Café venezolano, aroma y tradición con calidad de exportación

Sin duda alguna uno de los rubros que más distingue a la agricultura en nuestro país es el café, símbolo de la riqueza natural de estas tierras y del esfuerzo de sus habitantes. Su sabor robusto y distintivo aroma, resultado de una combinación única de factores geográficos, climáticos y culturales, han hecho que fuera apreciado desde los tiempos de la colonia, convirtiéndose en un importante producto de exportación, que aún hoy en día sigue conquistando paladares dentro y fuera del país.

Cada sorbo del café criollo revive la tradición y el auténtico sabor de los mejores granos cosechados en tierras venezolanas, evocando montañas verdes y climas tropicales, donde este rubro se cultiva y cosecha con dedicación. Y es que en Venezuela el café no es solo una bebida, sino que se ha sumado a nuestra cultura, ya sea “negrito”, “con leche” o “guayoyo”, una taza de esta tradicional bebida acompaña nuestro día a día, uniendo a la gente y creando recuerdos.

Detrás del café hay historia y un legado de sabor que traspasa fronteras. y ha tenido un lugar importante en la economía y la cultura de nuestro país, siendo antes del descubrimiento y auge de la industria petrolera, uno de los principales productos de exportación.

Es uno de los productos más consumidos en todo el mundo, por lo que no es de extrañar que sea valorado en muchos países como Venezuela que tiene una tradición cafetera importante que comenzó en el siglo XVIII y que lo llevó a tener un papel muy importante en el aspecto económico de la nación.

El café venezolano

El café venezolano se cultiva principalmente en las regiones montañosas, donde el clima tropical y los suelos ricos en nutrientes proporcionan condiciones ideales para su cultivo. Este cultivo se beneficia de condiciones climáticas únicas, con altitudes que van desde los 800 hasta los 2,000 metros sobre el nivel del mar, y temperaturas moderadas que favorecen el desarrollo óptimo de los granos.

Así, la diversidad geográfica del país ha permitido cultivar variedades de café Arábica, conocida por su sabor suave, aroma agradable y gran calidad. También la Robusta, cada una adaptada a las condiciones específicas de altitud y clima, contribuyendo a la reputación del café de Venezuela como un producto de alta calidad y sabor distintivo. Entre las variedades cultivadas se encuentran Typica, Caturra, Maragogipe, Geisha, Catuai Amarillo, Castillo, Bronceado, Bourbon Rojo, Geisha, Monte Claro y Caripe.

El perfil de sabor del café venezolano es único y distintivo, caracterizado por ser suave y equilibrado, con notas de cacao, nueces y frutas. Destaca además su cuerpo medio y su acidez moderada, que otorgan una agradable sensación en el paladar y larga persistencia de sabor.

Si bien hasta hace poco tiempo era difícil hablar del café de especialidad en Venezuela, a partir del año 2010 algunas fincas han incursionado en su producción y experimentación, dando paso a una nueva generación de caficultores que se esmeran por obtener un producto de calidad que distinga. Actualmente, variedades como el Café de Altura o el Café de Páramo se destacan por sus sabores intensos y complejos, resultado de un proceso cuidadoso desde la cosecha hasta el tostado.

Historia del cultivo en Venezuela

El cultivo de café venezolano data de 1730 cuando misioneros españoles lo trajeron desde Brasil, a donde había llegado desde Surinam y la Guayana Francesa. A partir de ese momento, se extendió por todo el territorio, desde el oriente hacia el occidente. Referencias históricas indican que el primer terreno donde la planta prosperó fue a orillas del río Orinoco.

En Caracas se sembró por primera en 1783, y quedaría registrada para la historia el momento cuando se tomó la primera taza en 1786 en la hacienda de Bartolomé Blandin, ubicada donde hoy en día es La Castellana y el Country Club. Posteriormente, se expandió a los Valles de Aragua, donde en algún momento desplazó las siembras de cacao. Luego se propagó a los Andes por Trujillo, Mérida y Táchira, estados que se convirtieron en centros de producción que aún hoy mantienen la tradición cafetera. En estas tierras, el café no solo es un medio de sustento, sino un legado que pasa de generación en generación.

La siembra de este rubro se convirtió en un gran dinamizador de la economía y contribuyó al establecimiento de centros urbanos, carreteras y puertos en áreas cafetaleras, como el Puerto de Maracaibo y el pueblo de Santa Cruz de Mora, en Mérida. Durante el siglo XIX y principios del XX, el café fue el impulsor clave de la economía nacional, sustituyendo cacao y siendo una importante fuente de ingreso.

La primera empresa tostadora de café del país se fundó en 1900 y aumentando de manera exponencial la producción, de tal manera que en 1950 Venezuela era una de las cinco naciones que más producía café en el mundo. Posteriormente, el veloz desarrollo de la industria petrolera impactó negativamente la producción y exportación de café, ocasionando una drástica disminución en la actividad cafetalera.

La primera taza de café en el valle de Caracas

Hacienda Blsndin

“La primera taza de café en el Valle de Caracas” es un relato escrito por Arístides Rojas, en el que describe la introducción y consumo del café en la capital, específicamente en la hacienda Blandín en 1786. El texto narra esta reunión social en la que se degustó el café en medio de un ambiente lleno de música y cultura. El relato debe referirse a la primera cosecha recogida en las estancias de Chacao, llamadas Blandín, San Felipe y La Floresta.

Rojas narra que la casa de Blandín y sus contornos ostentaban adornos campestres con arbustos de café artísticamente colocados en floreros de porcelana. La fiesta, al pie de la Silla del Ávila, comenzó con un paseo por los cafetales, cargados de frutos rojos, seguido por un baile y un almuerzo. Al ser muy numerosa la concurrencia, la familia Blandín se vio en la necesidad de conseguir las vajillas de sus relacionados, exhibiendo así en el evento los ricos platos de las familias notables de Caracas.

Al momento de servir el café, su fragancia se derramó por el poético recinto y un grupo de tres sacerdotes, precedidos por el anfitrión de la fiesta, Don Bartolomé Blandín, se acercaron a la mesa: Mohedano, el padre Sojo y el padre Domingo Blandín. La primera cafetera vació su contenido en una taza de porcelana, la cual fue presentada inmediatamente acompañada por un entusiasta aplauso.

Los anfitriones, primeros cultivadores de café en el Valle de Caracas conversaron acerca del porvenir agrícola que aguardaba a Venezuela.

Productor de talla mundial

Para 1728, cuando se estableció la Compañía Guipuzcoana, se cultivaba en Venezuela trigo, que fue poco a poco abandonado a causa de la plaga; se sumaban caña, algodón, tabaco, otros productos que servían para el abasto de la población y muchos frutos. Entonces comenzó en el país el movimiento agrícola con el cultivo del añil y del cacao, que constituían los principales artículos de exportación, a los cuales posteriormente se sumaría el café.

La primera exportación de café venezolano, de la que se tiene noticia se lleva a cabo en el año 1755, quedando constancia en los libros de la Real Hacienda de la Guipuzcoana.  La venta fue de 156 libras de café que salió desde La Guaira con destino a Cádiz. Se trataba de una pequeña carga que pertenecía a comerciantes de la ciudad y costó 4 reales la libra, estimación extraordinariamente elevada y más de tres veces superior al precio por entonces del cacao.

Reconocido por su alta calidad, el café venezolano llegó a ocupar junto a Colombia y Brasil los principales lugares de la industria cafetalera de Latinoamérica. Para finales del siglo XIX Venezuela fue reconocida por la Organización Internacional del Café entre los tres productores mundiales más grandes.

La cúspide de la exportación del café ocurrió en 1919. Posteriormente, la industria comenzó su declive por varios factores como la falta de inversión y el avance de la industria petrolera que después de la década de 1950, empezó a cobrar relevancia, desplazando la mano de obra hacia ese rubro y hacia las grandes ciudades. Se redujeron las exportaciones, pero ciertas iniciativas particulares comenzaron a enfocarse hacia lo que sería el comienzo de los cafés de calidad.

Apuntando al renacimiento

La historia del café en Venezuela es larga y compleja, pero su aroma y sabor siguen siendo únicos, parte de un legado del país que hace un siglo ocupó uno de los lugares más relevantes en el ranking mundial de producción y exportación. A lo largo de los años la producción y exportación de este producto fue bajando y actualmente la mayor parte es consumida por los propios venezolanos. Sin embargo, la amplia variedad de marcas y sabores disponibles confirma que el mercado nacional es capaz de satisfacer incluso a los paladares más exigentes.

En medio de circunstancias que favorecen un redescubrimiento del café venezolano, un creciente grupo de nuevos emprendedores trabaja para recuperar el puesto y el renombre que tuvo en el pasado.

La apertura de la economía, un período prolongado de precios altos, iniciativas institucionales como la Asociación de Cafés Especiales que promovió el cambio de la norma Covenin, sumado a la presencia de nuevos grupos con capacidad de exportar han permitido este renacimiento.

A pesar de los desafíos que ha enfrentado la industria del café en Venezuela, el país sigue produciendo un grano de alta calidad apreciado en todo el mundo. Con su sabor suave y equilibrado, su aroma agradable y su rica historia, nuestro café con aroma y tradición sigue teniendo sin duda calidad de exportación.

 

 

Con información de Joropo Food, Cámara de Caracas, Caracas quiere café I, Caracas quiere café II, Cafega, Venezuela Coffee Revival, Venezolanos Ilustres, Miraflores TV


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