Descubrimiento de fósil de ictiosaurio amplía registro paleontológico nacional

El hallazgo de restos fósiles de un ictiosaurio en el estado Táchira, anunciado recientemente por el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), representa un descubrimiento sin precedentes, que amplía el registro paleontológico del país, al ser el primero en su tipo documentado en el territorio nacional. Se trata de un reptil marino prehistórico con una antigüedad estimada de 100 millones de años, que vivió en el período Cretácico.

El IVIC ha calificado el hallazgo como un “testimonio increíble de la megafauna que habitó la geodiversidad del país”, el cual refuerza el potencial científico venezolano y estimula el desarrollo de investigaciones paleontológicas.

Adicionalmente, el equipo de investigación reportó otro hallazgo significativo: la recolección de un nuevo diente de Laquintasaura en el municipio Jáuregui, especie reconocida como el dinosaurio jurásico más famoso de Venezuela.

Por otra parte, el descubrimiento de un fósil de una especie marina en Táchira representa un testimonio de los drásticos cambios que ha sufrido la geología de la Tierra a lo largo de millones de años. El hecho de encontrar restos marinos en la alta montaña evidencia que el nivel del mar ha variado considerablemente y que lo que hoy es tierra firme, en el pasado estuvo bajo el agua.

Táchira es cuna de especies prehistóricas

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Una expedición de científicos venezolanos realizó el hallazgo del fósil de ictiosaurio en zonas de La Grita y Lobatera, en el mismo espacio donde anteriormente se han encontrado fósiles de especies como el Tachiraptor y Laquintasaura, considerados los primeros dinosaurios del norte de Suramérica.

Este descubrimiento sin precedentes representa el primer registro de estas especies en esta región del planeta. El fósil corresponde a un animal bebé que en etapa adulta podría llegar hasta 25 metros.

Esto fue posible gracias a la colaboración entre investigadores del Ministerio del Poder Popular para Ciencia y Tecnología, el Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC), Fundacite Táchira y la Universidad Nacional Experimental Francisco de Miranda (Unefm), instituciones que trabajan de forma articulada para reescribir la historia paleontológica de Venezuela.

Además, el trabajo que reconoce el alto valor científico de los yacimientos paleontológicos en la región, fue desarrollado en conjunto con el Museo del Táchira.

Ictiosaurio especie con unos 100 millones de años

Este reptil marino, cuyo nombre significa “lagarto pez”, nadó los mares hace unos 100 millones de años durante el período Cretácico.  Del Superorden Ichthyopterygia, Orden Ichthyosauria, Suborden Parvipelvia y Familia Ichthyosauridae, estos grandes reptiles marinos con aspecto similar a peces y delfines, surgieron en el Triásico y fueron depredadores dominantes hasta ser reemplazados por los plesiosaurios en el Cretácico. En su modo de cazar, eran muy parecidos a los modernos peces espada.

La aparición de estos animales es un misterio debido, en parte, a la ausencia de formas de transición pues los primeros que se encuentran en el registro fósil son especies plenamente acuáticas, lo cual dificulta conocer su origen. Hoy en día, se les incluye dentro de un grupo más amplio llamado ictiosauriformes que significa literalmente “largartos con forma de peces”. Sus especies primitivas eran semejantes a reptiles acuáticos que se movían en el agua mediante movimientos ondulatorios con todo el tronco, como las anguilas.

Tras años de vivir en el agua, su cola se transformó en una aleta caudal, sus extremidades en aletas verdaderas y su cuerpo adoptó una forma fusiforme e hidrodinámica que les hizo ser depredadores acuáticos muy rápidos y eficientes. Sus mandíbulas alargadas estaban provistas de dientes, pero su dieta consistía básicamente en peces y belemnites, un tipo de moluscos.

Los primeros ictiosaurios descienden de pequeños reptiles acuáticos quizás emparentados con los hovasaurios que se lanzaron al mar a principios del Triásico. Las primeras formas datadas de hace 247 millones de años, ya presentaban los rasgos característicos: cuerpo y cráneo alargados, cola aplanada y aletas. Posteriormente, estos animales se lanzaron al mar y se volvieron pelágicos. A finales del Triásico alcanzaron tamaños inmensos como en el caso del Shastsaurus, de 22 metros de largo. Luego, algunas formas primitivas se extinguieron.

Acerca de los ictiosaurios

 

Los ictiosaurios tenían una glándula especial llamada glándula salina que servía para quitar la sal del agua marina. Su hocico solía ser alargado y repleto de dientes afilados como cuchillos pequeños y curvados hacia dentro.

Al igual que los reptiles modernos, si los dientes se desgastaban o se rompían crecían dientes nuevos para sustituirlos. Sus fosas nasales eran muy grandes para absorber el oxígeno necesario para alimentar sus cuerpos.

Carecían de un sistema de sonar, por lo que tenían unos ojos muy grandes que les permitían detectar a sus presas.Eran vivíparos, las crías nacían por un canal de parto vivas por la cola para no ahogarse, por la que también defecaban estos animales.

Los partos solían ser dolorosos para la madre y algunos fósiles demuestran que la madre podía morir en el parto. Se cree que algunos ictiosaurios vivían en grupos mientras que otros eran solitarios.

Eficientes cazadores

El ictiosaurio evolucionó para convertirse en veloz cazador y el primer superdepredador del Mesozoico.El Triásico, la primera de las tres divisiones de la era Mesozoica, fue su época de esplendor. Al contrario de lo que sucedía con otros grandes cazadores prehistóricos, su condición de superdepredadores se debía más a su eficiencia que a su talla, aunque algunas especies alcanzaron tamaños considerables.

Eran cazadores especializados en la velocidad, pues la forma de su cuerpo les permitía alcanzar grandes velocidades y maniobrar rápidamente dentro del agua. La abundancia de presas y la ausencia de competidores en su nicho ecológico les permitió reinar en solitario durante todo el Triásico.

Mientras que en el Jurásico las cosas empezaron a cambiar. Más que desaparecer, lo que sucedió es que su diversidad se redujo cada vez más a partir del Jurásico Medio. Hasta entonces habían sido representados por una gran variedad de géneros de tamaños diversos y formas relativamente variadas, pero a partir de este período parecen limitarse a su forma típica de delfín con morro alargado.

La razón, según la teoría dominante, se debe a la diversificación de los plesiosaurios, que se convirtieron en los grandes depredadores marinos de esta época y compitiendo con los ictiosaurios, sustituyéndolos en varios nichos ecológicos. Entonces empezaron una carrera de superespecialización como cazadores veloces, un ámbito en el que debían competir con peces y tiburones, además de con los plesiosaurios.

Extinción anunciada

Aunque el motivo de la desaparición del ictiosaurio está aún en debate, la teoría más aceptada es que fue un resultado de su propia sobreespecialización, la cual fue la causa de su declive durante el último período de la era Mesozoica, el Cretácico. Se conocen pocas especies de este período y ninguna de ellas llegó al final del camino para sufrir la extinción masiva de hace 66 millones de años.

Durante el Cretácico los océanos sufrieron dos grandes eventos anóxicos, períodos en los cuales el oxígeno disuelto en el agua se agotó en amplias zonas de los mares. Esto trajo como consecuencia la desaparición de numerosas especies y la profunda alteración de los ecosistemas marinos. Los ictiosaurios fueron especialmente afectados al haberse especializado en la caza de especies concretas, muchas de las cuales se extinguieron, dejando pocas posibilidades de sobrevivir.

Los abruptos cambios en los ecosistemas oceánicos fueron demasiado para estas criaturas que habían dominado los mares durante millones de años. Platypterygius hercynicus, última especie conocida, desapareció hace unos 93 millones de años, a mediados del Cretácico. En los estómagos de uno de estos últimos supervivientes se encontraron restos fosilizados de peces, pájaros marinos e incluso tortugas que evidencian su intento de sobrevivir.

Dinosaurios venezolanos

Lobatera, estado Táchira

Aunque investigaciones de hace muchos años señalaban que en la zona paleo ecuatorial, en la que se encuentra el país, no vivieron dinosaurios, en la década de 1980, el hallazgo de fósiles en la Formación La Quinta, localizada en Los Andes venezolanos por paleontólogos franceses, cambió esa versión para siempre.

Los fósiles del primer dinosaurio venezolano fueron encontrados a la altura del corte de carretera entre La Grita y Seboruco, en el estado Táchira. Luego se localizarían los del segundo. Con este par de “tachirenses prehistóricos”, Venezuela ingresó a los registros de países con dinosaurios propios, una lista que desde el siglo XIX suma alrededor de 800 variaciones de este tipo de animal prehistórico.

Laquintasaura venezuelae y Tachiraptor admirabilis, son los dinosaurios con lo que hasta ahora contaba el país. Especies únicas en el mundo que habitaron Los Andes en el Jurásico hace más de 200 millones de años.

Estos dos animales no medían más de un metro y medio y se alimentaban de maneras distintas, pues uno era herbívoro y el otro carnívoro.

 

Con información de Radiodifusora Universitaria de la Universidad de Carabobo (104,5 FM), Telesur, National Geographic, Fandom e Panorama

Fotos cortesía de IVIC


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