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Plaza El venezolano, un espacio caraqueño con mucha historia

por Haiman El Troudi
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Rodeada por la Casa Natal del Libertador Simón Bolívar y el Museo Bolivariano, entre otras edificaciones de la época colonial, la Plaza El Venezolano, otrora Plaza San Jacinto, es uno de los espacios públicos más antiguos de Caracas.

La historia de este concurrido lugar, ubicado en el centro histórico de la capital de Venezuela, inicia en el siglo XVI con el establecimiento del Convento de San Jacinto por los frailes dominicos y de la plaza como parte de la edificación religiosa. Los espacios ocupados por esta orden tuvieron varios usos desde 1828. Reservados para la municipalidad, una parte sirvió de cárcel para la ciudad y la otra como sede del Ayuntamiento.

A partir de 1809 la apacible Plaza San Jacinto acogió a los mercaderes quienes, autorizados por el Ayuntamiento, instalaron sus casillas para el expendio de pan, frutas y dulces. Lo que inició como una venta de cielo abierto se transformó, oficialmente a finales del siglo XIX, en el Mercado de San Jacinto, con una edificación propia en la que funcionó hasta finales de la década de 1940.

Un proyecto de renovación a cargo del arquitecto Tomás José Sanabria le restituye al espacio público, en 1967, el sentido de plaza, interconectándola mediante un sistema peatonal con las edificaciones emblemáticas del centro histórico de Caracas, que ese año cumplía 400 años. El 17 de octubre de 1977 es declarada Monumento Histórico Nacional.

De plaza San Jacinto a plaza El Venezolano

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Por decisión del entonces presidente de Venezuela, Antonio Guzmán Blanco, la Plaza San Jacinto cambia de nombre. En 1882 pasa a llamarse Plaza El Venezolano en un honor a su padre, Antonio Leocadio Guzmán, quien 36 años atrás estuvo preso en la cárcel ubicada en la Plaza San Jacinto, acusado de conspirador.

Fundador de la Sociedad Liberal de Caracas y de su órgano de expresión el periódico El Venezolano, así como del Partido Liberal, posteriormente, Antonio Leocadio Guzmán fue detenido en Caracas en 1846, señalado de auspiciar los enfrentamientos entre liberales y conservadores ocurridos en los estados Aragua y Carabobo. Tras ser juzgado es sentenciado a muerte en 1947, pena que le es conmutada por expulsión perpetua del territorio.

 

Cuando su hijo Antonio Guzmán Blanco asume la presidencia por segunda vez, decide develar en la Plaza San Jacinto una estatua de su papá, quien estaba vivo para ese momento, y ordena colocar el nombre El Venezolano al espacio público.

La estatua, removida por los enemigos políticos de los Guzmán Blanco en octubre de 1889, es colocada nuevamente en la plaza el 24 de julio de 1893 por orden del nuevo presidente de Venezuela, Joaquín Crespo. Años después es trasladada a la Cota 905.

El Convento y la Plaza San Jacinto

 

Al este de la Plaza Mayor (hoy Plaza Bolívar) los Dominicos levantaron, a principios de la década de 1590, el Convento de San Jacinto con paredes de bahareque y techos de paja.

En 1908 el Cabildo de Caracas le otorga a la congregación dos solares en respuesta a la solicitud de los frailes de que les fuese entregada la ermita de San Sebastián y San Mauricio, dotada de un techo de teja, para oficiar los santos sacramentos. La condición del Ayuntamiento fue que uno de los solares debía ser una plaza para mayor lucimiento de la iglesia.

El templo se construyó a la mitad de la cuadra, el Convento San Jacinto hacia la esquina que hoy se conoce con el nombre de Doctor Paul y el solar de la esquina de San Jacinto se convirtió en una plazuela que fue dotada de un reloj de sol, en 1802, por sugerencia de Alexander von Humboldt.

Junio de 1809 marcó un hito en la sosegada cotidianidad de la Plaza y el Convento San Jacinto. A partir de ese entonces, el lugar estaba abarrotado de vendedores, mercancías y compradores. Las quejas de los frailes fueron ignoradas por el Cabildo de Caracas.

Adiós al convento y bienvenida al mercado

Al frente de la Capitanía General de Venezuela estaba Vicente Emparan, quien estaba decidido a descongestionar la Plaza Mayor, sede del mercado central, que no se daba abasto por el aumento de la población de Caracas. Para solventar la situación y ordenar la actividad comercial, el Ayuntamiento autorizó el expendio de víveres en las plazas de San Jacinto, ubicada a dos cuadras al este de la Mayor; la de San Pablo, localizada a tres cuadras al sureste, y Altagracia, dos cuadras al norte de Catedral.

 

Otro evento, esta vez natural, afectó nuevamente a los Dominicos. El 26 de marzo de 1812, Jueves Santo, ocurrió un terremoto que causó graves daños a las edificaciones religiosas de San Jacinto, convento e iglesia. En medio de aquella catástrofe Simón Bolívar interrumpe el discurso del fray Felipe Mota, quien en ese lugar vociferaba en contra de los sucesos que conllevaron al nacimiento de la República de Venezuela y calificaba el temblor como un castigo de Dios por los pecados cometidos incluyendo la rebelión contra el rey Fernando VII: “¡Si la Naturaleza se opone, lucharemos contra ella y haremos que nos obedezca…!”

 

 

La venta a cielo abierto, con una variedad de productos mayor a lo autorizado, (pan, frutas y dulces), se transformó en el Mercado de San Jacinto a finales del siglo XIX. Funcionaría en la edificación diseñada y construida por el ingeniero Juan Hurtado Manrique, con una estructura de hierro traída desde Bélgica, desde 1896 hasta 1948.  En 1953 ésta fue desarmada y se demolió el edificio. Las columnas, vigas, parte de la cubierta y las rejas se reciclaron para ser utilizadas en la edificación del Mercado de Catia.

San Jacinto recuperó la plaza

 

A propósito de la conmemoración del Cuatricentenario de Caracas, en 1967, el arquitecto venezolano Tomás José Sanabria asume la remodelación de este antiguo espacio público.

Restituye el sentido de la Plaza El Venezolano, antigua Plaza San Jacinto, al incorporar una réplica del reloj de sol original, desmontado cuando se demolió el edificio del mercado, y crea un sistema peatonal que la interconecta con edificaciones icónicas del Centro Histórico de Caracas como la Casa Natal del Libertador Simón Bolívar, el Museo Bolivariano y el Pasaje Linares.

 

 

A finales de la década de 1980 es tomada por vendedores informales y vuelve a ser recuperada por la Alcaldía del Municipio Libertador en 2005. Cinco años después, a propósito de los 200 años del 19 de abril de 1810, se inaugura un monumento conmemorativo de 47,25 metros de altura constituida por seis secciones cilíndricas fabricadas en acero que alternan los colores negro y rojo. Además, cuenta con un sistema eléctrico para la iluminación exterior del monumento con 32 luminarias.

 

Hoy la Plaza El Venezolano es un espacio muy concurrido y es referencia obligada de quienes visitan el Centro Histórico de la capital de Venezuela.

 

Con información de Guía de Caracas, Caracas Histórica, Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas, Conociendo las esquinas de Caracas y Peakd

Fotografías de Caracas Histórica, Cámara de Comercio, Industria y Servicios de Caracas, Guía de Caracas y Alba Ciudad


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