mijares encuentra en nuestra vida pública numerosos y concordantes testimonios de la fe del venezolano en un ideal moral, sostenido a través de todas las vicisitudes. Si algo hemos sido es un pueblo que nunca se ha resignado a la injusticia, ni ha hecho paces con la indignidad (…) sin negar todo el drama doloroso, pero también grandioso, de nuestra historia, presenta el resplandeciente expediente de las virtudes cívicas venezolanas, el respeto a los principios, el amor a la justicia, la condenación de la fuerza, el culto a la magnanimidad, las grandes voces alzadas para el bien que están guardadas como el mejor de los tesoros en el corazón (…) Más que tras del caballo de los caudillos, nuestras gentes se fueron detrás de las palabras de justicia y de igualdad (…)”. Arturo Uslar Pietri. Escritor, abogado y político.
“(…) A diferencia del Quijote manchego, el Quijote Mijares, se lanzó a lo que creyó ser su misión, no porque se le hubiese secado el seso de tanto leer novelas de caballería, sino a la inversa, porque su lúcido seso le hizo ver que en la historiografía hispanoamericana muchos intérpretes –unos por apresurados y otros por interesados o pocos reflexivos- habían querido presentar como gigantes lo que no eran más que simples “molinos de viento” (…). Miguel Hurtado Leña. Historiador, docente e investigador. Universidad Central de Venezuela.
(1) Mijares de L. (1999). Augusto Mijares: El maestro, en Cuadernos de Educación N°2, UCAB.
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Gracias Haiman El Troudi por traernos esta hermosa historia de este, ¡Maestro inmenso! Hay que hacer homenajes póstumos a su figura y divulgar oficialmente su inmensa obra.
Gracias, Haiman El Troudi por traernos esta semblanza de la hermosa obra de este maestro inmenso Augusto Mijares, de «Lo afirmativo venezolano» Hay que hacer homenajes póstumos a su figura y divulgar oficialmente su inmensa obra.