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La baba forma parte del paisaje llanero

por Haiman El Troudi
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La baba forma parte del paisaje llanero

Sin duda alguna la baba forma parte del paisaje llanero. Junto a especies como el chigüire y la garza adornan caños, lagunas y esteros de la sabana venezolana. En esos espacios, sus oscuros y acechantes ojos se suelen distinguir debajo del agua, a la espera de su próxima presa.

Se trata de una especie pequeña de cocodrilo, una de las más abundantes y, aun así, amenazada. Y es que, a pesar de su hosco aspecto, este reptil es más bien tímido y huye ante cualquier acercamiento. Por eso y por el aprecio por su carne, piel y huevos se ha convertido en víctima de la cacería.

Así, este reptil ha pasado a ser un recurso económico que confiere valor a la fauna llanera. Justamente por ello, en la actualidad su explotación ha llegado al punto que se han establecido criaderos de babas. Pero estos deben acatar regulaciones establecidas por el Ministerio de Ecosocialismo para proteger la especie.

Natural de las Américas

La baba forma parte del paisaje llanero

De nombre científico Caiman crocodilus, la baba es probablemente la especie de Crocodylia más abundante del mundo. Es, asimismo, una de las de más amplia distribución geográfica.

Conocida también como caimán de anteojos, cachirre, babilla, blanco, jacaretinga, guagipal o babo, se trata de una especie de reptil carnívoro nativo de las Américas.

Habita los diferentes tipos de cursos de agua dulce, ciénagas y pantanos en el sur de México, Centroamérica y el noroeste de América del Sur. Fue introducido en Puerto Rico en los años 1960 y 1970, y actualmente se encuentra en todos los cuerpos de agua de la isla. Asimismo, se encuentra en la isla de Trinidad y ha establecido poblaciones al sur de la península de la Florida (EEUU) y en Cuba.

En Venezuela, la baba ocupa una amplia variedad de ambientes acuáticos por debajo de los 300 m.s.n.m. pero hay registros de ejemplares localizados en cuerpos de agua ubicados a 800 metros de altitud. Se ha señalado su presencia en ríos, quebradas, lagos, planicies inundables, embalses, y canales. Es una especie esencialmente dulceacuícola, pero que en ocasiones puede ocupar ambientes de manglares con agua salobre.

La baba reina en la llanura

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De las cinco especies de cocodrilos o caimanes que hay en Venezuela esta especie es una de las más pequeñas. El caimán de anteojos, como también es conocido habita en el agua dulce de lagunas y esteros de los llanos, y de las costas y ríos que desembocan al mar, pero muestra preferencia por depósitos de aguas sin corrientes como los caños llaneros. Debido a esto se ha convertido en una especie de elemento paisajístico del llano.

Pertenece a la familia Alligatoridae, que incluye a caimanes y aligátores. Sus individuos más desarrollados alcanzan a medir alrededor de dos metros. La talla al nacer está alrededor de 22-25 cm de longitud. Los machos pueden tener un largo máximo de 2,50-2,80 metros, mientras que las hembras generalmente no superan 1,80 metros. Estas dimensiones corresponden a las babas de los llanos. Las babas de la región noroccidental del país son más pequeñas.

Por ser un aligatórido, sólo los dientes de la mandíbula superior son visibles cuando la baba tiene la boca cerrada y no posee órganos sensoriales inter-tegumentarios (OSI) en las escamas ventrales. Presenta un característico borde transversal anterior a los ojos, que se extiende entre las órbitas oculares, lo que da pie al apelativo de “caimán de anteojos

Se alimentan de diferentes especies de animales: crustáceos, peces, anfibios, reptiles, aves y mamíferos grandes y pequeños, así que no entraña peligro alguno para el hombre.

Reproducción fuera del agua

La baba forma parte del paisaje llanero

EFE/Ricardo Maldonado .

Aunque pasan su vida en el agua y se alimentan a base de animales asociados a ese medio, las hembras de la baba siempre ponen sus huevos en un lugar seco. Se aparean durante los primeros meses de lluvias y construyen nidos con tierra, ramas y hojas en los lugares más altos y seguros, cercanos al medio acuático donde viven.

La hembra pone una camada de treinta huevos de concha áspera, de unos seis centímetros de largo. La incubación dura un promedio de 13 semanas. Luego, los pequeños babos salen del cascarón ayudados por la madre o cortándolo desde su interior con un pequeño «diente» desechable que poseen en la punta del hocico.

Al nacer, las crías miden unos 20 centímetros. Cuando salen del cascarón se dirigen directamente al agua, donde son vigilados por la madre de posibles depredadores como gabanes y garzas.

Dieta ancestral

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Ya desde tiempos ancestrales, estos reptiles eran una parte importante de la dieta habitual indígena. Una vez descubiertos por los españoles, lo añadieron a su gastronomía, pero con adaptaciones a la región llanera, creando un plato completamente único.

El pisillo de baba se realiza con la carne de la cola. Este plato llanero tiene el mismo proceso de otros pisillos como el de chigüire y venado y otros. En primer lugar, se sala para su conservación, luego se le quita la sal por medio del agua, y posteriormente, se golpea con una piedra o un pilón para obtener, el corte desmechado de la carne para el tradicional pisillo.

Ahora bien, los indígenas que habitaban los llanos y las cercanías del Orinoco, consumían la carne de este animal utilizando un proceso de conservación distinto, que consistía en ahumar la carne de la baba. Con este procedimiento, la carne además de preservarse por mayor tiempo adquiría un sabor especial.

Amenazas

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De la baba se aprovecha su carne, piel y huevos, por lo que se ha convertido en objeto ce cacería. Adicionalmente, en los últimos años se ha acostumbrado comer babas en las festividades de Semana Santa (al igual que el Chigüire) para “evadir” la prohibición religiosa de consumir carnes rojas, aumentando el consumo de este animal.

De esta forma, la caza indiscriminada de estos reptiles se ve impulsada cuando se acerca la semana mayor, que aumenta la explotación de este animal silvestre para beneficio económico. Sin embargo, al igual que el venado y el chigüire, la carne de baba es fruto de la cacería, y no se comercializa formalmente.

Si bien estudios demuestran la factibilidad y sustentabilidad del programa de aprovechamiento de la especie Caiman crocodilus, para reducir los riesgos a la especie se debe realizar de acuerdo a los criterios ecológicos, económicos y socioculturales. Para ello, se establecen lineamientos derivados de estudios que garanticen su sustentabilidad y aprovechamiento racional, promoviéndose el establecimiento de criaderos para garantizar la conservación de la especie.

Se busca basar la explotación de la especie en una relación armónica entre los seres humanos y la naturaleza, para garantizar el uso y aprovechamiento racional, óptimo y sostenible de los recursos.  Así, mediante los estudios científicos y planes de manejo de sus poblaciones se vela por preservarlas. En este sentido, se requieren investigaciones que determinen las diferencias o semejanzas entre las poblaciones de babas del país y que dibujen de manera clara la distribución de las subespecies.

Aprovechamiento sustentable de la baba

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Tras evaluar las poblaciones silvestres existentes sujetas a cosechas anuales, y la capacidad de recuperación del recurso, el ministerio para el Ecosocialismo dicta las Normas para el aprovechamiento sustentable del caimán de anteojos. Éstas, a su vez, determinan el plan de manejo de la especie, de conformidad con lo establecido en el Reglamento de la Ley de Protección de la Fauna Silvestre.

La normativa define los criterios para el aprovechamiento sustentable de la baba. Entre éstos se incluyen el registro de los predios participantes, y la necesidad de solicitar una licencia de caza con fines comerciales. De igual forma establece lapsos para la captura, la cual se puede realizar solo hasta antes de que comience el cortejo y los primeros apareamientos entre los individuos.

Asimismo, en función del aprovechamiento sustentable de esta especie de reptil se establecen siete (07) regiones ecológicas a saber: Alto Apure, Bajo Apure, Cajón de Arauca, Aguas Claras, Llanos Boscosos, Guárico y Arismendi.

Por otra parte, la norma indica que el aprovechamiento sustentable de la especie debe contemplar el reparto justo y equitativo de los beneficios, para así contribuir al mejoramiento de la calidad de vida de las comunidades locales y pequeños productores del campo asentados en las regiones donde se realiza dicha actividad, y evitar la sobreestimación de las poblaciones silvestres.

 

 

Con información de Animaturalis, Venezuela Tuya y Río Verde

Seijas, Andres E. «Los Crocodylia de Venezuela: Ecología y Conservación. Academia de Ciencias Físicas, Matemáticas y Naturales», 2011.


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