Una joven estudiante de arquitectura creó hace algunos años unos ladrillos con ropa desechada como materia prima. Aunque parezca sorprendente, estos bloques son resistentes al fuego y a la humedad, además constituyen un excelente aislante térmico y acústico, por lo que tienen múltiples usos.
Por su colorido y diseño particular, destacan como elemento decorativo y pueden personalizarse según el color de la ropa que se recicle. Si bien no pueden usarse para trabajos estructurales, son ideales para separar habitaciones y decorar paredes en tiendas. Además, se pueden emplearse para fabricar muebles y accesorios tales como lámparas, mesas, taburetes, entre otros.
En cuanto a los materiales, se fabrican con todo tipo de tejidos, incluso han experimentado hacer ladrillos con mascarillas quirúrgicas trituradas, dando un interesante uso potencial a algunos de los residuos relacionados con la reciente pandemia por el Covid 19.
Cada año se confeccionan 100 mil millones de prendas en el mundo y, según cifras del último informe Pulse of the Fashion Industry elaborado por la Global Fashion Agenda, 92 millones de toneladas de esos textiles termian atiborrando los basureros. Solo el 13% o menos se recicla. Pero parte de ese desecho ahora tiene la oportunidad de convertirse en estos innovadores ladrillos.
La idea de Clarisse Merlet
Mientras Clarisse Merlet estudiaba arquitectura en Francia en 2017, se fijó en la cantidad de residuos textiles que se generan cada año. Se estima que en ese país se desechan 4 millones de toneladas de ropa, y eso es solo una fracción de lo que se tira en todo el mundo.
Por ejemplo, en Estados Unidos se desperdician más de 17 millones de toneladas de telas. Muy poca de esa ropa desechada se recoge para su reutilización o reciclaje, menos de un tercio en Francia, y un 15% en Estados Unidos.
La joven estudiante tomó consciencia de la disminución creciente de los recursos naturales, así como de la creciente cantidad de residuos y la contaminación que también genera, por sí misma, la industria de la construcción en la que actividades como extracción, transformación y transporte originan grandes cantidades de emisiones de CO2 a la atmósfera.
Buscando una mejor forma de construir, que redujera la demanda de material virgen y aprovechar los recursos ya extraídos, se le ocurrió la idea de crear los ladrillos a partir de ropa usada. Así nació Fabbrick, empresa que produce estos innovadores ladrillos decorativos y aislantes a partir de ropa desechada.
Ladrillos con ropa vieja
Para fabricar estos ladrillos se puede usar cualquier tipo de tela, no sólo algodón, sino también poliéster, elastano y hasta PVC. Incluso Merlet ha hecho pruebas con el material de las mascarillas qirúrgicas.
Ahora bien, el componente básico que usa Fabbrick es ropa triturada, material que la joven arquitecta compra ya molido a un proveedor de Normandía. Cada bloque usa el equivalente a dos o tres camisetas. Pero se mantienen abiertos a recibir material recuperado por otras vías, el cual analizan para determinar la viabilidad de su reutilización en este proceso.
Para fabricar esto innovadores ladrillos, los restos textiles molidos se mezclan con un pegamento ecológico – desarrollado por Merlet – para posteriormente prensarlos en un molde. Éste usa la compresión mecánica para formar los ladrillos, por lo que no requiere más energía que la que necesita un trabajador humano para presionarlo. Los bloques se sacan húmedos del molde y se dejan secar durante dos semanas antes de usarlos.
Versátiles y con muchos beneficios
Respecto a los usos en la construcción, estos ladrillos no pueden emplearse para trabajos estructurales, aunque Merlet asegura que está trabajando en ello y espera que puedan hacerlo en el futuro.
Sin embargo, son resistentes al fuego y a la humedad, además de constituir un excelente aislante térmico y acústico. Son aptos para separar habitaciones y decorar paredes en tiendas, especialmente las que venden ropa.
Los innovadores ladrillos se fabrican en cuatro tamaños diferentes y pueden utilizarse para armar muebles. También es posible personalizar el color del ladrillo según la ropa reciclada.
Solo dos o tres años tras su nacimiento, en el año 2018, este ejemplo de economía circular ya había elaborado más de 40.000 ladrillos, lo que representa 12 toneladas de residuos textiles reciclados y recuperados para otros usos, evitando así la extracción de recursos naturales y las correspondientes emisiones a la atmósfera.
Otras ideas novedosas para reciclar la ropa
Además de la producción de estos innovadores ladrillos, existen varias alternativas que se están desarrollando en todo el mundo para aprovechar los desechos textiles. Por ejemplo, una compañía de reciclaje de Japón propuso hace unos años un proyecto para extraer combustibles de ropa desechada. Para ello podían usar tanto el poliéster como el algodón y transformar la ropa en etanol, proceso que emite menos dióxido de carbono, optimizando el uso de los recursos naturales.
Aseguran que con una tonelada de ropa usada se pueden obtener hasta 700 litros de etanol, ahorrando así recursos naturales como la tierra y el agua que se usa para cultivar la caña de azúcar o la remolacha, dos de las principales materias con las que se produce el bio-etanol.
Para alcanzar este sorprendente producto final, se extraen las fibras del poliéster de la ropa a través de varios procesos de destilación y ciclos de vaporización. El proceso genera la mitad de dióxido de carbono del que se produce al fabricar etanol desde cero.
Tapizar los carros con ropa usada
Una fábrica en Wolfen, Alemania, produce tapicería para autos con ropa vieja, así como otros elementos textiles para el sector automotor. Para ello cuenta con una planta dedicada a la reclasificación de estas prendas. De ahí, parten hacia tiendas de ropa usada o se emplean para la creación de vestimenta, tapicería y otros elementos.
Por otra parte, el Grupo Renault, está trabajando en una estrategia para la incorporación de materias recicladas a sus vehículos. En 2015 inició el proyecto bautizado Àfiler junto a Filatures du Parc (empresa de hilado de Tarn, en Francia) y Adient Fabrics France (proveedores de tejidos para asientos de automóviles de Ariège, Francia) con el fin de diseñar un producto textil único, fabricado de manera exclusiva a partir de materiales reciclados.
Este novedoso producto, fabricado a partir de cinturones de seguridad, retazos de telas procedentes de la industria del automóvil y fibras de poliéster extraídas del reciclaje de botellas de plástico (PET), empleados para fabricar fundas de asientos, el revestimiento del salpicadero, el acabado de la palanca de cambios y las puertas, resistentes a los rayos ultravioleta y vida útil.
El suministro y la fabricación de este producto textil permite reducir en más del 60 % las emisiones de CO2 respecto al tejido anterior, fruto de un proceso de fabricación estándar.
Enfrentar el problema de los residuos de la industria textil
La circularidad se ha convertido en la gran esperanza de la moda, una industria que produce ropa a un ritmo frenético y la desecha con la misma rapidez, sin tiempo ni capacidad para digerirla. Tal como se mencionó antes, de las prendas desechadas solo el 13% acaba reciclándose. La tasa de productos textiles en el mundo en los vertederos es de alrededor del 5%. Si ese índice de producción continúa, se espera que las ventas de ropa alcancen los 175 millones de toneladas en 2050.
Debido a la magnitud del problema están haciendo esfuerzos para superar el el impacto medioambiental y económico de los residuos provocado por la industria textil. La Unión Europea, por ejemplo, ha prohibido el vertido o la quema de desechos textiles en vertederos a partir del 1 de enero de 2025. Esta prohibición incluye también importantes oportunidades para la industria del reciclaje que, en la actualidad, en la que la contribución de los productos textiles es inferior al 1%. Para 2025 se pretende reciclar el 95% de los residuos textiles.
Turquía también tiene como objetivo alcanzar las mismas tasas que los criterios del bloque comunitario a largo plazo en sus estudios del «Plan de acción de reciclaje y desechos».
Ideas como la producción de estos innovadores ladrillos hechos a partir de ropa desechada, pueden sin duda contribuir a enfrentar el problema de los residuos de la demandante industria textil mundial
Con información de Ecoinventos, El Periódico, El Economista y ABC
Fotografías cortesía de Fabbrick
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