Qué mejor ocasión para reflexionar acerca de las consecuencias del tabaquismo que el 31 de mayo, Día Mundial de no Fumar. Catalogado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad crónica no transmisible y adictiva, con posibilidades de tratamiento y cura, el tabaco es el único producto de consumo legal que mata entre un tercio y la mitad de sus consumidores, y está relacionado con más de 25 enfermedades.
Se estima una asociación causal con la mortalidad anual de un 30 % con el cáncer, 25% con enfermedades cardiovasculares y 18 % con las cerebrovasculares. Así, el consumo de tabaco constituye uno de los más graves peligros para la salud humana y es considerado, en muchos países, la principal causa evitable de enfermedades y muertes, muchas prematuras. Pero también es una amenaza a la salud del planeta.
El tabaco envenena nuestro planeta, como se denomina el informe de la OMS, reúne una serie de datos que explican la relación tabaco-medio ambiente, mostrando que su producción causa daños ambientales, particularmente la degradación del suelo, la contaminación del agua y la deforestación.
En cifras, la industria tabacalera cuesta anualmente al mundo más de 8 millones de vidas humanas, 600 millones de árboles, 200.000 hectáreas de tierra, 22.000 millones de toneladas de agua, generando 84 millones de toneladas de CO2 y unas 25 millones de toneladas métricas de desechos. Como se evidencia, es un flagelo que afecta a toda la gran familia humana, una epidemia de carácter universal y una pesada carga para el individuo, la familia y la sociedad.
Amenaza a la salud humana
Según estadísticas de la OMS en el mundo un tercio de la población mayor de 15 años fuma, y un 47 % de los hombres y un 11 % de las mujeres consumen una media de 14 cigarrillos por día, aproximadamente. De éstos un 74 % se consume en los países de bajo nivel de ingreso. Continuando con las cifras, en 2020 el 22,3% de la población mundial consumía tabaco, un hábito que constituye una forma de drogodependencia ligada a múltiples enfermedades y patologías.
El tabaquismo causa 8 millones de muertes cada año, refiere la Organización Panamericana de la Salud (OPS). Solo en América mueren más de un millón de personas al año por esta causa, y además otro millón pierde la vida debido a la exposición al humo de tabaco ajeno.
Y es que un cigarro contiene cerca de cuatro mil químicos, muchos de ellos venenosos en altas dosis. Entre ellos están nicotina, arsénico, metanol, amonio, cadmio, monóxido de carbono, formaldehído, butano y cianuro de hidrógeno. Cada vez que se inhala humo de un cigarro, pequeñas cantidades de estos químicos van hacia la sangre a través de los pulmones, llegando a todo el cuerpo y deteriorando la salud del individuo y de quienes lo rodean.
Muchas razones para no fumar
Si bien dejar de fumar puede resultar difícil, existen muchas razones para hacerlo. Comencemos por decir que los beneficios son casi inmediatos. A los 20 minutos sin fumar disminuye la frecuencia cardíaca y solo 12 horas después las concentraciones de monóxido de carbono en la sangre vuelven a la normalidad. Entre la segunda semana y los tres meses, la circulación y la función pulmonar mejoran.
Asimismo, mejora el aspecto físico, además de olvidarse del olor a tabaco que deja todo impregnado. Fumar aumenta el riesgo de padecer psoriasis, mancha los dientes y crea un exceso de placa dental, mal aliento y provoca arrugas en la piel llevando a un envejecimiento prematuro debido al desgaste de las proteínas que le dan elasticidad y la reducción del riego sanguíneo.
Por otra parte, el tabaquismo también amenaza el entorno del fumador pues quienes están expuestos al humo de tabaco ajeno pueden padecer cáncer de pulmón y otras patologías relacionadas. Incluso los cigarrillos electrónicos exponen a no fumadores y transeúntes a la nicotina y otras sustancias químicas nocivas.
La exposición al humo de tabaco ajeno puede aumentar el riesgo de progresión de la infección latente por tuberculosis a la enfermedad activa, y está asociada con la diabetes de tipo 2. Los hijos de los fumadores tienen una capacidad pulmonar reducida pueden padecer asma, y en la edad adulta pueden padecer trastornos respiratorios crónicos. Los niños menores de dos años expuestos al humo de tabaco ajeno en el hogar pueden contraer una enfermedad del oído medio que puede conducir a la pérdida de audición y a la sordera.
Los cigarrillos son una importante causa de incendios fortuitos y de las muertes que ocasionan.
Consecuencias sociales
El consumo de tabaco puede afectar negativamente a las interacciones y relaciones sociales. En este contexto, dejar de fumar no es solo dar buen ejemplo para hijos, amigos y seres queridos, significa también no tener restricciones respecto a dónde relacionarse socialmente y no sentirse aislado ni tener que salir a fumar.
Adicionalmente, abandonar el hábito aumenta la productividad, al no tener que dejar lo que se está haciendo para fumar todo el tiempo. Fumar afecta a la salud y la productividad de los trabajadores, y aumenta su propensión a perder días de trabajo.
Un estudio mostró que los fumadores invierten un promedio de 1,4 millones de dólares en gastos personales, incluidos la compra de cigarrillos y gastos médicos, por lo que también incrementa la pobreza, pues los hogares gastan en tabaco recursos que podrían destinar a necesidades básicas, como alimentación y vivienda.
Consumo de tabaco y economía
De igual forma, el consumo de tabaco supone una carga para la economía mundial pues se estima que los costos sanitarios para el tratamiento de enfermedades causadas por él y la pérdida de capital humano por las afecciones y las muertes atribuibles al tabaco ascienden a 1,4 billones de dólares.
Como ya se ha señalado, el tabaquismo es una de las principales amenazas para la salud en el mundo y el principal factor de riesgo para las enfermedades no transmisibles. En 2012, los gastos sanitarios a nivel mundial para tratar las enfermedades y las lesiones atribuibles al consumo de tabaco ascendieron a cerca del 6% del gasto sanitario global. Asimismo, fumar puede reducir la productividad al retirar permanente o temporalmente a las personas del mercado laboral debido a una salud precaria.
El tabaco impone costos sanitarios y socioeconómicos desproporcionados para los pobres, las mujeres, los jóvenes y otras poblaciones vulnerables.
La Agenda 2030 de la Organización de Naciones Unidas (ONU) reconoce que las tendencias de consumo de tabaco actuales en el mundo son incompatibles con el desarrollo sostenible. El control del tabaco no es solo un medio principal para mejorar la salud de la población, sino también para reducir la pobreza y las desigualdades, hacer crecer la economía y fomentar el desarrollo sostenible en líneas generales.
Tabaco y medio ambiente
El tabaquismo también tiene un gran impacto sobre el medio ambiente. Se calcula que cerca del 90% de toda la producción de tabaco se concentra en el mundo en vías de desarrollo, provocando mayor deforestación, gasto hídrico y contaminación del entorno.
En el informe de la OMS titulado Tobacco: Poisoning our planet se destaca que la huella de carbono de la industria derivada de la producción, el procesamiento y el transporte del tabaco es equivalente a una quinta parte del CO2 producido por la industria de las aerolíneas comerciales cada año, lo que contribuye aún más al calentamiento mundial.
“Los productos de tabaco son el artículo más contaminante del planeta, pues contienen más de 7.000 productos químicos tóxicos que se filtran en nuestro medio ambiente cuando se desechan. Aproximadamente 4,5 billones de filtros de cigarrillos contaminan nuestros océanos, ríos, aceras de las ciudades, parques, suelo y playas cada año”, afirma Ruediger Krech, director de Promoción de la Salud de la OMS.
La mayor parte del tabaco se cultiva en países de ingresos bajos y medianos, en los que a menudo se necesitan desesperadamente agua y tierras de cultivo para producir alimentos. En lugar de ello se usan para cultivar plantas de tabaco letales que, al mismo tiempo, hacen que la deforestación aumente cada día.
Tabaquismo y contaminación
El tabaco es uno de los desechos que más afecta al ambiente; solo las colillas representan entre el 30 y 40 % de los residuos recogidos en actividades de limpieza urbana y costera. En todas sus etapas el tabaco genera anualmente 25 millones de toneladas métricas de desechos y, aproximadamente, 4,5 billones de filtros son desechados cada año. El 65% de ellos, de manera inadecuada, contaminando playas, ríos, zonas verdes, bosques y más.
Una colilla tarda cerca de 10 años en desintegrarse, según la OMS. Es el tiempo que le lleva a los más de 7.000 químicos tóxicos que contiene en filtrarse en los ecosistemas.
Además, casi todos los cigarrillos del mercado incorporan un filtro de acetato de celulosa, una sustancia que se degrada muy lentamente y que libera microplásticos en los ecosistemas. Los productos como los cigarrillos, el tabaco sin humo y los cigarrillos electrónicos también contribuyen a la acumulación de contaminación plástica. Los filtros de los cigarrillos contienen microplásticos y constituyen la segunda forma de contaminación plástica más importante en todo el mundo. Y, a pesar de la publicidad, no hay pruebas de que estos filtros reporten beneficios a la salud del fumador.
Los costos de limpiar los desechos del tabaquismo recaen en los contribuyentes, y no en la industria que crea el problema. Si hablamos de contaminación de las aguas, según la organización Ocean Conservancy, tirar una colilla de cigarro puede contaminar hasta 50 litros de agua potable, pues el filtro conserva la mayoría de la nicotina y el alquitrán del cigarrillo
Emisiones de gases de efecto invernadero
Desde su cultivo hasta su eliminación cada cigarrillo emite 14 gramos de CO2, señala la OMS. Además, el humo del tabaco contiene tres tipos de gases de efecto invernadero que contaminan el aire interior y exterior: dióxido de carbono, metano y óxidos de nitrógeno. En su fabricación, las emisiones alcanzan cada año cerca de 84 millones de toneladas métricas de CO2, equiparable a lanzar 280.000 cohetes al espacio.
Asimismo, la producción de tabaco requiere gran cantidad de agua. En la vida de un cigarrillo, hasta su eliminación se llegan a utilizar 3,7 litros de agua. Esto se traduce en que, si un solo fumador promedio abandona el hábito, se podrían ahorrar hasta 74 litros de agua al día.
La deforestación es otro de los daños colaterales de la industria del tabaco, alcanzando 5% del total. Aproximadamente se necesita un árbol por cada 300 cigarros. Unas 200.000 hectáreas de tierra se talan cada año para cultivar tabaco, lo que implica también quemar madera para curar las hojas después de la cosecha. Desde la década de 1970 se han perdido en todo el mundo 1.500 millones de hectáreas de bosques a causa del tabaco, principalmente tropicales.
Además de la deforestación, esta industria también causa erosión en el suelo. Muchos de los principales países productores de tabaco están en riesgo de desertificación como sudeste de África, este de Asia, Latinoamérica y el Caribe.
Los cigarrillos mal apagados han quemado más de 40.000 hectáreas de bosque en los últimos 20 años. Según un informe de Reforesta, los incendios provocados por colillas de cigarros han causado el 3,25 % del total de siniestros en la década de 2004 a 2013.
Con información de OMS, OPS I y OPS II, Instituto Superior del Medio Ambiente y Revista Archivo Médico de Camagüey
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