Aquí en Venezuela, en medio de una árida tierra, se levanta un escenario único en el mundo: Taima Taima, un sitio de referencia que contiene evidencia fósil para el estudio de los primeros pobladores de América del Sur.
Este mágico espacio guarda un descubrimiento que echa por tierra las teorías de poblamiento temprano del continente en América del Norte, ligada a la tecnología de las herramientas Clovis.
Y es que el lugar del Falcón donde hoy se levanta un museo de sitio, ha sido reportado como el primer espacio de matanza de mastodontes, con 14 mil años de antigüedad. El espacio alcanzó relevancia científica cuando José María Cruxent y José Royo-Gómez encontraron los restos óseos de un mastodonte juvenil junto a otros grandes animales, hoy extintos, tales como megaterios haplomastodontes y gliptodontes, en un manantial de aguas salobres resurgentes ubicado en la zona llamada Quebrada de Taima Taima.
El descubrimiento posterior de artefactos líticos en la cadera de dos mastodontes hace presumir que estos animales iban a tomar agua a esta quebrada. Además, las evidencias indican que en ese lugar fueron sido cazados y descuartizados por antiguos pobladores indígenas, portadores de algunas estrategias de cacerías. El hallazgo situaría en Venezuela el primer poblamiento de América.
Taima Taima y su museo de sitio
Taima Taima se localiza cerca de la costa del Caribe, en el estado Falcón, próxima a la península de Paraguaná. Este tesoro paleontológico y arqueológico de Venezuela está a 64 metros sobre el nivel del mar, en el poblado de Tara Tara, municipio Colina, a unos15 kilómetros de Coro.
Se presume que años atrás, en el pleistoceno tardío, el lugar tenía un nivel del mar más alto y era una isla. El clima de la región es semiárido, el paisaje se caracteriza por barrancas que bajan al Mar Caribe o a los pozos artesianos (surgentes de aguas subterráneas). Taima Taima es uno de ellos, su superficie está cubierta por un lecho de rocas fragmentadas, bajo la cual subyacen depósitos del Pleistoceno y el Holoceno temprano.
Bajo una gran e imponente carpa blanca, los visitantes pueden ver el sitio de excavaciones arqueológicas, con cinco réplicas de piezas fósiles de animales, que poblaron estas tierras hace 14 mil años. También se exhiben la defensa o colmillo de un mastodonte, la pelvis y la tibia de un mastodonte juvenil, el cráneo de un acorazado gigante y el cráneo de un perezoso gigante. En el lugar se ofrece una reseña histórica del yacimiento que apuntala su importancia de carácter patrimonial, histórica y científica.
Parque Arqueológico y Paleontológico
El Parque Arqueológico y Paleontológico Taima Taima tiene una extensión de 1.480 hectáreas. Su poligonal está constituida por los sectores El Muaco, Cucuruchú y Quebrada de Taimataima, yacimientos que se encuentran protegidos. Específicamente, los lugares explorados que están dentro de la poligonal del Parque son Sitio de Petroglifos de Playa Curazaíto, Sitio Muaco, Cementerio de Muaco, Sitio Arqueológico de Carrizal, La Peña, La Piedra del Cacho, La Lomita de Taratara, Llano Taratara, Sitio Paleontológico Quebrada Salada y Fundo Curazaíto-El Balcón.
TaimaTaima y sus alrededores constituye un punto fundamental de investigación paleontológica, arqueológica y geológico. El sitio ha sido referenciado como un antiguo manantial, y dataciones absolutas le asignan una edad comprendida entre los 9.650 y 14.440 años de antigüedad. Esto sustenta la teoría de que el paleoindio de la región, usó estos bebederos naturales para acechar y cazar grandes megamamíferos.
Por más de tres décadas este hallazgo ha generado polémicas, pues los sitios de matanza de mamuts ubicados en Norteamérica, arrojaron fechas no mayores de 11.500 años antes del presente.
Actualmente la Comisión Presidencial para la Protección de Coro y el Puerto de La Vela, como parte del Plan Integral de Conservación y Desarrollo de la Zona, desarrolla acciones para la protección de este importante sitio.
La historia tras el hallazgo
Cuentan que hace más de 40 años, un habitante de Tara Tara llamado “Moncho” Palencia amplió el “ojo de agua” para que sus chivos calmaran la sed y se encontró con una rótula de mastodonte.
El anciano desconocía la importancia de la pieza por lo que se llevó el gran hueso y lo usó para trancar la puerta de su casa. En ese entonces lo visitó el arqueólogo José María Cruxent, quien al ver el fósil se quedó en la zona para hacer sus investigaciones.
Con las primeras excavaciones sistemáticas realizadas en la década de 1960, se encontraron abundantes restos de megafauna e inequívocas evidencias antrópicas.
Desde ese entonces, los miembros de la comunidad de Tara Tara, a 2,5 kilómetros de Taima Taima, son testigos de la riqueza de estos suelos. Hoy se mantienen como custodios y referentes de su valor patrimonial e histórico.
Los misterios de la historia
En 1959, José María Cruxent identificó restos de megafauna extinta de Pleistoceno terminal en Muaco. Mientras que en Cucuruchú se detectaron artefactos líticos y huesos de megafauna.
Para 1966, Cruxent había reportado más de 25 sitios en un área de unos mil kilómetros en el valle del río Pedregal. Definía el complejo lítico El Jobo con una colección de artefactos líticos: largas puntas de proyectiles lanceoladas con sección transversal cilíndrica, grandes láminas bifaciales, punzones y lascas.
Trabajos de campo posteriores ubicaron dos fragmentos de puntas de proyectil en la cavidad pélvica de dos mastodontes distintos, hallados en diferentes momentos, 1974 y 1976. También se encontraron astillas utilizadas para desprender la carne de los huesos o para el desollado de las presas. Las dataciones indicaron más de 13.000 años antes del presente.
Estos hallazgos provocaron controversias, pues las teorías de la época indicaban que los primeros americanos de América del Sur, eran resultado de una migración muy rápida desde el norte. La evidencia más temprana en América del Norte estaba ligada a la tecnología de las herramientas Clovis, y El Jobo era dos mil años anterior a esa. El posterior descubrimiento de Monte Verde, en el sur chileno, confirmó que en América del Sur hubo una cultura de cazadores recolectores diferente a la tradicional Clovis.
Investigaciones
Una reciente investigación científica publicada en la revista Swiss Journal of Palaeontology, confirma que existen evidencias científicas de que los sitios Muaco y Taima-Taima están entre los primeros sitios de humanos en América del Sur que contienen artefactos, asociados con restos de megafauna preservados, hace más de 19 mil años. En el estudio participó un equipo multidisciplinario que incluyó investigadores del Laboratorio de Arqueología del Instituto Venezolano de Investigaciones científicas (IVIC).
La evidencia científica obtenida en esta investigación da cuenta de interacciones humano-gliptodonte (megacachicamos) de los sitios del Pleistoceno tardío de Muaco y Taima Taima.
“La hipótesis es que el patrón de rotura único encontrado en cuatro especímenes arqueológicos de gliptodonte en estos sitios representa una técnica de caza humana no reportada que involucra golpear la cabeza con instrumentos pesados, como masos o percutores de piedra o palos de madera”, señalan los autores en el artículo de la mencionada revista.
Estas evidencias sugieren que Venezuela es cabecera dentro del proceso original de poblamiento del continente suramericano.
Entrada a América del Sur
El estudio determinó que Muaco y Taima Taima son de crucial importancia para comprender el poblamiento del sur del continente y las interacciones del ser humano con la megafauna de esta región.
“Debido a su ubicación en la puerta de entrada de América del Sur, esta región fue fundamental para los intercambios entre ambos subcontinentes americanos, como lo ejemplifican los megamamíferos xenartros y la dispersión humana durante el Pleistoceno tardío”, acotan los investigadores.
Además, el equipo científico realizó evaluaciones anatómicas y comparativas de seis cráneos de gliptodontes, así como el análisis de imágenes de un cráneo mediante tomografía computarizada. Los resultados mostraron que cuatro cráneos de gliptodontes de Glyptotherium cf. Cylindricum presentaron roturas en la región frontoparietal y un patrón similar en todas ellas.
“La evidencia sugiere que estos probablemente fueron causados por un efecto mecánico por percusión directa, muy probablemente un golpe con un cortador de piedra o un garrote, que resultó en un área restringida de fragmentos de huesos rotos y caídos”, indica el estudio. Evidencias que sugieren una cacería activa, directa y sistemática por parte del hombre. Los gliptodontes pueden haber sido los megamamíferos más lentos en los sitios estudiados, con movilidad limitada en sus extremidades anteriores, lo que los convertía en presas potenciales para los humanos.
Con información de Registro de Patrimonio Cultural, Pueblos Originarios, Mincyt, PaleoVenezuela e Ilam Patrimonio
No te pierdas
> Cerro Santa Ana, majestuoso y sobresaliente monumento natural
> El ancestral paisaje de la isla de Cubagua
> Descubren nueva especie de gaviota en la península de Paraguaná