Desde hace algunos años varias instituciones de Venezuela trabajan de la mano con productores agrícolas para poner la ciencia al servicio de una buena papa. El esfuerzo sostenido de la Alianza Científico Campesina ha rendido frutos: ya existen semillas propias del país certificadas, de excelente calidad que ofrecen mayor rendimiento y se han comenzado a recoger las cosechas de papas.
De esta manera se ha logrado ahorrar divisas al Estado, al tiempo que se ha avanzado hacia la soberanía alimenticia con la producción de semillas propias que eliminan la obligación de adquirir importadas.
Estas acciones convierten en realidad las antiguas leyendas andinas que se refieren a la papa como un tesoro oculto bajo la tierra, que se encuentra justo en los momentos más difíciles.
Adiós a las semillas importadas
Originaria de nuestra América, la papa es el tercer cultivo alimenticio más importante del mundo. Destaca por su riqueza en vitaminas y minerales, así como por sus propiedades curativas.
A pesar de que este tubérculo crecía en los suelos venezolanos, la semilla de la papa fue comprada por años a otros países.
Sin embargo, los efectos perniciosos del bloqueo de cuentas del Estado venezolano en el exterior que devengaron en factores como la situación económica, la escasez, altos precios de los insumos agrícolas y la dificultad de la importación, dieron un giro a esta realidad e impulsaron al país a que volviera el rostro a la tierra para encontrar esa riqueza escondida.
Alianza Científico Campesina
Así surgió la Alianza Científico Campesina, iniciativa del Ministerio de Ciencia y Tecnología y la Corporación para el Desarrollo Científico y Tecnológico (Codecyt), cuyo objetivo es contribuir a la soberanía alimentaria del país con la producción de semillas certificadas y el impulso a los patios productivos.
Por otra parte, la Ley de Semillas que se aprobó en Venezuela en 2015, plantea proteger y garantizar la producción, uso de la semilla e investigación “desde una visión agroecológica socialista”, privilegiando la producción nacional de calidad y libre de transgénicos. Ese mismo año, la papa endógena fue declarada Bien de Interés Cultural.
En ese contexto, el proyecto de siembra de papas con semilla nativa es parte del programa de la Alianza Científico Campesina y se desarrolla con la Asociación de Productores Integrales del Páramo (Proinpa), en Muchuchíes, la ciudad de mayor altitud de Venezuela, localizada en el estado Mérida.
A través de esta alianza se recuperan las semillas nativas de especies autóctonas e intercambian conocimientos con los campesinos y productores para satisfacer las necesidades en cuanto a los cultivos. Esta red, integrada por varios científicos venezolanos y cientos de campesinos, tiene el propósito generar espacios de producción endógenos, soberanos y ecológicos, donde se reencuentren los saberes ancestrales con la ciencia y la tecnología. También se otorga a los productores un plan de formación integral para el manejo de cultivo, incluidos cursos y talleres teóricos-prácticos, entre los que destaca la elaboración y aplicación de bioinsumos.
Presente en 18 estados
En la actualidad, el proyecto de siembra de la papa nativa se lleva adelante en 18 estados del país, avanzando en la construcción de la soberanía agroalimentaria de Venezuela.
Los científicos a cargo del proyecto aseguran que mediante éste se han ahorrado millones de dólares al país, destinados a la compra de simientes en el exterior.
Actores importantes de los sistemas agroalimentarios del país y semillaristas de los estados Mérida, Lara, Carabobo, Miranda, Falcón y Trujillo, también participan en este proyecto, cuyos recursos son manejados por el Fondo Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (Fonacit).
Núcleos de producción con semillas venezolanas de papa
Uno de los núcleos de producción con semillas venezolanas de alta calidad genética y fitosanitaria que se desarrolla con el apoyo de un grupo de científicos de la Codecyt, se encuentra en Pozo de Rosas, parroquia San Pedro de los Altos del municipio Guaicaipuro del estado Miranda.
En el núcleo base de la Agrofinca Salas, con 23 hectáreas, siembran variedades andinita, maria bonita, angostureña, atlantic y sasi. Luis Salas, su dueño, cuando compara los rendimientos entre la semilla importada y la nativa, aún se asombra pues pasaron de producir 15 toneladas por hectárea a 70 toneladas con la semilla prebásica.
Ahora bien, el proceso de siembra y resiembra para obtener tubérculos se extiende entre dos a cinco años hasta tener una semilla óptima, resistente y libre de patógenos. En ese lapso, los investigadores obtienen varias clases de semillas: prebásica, básica, registrada y certificada, que es la semilla de la papa para consumo.
También en esa zona, desde hace 27 años, René David Jiménez, agricultor de la hacienda Las Marías, siembra papa en siete hectáreas junto a su familia. Allí tienen tres variedades del tubérculo: sasi, angostureña y andinita. Sobre ello precisa que el cambio a semilla nacional, hecho hace unos años, ha sido positivo pues se ha mejorado el rendimiento en toneladas, no necesitan abono y han disminuido dramáticamente el uso de agrotóxicos.
De semillas prebásicas a una buena papa
Respecto al proceso de desarrollo de las semillas, el laboratorio produce las prebásicas. Éstas son aclimatadas dentro de invernaderos y obtengan la fortaleza necesaria para ir al campo. Al llegar a los sembradíos, especialistas en ingeniería forestal evalúan, junto a los hombres del campo, el progreso de las plantas. Testimonios de los agricultores, estudios y análisis del suelo sirven para verificar la evolución y determinar si hay alguna bacteria o un agente patógeno en alguna muestra.
Se trata de un constante trabajo de investigación que requiere planificación bajo unos parámetros específicos, que implica la realización frecuente de pruebas para determinar el tipo de afectación que existe y si es necesario tomar medidas para resolver el problema.
Una vez certificado el simiente, éste puede ser vendido a otros productores para que realicen ese mismo proceso. En ese caso, el Codecyt se queda con un porcentaje para realizar una nueva selección de agricultores que quieran formar parte del proyecto y volver a iniciar la cadena. Se plantea que los agricultores tengan simientes resguardados que puedan vender a otros bajo la supervisión de Codecyt, pero con compromiso y responsabilidad, para evitar caer en cadenas dañinas.
La demanda nacional de consumo de papa se ubica entre los 12 y 14 kilogramos por habitante y para cubrirla se requieren 30.000 hectáreas de siembra. Cifra que se podría reducir de forma significativa pues en los sembradíos con productores del núcleo de los Altos Mirandino,s se ha logrado un rendimiento de hasta 70 toneladas por hectárea.
Producción de buenas semillas en Falcón
Otro grupo de productores que avanzan en la producción de papas con semillas nativas, la variedad María Bonita, categoría certificada I, en particular se encuentran en el estado Falcón. El proyecto de Producción Artesanal Semillas de Papa inició allí dos años atrás.
Para ello, en la parroquia Curimagua se conformaron núcleos semilleristas para que dieran continuidad a la reproducción de las semillas certificadas, y trabajarán conjuntamente en la preparación de las tierras. Además, los agricultores cuentan con el manejo efectivo del Kit Conuquero, armado con el Rotocultor, el cual genera impacto positivo en la producción de alimentos. Este equipo fue donado por el Ministerio para Ciencia y Tecnología a productores falconianos.
Recientemente, agricultores de La Ciénega, parroquia Guzmán Guillermo informaron que alcanzaron un promedio de 12 tubérculos por plantas, caracterizados por su alta calidad fitosanitaria y de genética para contribuir con la producción de alimentos sanos, seguros y sabrosos.
De esta manera, por primera vez, gracias al arduo trabajo de investigación de científicos, agricultores y aliados, se está produciendo la categoría certificada a través del impulso de la Alianza Científico Campesina.
Primera cosecha de buena papa
El pasado mes de abril de 2023, campesinos y campesinas de Curimagua en el Municipio Petit de la Sierra falconiana lograron la primera cosecha de semilla certificada de papa variedad María Bonita. La multiplicación de la semilla nativa en este territorio también forma parte de la Alianza Científico Campesina en trabajo mancomunado con la Gobernación de Falcón y los Productores Integrales del Páramo (Proinpa).
Con esta nueva cosecha, se amplían los núcleos de producción en la región falconiana dando continuidad a la reproducción de semillas certificadas. Se garantiza con ello que los campesinos se apropien del desarrollo social y económico de este rubro, resguardando su material genético y autóctono.
Se trata de un proceso que tributa en favor de la seguridad y soberanía alimentaria de Venezuela y, al mismo tiempo, brinda al pueblo un tubérculo con alta calidad fitosanitaria y excelente manejo técnico por parte de campesinos y campesinas. El cultivo de esta papa nativa se realiza en varios estados del país, la cual no tiene nada que envidiarle a las de “naciones desarrolladas”. Es un trabajo pionero en el que ciencia y tecnología se unen para mejorar la producción de comida para la gran familia humana.
Con información de Mincyt 1, Mincyt 2, Mincyt 3, Mincyt 4, Proimpa, La Iguana y VTV
Fotografías de Proinpa y Ministerio de Ciencia y Tecnología
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