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¿Cómo sumarse a la restauración del planeta?

por Haiman El Troudi
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A propósito del Día Mundial del Ambiente, este año la Organización de Naciones Unidas (ONU) ha invitado a toda la gran familia humana a sumarse a la restauración del planeta.  La convocatoria es hoy más oportuna que nunca, ante el riesgo que corren los ecosistemas del mundo debido a la crisis creada por los modelos insostenibles de producción y consumo que han generado contaminación y conducido al cambio climático, pérdida de naturaleza y biodiversidad.

Más de una quinta parte de la superficie terrestre, unos 2.000 millones de hectáreas, está degradada y unos 3.200 millones de personas, el 40%, de la población mundial, sufren las consecuencias. Además, 55 millones de personas se ven directamente afectadas por las sequías cada año, lo que las convierte en un grave peligro para el ganado y los cultivos.

Si no se hace frente a la degradación de las tierras esta crisis provocaría una reducción de la productividad alimentaria mundial en un 12%, lo que a su vez causaría una vertiginosa subida de los precios de los alimentos de hasta el 30% en 2040.

Todos los que vivimos ahora formamos parte de la primera generación que es testigo de los efectos devastadores de la degradación ambiental. Podríamos ser la última esperanza del planeta para cambiar el rumbo, así que debemos actuar ya. Aquí van algunas orientaciones para contribuir a restaurar nuestro hogar.

Día Mundial del Medio Ambiente

El Día Mundial del Medio Ambiente 2024 se centró en la restauración del planeta, la contención de la desertificación y el fortalecimiento de la resiliencia a la sequía, bajo el lema «Nuestras tierras. Nuestro futuro”.

Desde 1973, la fecha es usada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) para concienciar sobre problemas ecológicos críticos, desde el cambio climático hasta la contaminación por químicos. Cada año moviliza a cientos de millones de personas dispuestas a tomar medidas para proteger el planeta. Pero las acciones no pueden reducirse a un solo día.

El proceso de recuperación de los espacios naturales, llamado restauración de los ecosistemas, hoy es más necesario que nunca y muchos países se están dando cuenta de ello. Entre 765 millones y 1.000 millones de hectáreas de tierras en todo el mundo están destinadas a actividades de restauración. Casi la mitad de la superficie por restaurar se encuentra en África subsahariana y existen múltiples compromisos significativos en Asia y América Latina.

De acuerdo a la base de datos de los compromisos de restauración global, PBL Netherlands Environmental Assessment Agency, en Venezuela hay 364.545 hectáreas comprometidas para ser restauradas.

La restauración del planeta

Los países están evidenciando que las actividades de restauración son eficaces y se han comprometido a colaborar con el Decenio de las Naciones Unidas sobre la Restauración de los Ecosistemas, un movimiento mundial para recuperar los espacios naturales deteriorados.

Las pioneras Iniciativas Emblemáticas de Restauración Mundial evidencian el aporte de beneficios medioambientales, como el aumento de la productividad, la retención de carbono y la conservación de la biodiversidad. Restaurar 1.000 millones de hectáreas de tierras degradadas en todo el mundo contribuirá en gran medida a alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, revertir la pérdida de naturaleza y frenar el cambio climático.

El Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal, pacto histórico firmado en 2022 para proteger la naturaleza, refleja el compromiso adquirido por los países para garantizar que antes de 2030 al menos el 30% de los ecosistemas terrestres, marinos, costeros y de aguas continentales que hayan sufrido degradación, estarán en fase de restauración efectiva.

No es posible retroceder en el tiempo, pero sí podemos cultivar bosques, reverdecer nuestras ciudades, recolectar agua de lluvia y nutrirnos con alimentos que no dañen los suelos para asegurar la restauración del planeta.

El sector agrícola

Al menos 2.000 millones de personas dependen del sector agrícola, sobre todo las poblaciones pobres y rurales. Pero, los sistemas alimentarios actuales además de insostenibles son uno de los principales motores de la degradación de las tierras. La reforma del financiamiento de la agricultura es una de las formas de hacer más sostenibles los sistemas alimentarios.

Asimismo, los gobiernos y el sector financiero pueden promover la agricultura regenerativa; reorientar subvenciones agrícolas, forestales y pesqueras hacia prácticas sostenibles; así como las explotaciones agrícolas a pequeña escala; garantizar un acceso más equitativo a tierras, agua, créditos y los mercados, e invertir en investigación y desarrollo.

Por otra parte, las empresas pueden desarrollar variedades de cultivos resilientes a las condiciones climáticas y otras medidas de adaptación para ayudar a los agricultores a mitigar los efectos de la sequía y el cambio climático, combinando la sabiduría tradicional de los pueblos Indígenas con los avances científicos, además de reducir el uso de fertilizantes e insecticidas para asegurar la restauración del planeta.

Instituciones y personas también pueden utilizar alimentos sostenibles y reducir el desperdicio; compartir conocimientos sobre alimentos sostenibles y prácticas culinarias; practicar la agricultura; apoyar únicamente a las marcas de materiales sostenibles; comprar alimentos que no perjudiquen al suelo, de origen regional y de temporada.

Recuperar los suelos

El suelo, el hábitat más biodiverso del planeta, alberga cerca del 60% de todas las especies del mundo y produce, directa o indirectamente, el 95% de los alimentos. Un suelo sano constituye el mayor reservorio de carbono terrestre y desempeña un papel vital en la mitigación del cambio climático, al reducir las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

Sin embargo, cada cinco segundos se erosiona una superficie de suelo equivalente a un campo de fútbol, debido al exceso de cultivos, pastos y a la tala de árboles. Se necesitan 1.000 años para generar 3 centímetros de tierra vegetal, la capa más superficial del suelo. Para ello hay que apoyar la agricultura ecológica que utilice pocos o ningún producto químico sintético; fomentar una agricultura que no perjudique al suelo e invertir en la gestión y conservación sostenibles de las tierras para proteger la infraestructura natural de los cursos de agua.

En este sentido, las empresas agrícolas pueden cultivar el suelo sin necesidad de técnicas de laboreo para mantener una cubierta orgánica permanente o semipermanente; añadir compostaje y materiales orgánicos al suelo para mejorar su fertilidad, retención de agua y actividad microbiana, así como instalar técnicas como el riego por goteo o el acolchado para ayudar a mantener los niveles de humedad y prevenir el estrés por sequía.

Para sumarse a la restauración del planeta, las instituciones pueden fomentar conocimientos, habilidades y capacidades para participar de manera eficaz en la recuperación de tierras. Pero, además, cualquier persona puede contribuir recogiendo los residuos de la cocina para utilizarlos como compost o contribuir a programas sociales de compostaje y aprender prácticas de agricultura sostenible.

Ayudar a los polinizadores

Cerca del 75% de los cultivos de frutas y semillas del mundo dependen, al menos en parte, de los animales polinizadores, lo que incluye 87 de los 115 principales cultivos alimentarios del mundo. Y aunque las abejas son los polinizadores más prolíficos, reciben mucha ayuda de murciélagos, mariposas, pájaros y escarabajos, entre otros. Sin embargo, todos los polinizadores, especialmente las abejas, están sufriendo un grave declive, debido a las prácticas agrícolas intensivas, el uso de pesticidas, las especies invasoras, las enfermedades y el cambio climático.

Ante esto, los gobiernos pueden reducir la contaminación atmosférica y los efectos adversos de los plaguicidas y fertilizantes; conservar y restaurar hábitats naturales; motivar a los agricultores a que favorezcan a las especies polinizadoras plantando plantas perennes no invasivas y propicias.

Las ciudades pueden devolver la naturaleza a ella aumentando los espacios verdes y adoptando prácticas de paisajismo respetuosas con los polinizadores. Mientras las instituciones pueden apoyar a los apicultores locales; adoptar enfoques basados en los ecosistemas para el control de plagas en jardines; proporcionar lugares de anidamiento y atraer polinizadores plantando flores autóctonas.

Los ecosistemas de agua dulce

También los ecosistemas de agua dulce están desapareciendo a causa de la contaminación, el cambio climático, la pesca excesiva y la extracción desmesurada de recursos. Protegerlos y restaurarlos es posible incluso en áreas urbanas.

Para ello los gobiernos pueden invertir en planes holísticos e integrados de gestión de los recursos hídricos que tengan en cuenta todo el ciclo del agua; mejorar la calidad del agua reduciendo la contaminación y multiplicando los controles para identificar las fuentes de ésta y evaluar la salud de los ecosistemas de agua dulce.

Mientras que, para sumarse a la restauración del planeta, las empresas pueden invertir en sistemas de captación de agua de lluvia, prácticas de riego inteligentes, plantas de reciclaje de agua y garantizar la igualdad de acceso a los recursos. Por otra parte, las ciudades pueden innovar en materia de aguas residuales y ampliar la reutilización del agua para la industria y la agricultura.

También, las instituciones pueden estudiar las vías que abastecen de agua a las poblaciones, y repoblar los ríos locales cultivando vegetación a su alrededor y creando más hábitats para que prospere la biodiversidad.

Nueva oportunidad para las zonas marinas y costeras

Los océanos del mundo también se enfrentan a la creciente presión del cambio climático, la contaminación y la pérdida de biodiversidad. Para restaurar estos ecosistemas los gobiernos deben acelerar la aplicación del Marco Mundial de Biodiversidad de Kunming-Montreal; restaurar los ecosistemas azules; aplicar normativas estrictas para controlar la contaminación y reducir el exceso de nutrientes, escorrentía agrícola, vertidos industriales y desechos plásticos.

Establecer áreas marinas protegidas, gestionadas eficazmente para conservar y restaurar la biodiversidad, ayudar a mitigar y adaptarse a los impactos del cambio climático, es imperioso. Al respecto, se deben gestionar y regular el desarrollo de las zonas costeras; rediseñar los productos para que puedan ser reutilizados, reconvertidos, reparados y reciclados, en particular los de plástico, e invertir en la recuperación de nutrientes de las aguas residuales y los residuos ganaderos para utilizarlos como fertilizantes.

En las ciudades se debe implicar a las comunidades locales en los esfuerzos de conservación y reforzar los sistemas de gestión de residuos para reducir la contaminación marina. Mientras que las instituciones y personas deben aprender a reducir, reutilizar y reciclar para minimizar los desechos plásticos; informarse y consumir pescado y mariscos de origen local y sostenible, así como aprender sobre los ecosistemas azules y su importancia para el bienestar humano.

Devolver la naturaleza a las ciudades

Más de la mitad de la población mundial vive en las ciudades, lo que representa el 75% del uso mundial de recursos, la producción de más de la mitad de los desechos mundiales y generan el 60% de las emisiones de gases de efecto invernadero al menos.

Las transformaciones causadas por el crecimiento de las ciudades pueden provocar sequías y degradar las tierras. Pero, las zonas urbanas también pueden ser capaces de cultivar alimentos y albergar biodiversidad, reduciendo su huella ambiental.

Para ello las empresas pueden instalar más tejados verdes y jardines verticales en los edificios; invertir en infraestructuras verdes como pavimentos permeables, jardines de lluvia y desagües biológicos para gestionar la escorrentía de las aguas pluviales, lo que reduce las inundaciones.

Si quieren sumarse a la restauración del planeta, las ciudades pueden aumentar los bosques urbanos, la biodiversidad y preservar las masas de agua en las zonas urbanas. En tanto, personas e instituciones pueden promover espacios verdes y contribuir a la rehabilitación de paisajes y ecosistemas degradados.

Financiar las acciones

Sin lugar a dudas, para lograr la restauración del planeta también es necesario garantizar el financiamiento de las acciones, pues las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza deben pasar de 200.000 millones de dólares a 542.000 millones de aquí a 2030 para cumplir los objetivos mundiales.

Gobiernos, empresas y líderes financieros deben trabajar juntos para cerrar la brecha existente. Por su parte los entes gubernamentales pueden invertir en sistemas de alerta temprana; reorientar el capital público y privado hacia proyectos de uso sostenible de la tierra y de restauración; asignar fondos a soluciones basadas en la naturaleza y promulgar normativas, incentivos fiscales y subvenciones que desvíen las inversiones hacia proyectos de restauración e infraestructuras que no degraden los ecosistemas.

Las empresas, integrar la restauración de los ecosistemas en sus modelos de negocio; desarrollar tecnologías sostenibles al tiempo que aplican prácticas eficientes de gestión de residuos.

También es necesario garantizar la igualdad de acceso a los recursos, la capacitación y financiamiento de empresas sociales centradas en la agricultura sostenible, el ecoturismo y la tecnología verde, que generen ingresos al tiempo que contribuyan a la restauración de la tierra.

 

Con información de ONU Medio Ambiente y ONU Medio Ambiente 2

 


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