En el corazón del Amazonas palpita un indomable río que llena de vida a toda la región, el tercero más caudaloso del mundo y el cuarto más largo de Sur América: el Orinoco, mágico emblema de lo afirmativo venezolano, que por siglos ha sido fuente de inspiración para creadores del mundo entero, parte del patrimonio natural venezolano.
Su denominación tiene origen indígena, y existen varias versiones sobre ella: Orinucu, término que proviene de una tribu indígena venezolana ya extinta, los Otomaco, que habitaban por las inmediaciones del Estado de Apure y a las riberas del río. El topónimo más antiguo del Warao sería Wirinoko o Uorinoko,que significa “lugar para remar”, aunque también dicen que quiere decir río padre, mientras que en lengua Tamanaco significa serpiente enroscada.
El caudaloso Orinoco, el río más grande de Venezuela, que nace y discurre mayormente por nuestro país, tiene más de dos mil 100 kilómetros de largo, y es uno de los más importantes de América del Sur. Su caudal promedio es de unos 33 000 m³/s.
La cuenca del Orinoco tiene una superficie de casi 989 000 km², de ésta, cuatro quintas partes aproximadamente se ubican en Venezuela y una en Colombia.
Diversidad impresionante
Alrededor del río la riqueza tanto de minerales, como la fauna y la flora conforma una impresionante diversidad que también caracteriza a este emblema venezolano.
La cuenca y los llanos del Orinoco es una de las zonas más ricas del mundo en cuanto a especies animales, es un paraíso de aves: garzas, corocoras, flamencos, loros, guacamayas, tucanes, aves de presa y se suman la tonina, el manatí, el perro de agua,los monos aulladores (araguatos), la danta o tapir, el oso hormiguero, la pereza, el chigüire,.la anaconda, la tortuga arrau y la matamata, los caimanes, las babas y más de 300 especies de peces identificadas entre ellas: el lau-lau, la curvinata, la palometa, la zapoara, y el caribe (piraña).
El Orinoco además es la arteria principal por la que transcurren las actividades económicas regionales, y una vía imprescindible para las relaciones de esta región con otras partes de América del Sur, la fuente de vida, cultura y tradición de esa importante zona del país.
Referente mundial
Mucho se ha escrito y creado alrededor del imponente Orinoco en todo el mundo. Sus turbulentas aguas han sido fuente de inspiración en prácticamente todos los ámbitos.
Las primeras referencias aparecen en la relación del tercer viaje de Colón, quien dejó plasmada en una carta escrita en 1848 la gran impresión que le causó: «… y entonces conjeturé que los hilos de la corriente y aquellas lomas que salían y entraban en estas bocas con aquel rugir tan fuerte, que era pelea del agua dulce con la salada… no creo que se sepa en el mundo de río tan grande y tan fondo», escribió el almirante.
Geógrafos y exploradores como Humboldt, Passarge, Ratzel, Ritter, Reclus, Hettner, Becker y Sauer han escrito partes de obras o artículos que se refieren a temas relacionados con el Orinoco.
Pero se considera «oficialmente» a Diego de Ordaz (compañero de Hernán Cortés en la conquista de México), como el primer descubridor y explorador del gran río entre 1531y 1532, cuando remontó el Orinoco hasta la desembocadura del Meta y los raudales de Atures.
Venezuela en ti palpita
Desde el siglo XIX hasta la actualidad, la lista de revistas y publicaciones que han escrito sobre el Orinoco es interminable: Royal Geographic Magazine, la Scottish Geographic Magazine, Deustchland Rundschau, Globus, Quarterly Journal of Science, England Miner. Journal, Scientific American, Life, Journal of Sedimentary Petrology, Edinburgh Review, Geographical Journal, National Geographic, Boletín de la Real Sociedad Geográfica y muchas otras.
Y por supuesto para los venezolanos el gran río ha estado siempre presente. Desde El Correo del Orinoco en el siglo XIX hasta revistas como Vargasia, El Cojo Ilustrado, La Opinión Nacional, El Farol, los Anales de la UCV y más.
Alejo Carpentier también experimentó la atracción del torrente y sus contornos, en Venezuela escribió Los pasos perdidos. En sus palabras “el Orinoco es una materialización del tiempo en las tres categorías agustinianas, tiempo pasado (el tiempo del recuerdo), tiempo presente (tiempo de la intuición) y tiempo futuro (tiempo de la espera)”.
El escritor francés Julio Verne se inspiró en la visión del turbulento río plasmada por Jean Chaffanjon en Viaje a las fuentes del Orinoco (1888) para escribir en 1898 una novela titulada El soberbio Orinoco (Le superbe Orénoque).
Junto a las novelas La jangada y El faro del fin del mundo formó parte de los «Viajes extraordinarios» de Verne, siendo los únicos tres títulos que tienen como marco Sudamérica.
Otras obras inspiradas en el Orinoco van desde Canaima de Rómulo Gallegos; Robinson Crusoe, la novela de Daniel Defoe ambientada en una isla del Delta del Orinoco; El mundo perdido de Sir Arthur Conan Doyle; hasta la composición musical New Age de la irlandesa Enya: Orinoco Flow, que canta al impresionante caudal: “Naveguemos, naveguemos en la corriente del Orinoco”.
Aunque es imposible enumerar todos los tributos al río padre, no se puede dejar de recordar la gaita de Maracaibo 15 que se hizo rápidamente muy popular en 1985, escrita en honor al río más grande del país, Orinoco. Al son de la tambora la canción recorre toda su extensión y exalta sus riquezas características, custodiadas por el Auyantepuy. Una expresión más de lo afirmativo venezolano que hace que en época decembrina todos cantemos: “Venezuela en ti palpita como un órgano vital”.
Con información de Importancia y Revista Bibliográfica de Geografía y Ciencias Sociales
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