Hace no muchos años, los recios llaneros venezolanos se estremecían al escuchar un rugido en la sabana o tan solo cuando el mogotal se movía, bajo la sospecha de ser acechados por un tigre, como le llaman al jaguar en esa zona del país. Tristemente hoy la existencia de este felino, el más grande de América, está en peligro y su presencia en nuestros Llanos ha disminuido drásticamente.
Es precisamente en Los Llanos donde se han reportado los jaguares más grandes. Su imponente y recia figura causa temores quizás sin mucho fundamento, pues estos animales más bien evitan la presencia humana y jamás nos consideran su presa.
A pesar de ello lo hemos llevado al límite de la extinción, por lo que el felino más grande de América podría desaparecer. Debemos actuar ahora para evitarlo.
Desde hace 20 años la especie está considerada como «casi amenazada» por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y su comercio está regulado, de acuerdo al Apéndice I de la Convención sobre el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora silvestres.
En Venezuela se le considera amenazada por la disminución de sus poblaciones debido a la pérdida de hábitat, la cacería a la que estuvo sometida, y los enfrentamientos con grupos humanos. Desde la década de los setenta fue declarada en veda por el Ministerio del Ambiente. El Libro Rojo de la fauna venezolana lo cataloga actualmente como vulnerable. Un dato a tomar en cuenta es que se estima que en todo el país puedan existir entre 2.500 y 3.600 individuos de jaguares.
Actualmente se le considera extinto en los Estados Unidos, El Salvador, Uruguay y Chile, y en peligro crítico en Honduras y Panamá.
Muchos nombres un solo felino
El origen de la palabra jaguar está relacionado con el nombre “yaguar” proveniente del vocablo tupí-guaraní “yaguará”, que quiere decir la bestia salvaje que domina a su presa de un salto. Al traducirlo quedó con el nombre jaguar.
Aún se le llama“Yaguar” en algunos sitios, también tigre mariposo o tigre americano y otras nomenclaturas de origen indígena como: mádo (Yekuana), toobe (Warao), kaikusé/kamicharai/tümennen/wayamoikö (Pemón), panemé (Yaruro), öla/tuliapata (Sanema), buojäwi (Piaroa), jkyoyëwi” (Jodi), sebraaba (Bari), e ironasi (Yanomami).
El jaguar es el mayor de los felinos americanos y el tercero del mundo, después del tigre y el león. Este depredador, tope de los ecosistemas latinoamericanos, prefiere áreas boscosas en las cercanías de cursos de agua, donde encuentra protección y abundantes presas.
En el pasado, la especie tuvo una amplia distribución que se extendía desde el suroeste de los Estados Unidos hasta el norte de Argentina. Hoy en día esta área se ha reducido notablemente. En Venezuela presentaba una amplia distribución en casi todo el territorio nacional, a excepción del estado Nueva Esparta y las áreas de mayor altitud de la cordillera de los Andes. En la actualidad es relativamente común sólo al sur, además de poblaciones aisladas en la sierra de Perijá, llanos occidentales, piedemonte andino y delta del Orinoco, mientras en la cordillera de la Costa prácticamente están extintas.
¿Qué amenaza al felino más grande de América?

Fuente: https://inmediaciones.org/
Los humanos somos la razón por la que los jaguares están desapareciendo.
El comercio peletero internacional, la cacería deportiva, el control para evitar la depredación del ganado y la sobreexplotación de sus presas, han sido las principales razones detrás de la disminución de sus poblaciones en Venezuela.
Se estima que actualmente el factor más importante, en cuanto a la disminución que aún experimentan sus poblaciones, es la pérdida de hábitat por deforestación de zonas boscosas, o para su transformación en áreas agrícolas y ganaderas. En los últimos siglos se ha deforestado más de un 50% del hábitat disponible para jaguares.
El trabajo de varios investigadores, publicado en El Jaguar en el Siglo XXI, Perspectiva Continental, editada por La Universidad Nacional Autónoma de México en el 2016, concluye que “la pérdida de hábitat y su transformación para construir asentamientos humanos, cultivar comida y producir bienes económicos, causa drásticas disminuciones en las poblaciones de los jaguares convirtiéndose en un preludio a la extinción”.
Otro factor que ha afectado a las poblaciones de jaguares es la cacería. Desde 1950 hasta mediados de 1970 el auge del comercio de pieles de felinos a nivel mundial trajo terribles consecuencias. Desde diversos países de América Latina se exportaron a EE.UU. más de 30 mil pieles de jaguar entre 1968 y 1970.Y es que la piel de un macho grande puede llegar a ser vendida hasta por 20 mil dólares.
Y aunque en Venezuela no tuvo la envergadura de otros países, este comercio fue declarado ilegal en la década de los setenta. Se trataba de un tentador negocio, pues la venta de una piel de este felino equivalía a más de un año de sueldo de un vaquero u obrero de hato.
A finales de la década de los setenta la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) y la Convención para el Comercio de Especies Amenazadas de Fauna y Flora (CITES por sus siglas en inglés) declaró a través de acuerdos internacionales, la prohibición de la cacería y el comercio de pieles.
Aún persiste una cacería furtiva especialmente en áreas de fuerte crecimiento demográfico, pero de las presas del jaguar, lo cual no sólo impacta en sus probabilidades de subsistencia, sino que al disminuir sus presas naturales, la depredación sobre las especies domésticas aumenta, y con ello el enfrentamiento con el hombre.
En realidad esta especie no representa una amenaza para el ser humano, pues solo pueden llegar a atacar para defender a sus cachorros, o a la presa de la cual se están alimentando, o si están heridos o acorralados en situaciones de cacería.
Poderosa mordida
El jaguar es el más fuerte de los felinos en relación a su peso, y el que tiene la mordida más poderosa. Mientras otros felinos matan por asfixia o con un mordisco en la garganta, el jaguar lo hace con un mordisco en la nuca o en la base del cráneo.
El espectro de alimentación de este carnívoro es muy variado, se alimenta de diversas especies de animales herbívoros, mamíferos y reptiles grandes y medianos. Han sido reportadas 85 especies de presas en su dieta, como báquiros, venados, chigüires, cachicamos, tortugas y babas. En varios lugares también comen ganado, lo que implica un conflicto con los ganaderos y una razón para su persecución.
El jaguar tiene enormes variaciones de peso y tamaño. De cuerpo robusto, con una altura de 0,7-0,8 m, cabeza ancha, garras delanteras grandes, patas cortas y macizas. Los machos miden entre 1,7 y 2,4 metros de largo (incluyendo la cola) y pesan entre 50 y 120 kilogramos. Su color más común va de amarillo pálido a rojizo, con manchas negras de diferentes formas, y patrón único para cada individuo. Su vientre es blanco o claro con manchas gruesas.
Referencia histórica
Los jaguares han formado parte de los paisajes venezolanos toda la vida. Ya desde el año 1500 Américo Vespucci habló por primera vez de su existencia en tierras venezolanas.
Más tarde, en 1800 Alexander von Humboldt reportó su abundancia en un largo viaje por los ríos Apure y Orinoco en Venezuela, avistando animales incluso más grandes que todos los tigres asiáticos que había observado en las colecciones zoológicas europeas, incluso refirió la historia de uno que se llevó a su perro, un enorme gran danés.
En 1842 el botánico belga Jean Jules Linden describió el encuentro en las faldas del Cerro Ávila con un enorme tigre o jaguar. También el pintor y botánico alemán Karl Ferdinand Appun, a mediados del siglo XIX, narró cómo estos grandes felinos lo acechaban de noche en su campamento en la Serranía de San Esteban, Estado Carabobo.
Opciones para su conservación
En vista de que la mayor amenaza a la supervivencia del jaguar es la expansión de las poblaciones humanas, la medida más efectiva de protección es la creación de una red de áreas protegidas. Por ello se hace necesario fortalecer los parques nacionales existentes, e incluso crear nuevos en regiones que pudieran mantener poblaciones importantes de la especie.
En paralelo, se debe crear y proteger una red de corredores ecológicos para asegurar el flujo genético de estos felinos. Además debemos contar con leyes y sanciones más severas y contundentes contra la deforestación y la cacería ilegal.
Hay ejemplos interesantes de novedosas acciones que apuntan a la conservación de la especie, como en el Pantanal Norte en Brasil, donde existe una tregua entre humanos y jaguares, pues estos felinos atraen una gran cantidad de turistas que los fotografían desde las lanchas durante la temporada de sequía en las playas y orillas de los ríos, lo que beneficia económicamente a guías turísticos, hoteles, pobladores locales, e incluso algunos hatos ganaderos.
¿Y qué puede pasar si desaparece el felino más grande de América?
En una investigación publicada a comienzos de 2019 en la revista internacional Oryx, González-Maya y otros científicos del Instituto de Ecología de la Universidad Nacional Autónoma de México confirman que el jaguar se encuentra en peligro y podría desaparecer, lo que pone en riesgo no solo su supervivencia a largo plazo, sino incluso la estabilidad y salud de los ecosistemas de la mayor parte de América.
Estudios han concluido que 25 de 34 poblaciones que se calcula existen en América, deben ser consideradas en peligro crítico y ocho en peligro de extinción, y que el jaguar ha perdido cerca de la mitad de su distribución original en el último siglo.
Las cifras indican que solo quedarían en América 64 mil jaguares, 89% de ellos en la Amazonía, y todos estamos al tanto de las amenazas a la que está expuesta esta región.
Investigadores advierten además que el jaguar es una especie controladora y es importante asegurar su conservación, pues los cambios en la presencia y abundancia de la especie en los ecosistemas podrían repercutir en el incremento de algunas presas y en la desestabilización de los ambientes.
Alan Rabinowitz y Howard Quigley advierten en el prefacio de la Guía de Convivencia Gente y Jaguares de Marchini y Luciano (2009) las posibles consecuencias de la desaparición del felino más grande de América. “La remoción de yaguares del entorno humano, constituye una pérdida de la herencia biológica y cultural de esa región. Una zona desprovista de yaguares es una zona que ha perdido a una de sus energías naturales más poderosas, la cual una vez mantuvo la vida en balance. Constituye una pérdida para nuestro propio bienestar y para el mundo que nos rodea”.
El jaguar, el felino más grande de América, es un depredador astuto y competidor, simboliza la velocidad, el vigor, la agilidad. Debido a ello muchas culturas indígenas precolombinas, e incluso actuales, lo ven como un ícono, y lo incluyen entre sus deidades más importantes, considerándolo un mensajero de sus Dioses.
Este imponente felino, representativo de lo afirmativo venezolano, debe ser conservado no solo por ser una representación del poder y la fuerza de la naturaleza, o por su belleza, sino porque al preservarlo junto a las áreas naturales en las que habita, se protege también a todas las especies que conviven con él, nuestros ecosistemas y nuestras vidas.
Con información de Animales Amenzados-Provita, Río Verde, Noticias 24 , Mongabay y Probidiversa
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