En 1902, el primer santo del país, José Gregorio Hernández, fue también el primero de su parroquia en enlistarse como miliciano, en respuesta a las amenazas de potencias extranjeras contra Venezuela.
Ante la agresión de Inglaterra, Alemania e Italia, países que impusieron un bloqueo naval contra Venezuela, el presidente Cipriano Castro logró unificar al país en diciembre de ese año, mediante su famosa proclama, restituyendo garantías constitucionales y promoviendo la creación de milicias populares, en las que Hernández se inscribió como voluntario en defensa de la nación, lo que fortalece su legado al mostrar su disposición a defender la soberanía nacional frente a una agresión extranjera.
Imagen publicada por la Agencia Venezolana de Noticias (AVN)
La proclama de Castro, que iniciaba con la frase ¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria!, motivó a numerosos venezolanos a unirse a las milicias populares. Si bien José Gregorio Hernández no llegó a empuñar un arma, esa acción simbolizó su compromiso con la nación en un momento de crisis.
El poco conocido episodio de la vida del insigne médico y científico venezolano resalta la multifacética identidad de un hombre que conjugó la ciencia, la fe, el patriotismo y su amor por el prójimo dejando una huella imborrable en la historia venezolana.
El miliciano José Gregorio Hernández
Bloque naval a las costas venezolanas en diciembre de 1902
Venerado como el “médico de los pobres”, quien será canonizado en unos días, se destacó no solo por su labor humanitaria sino también por su amor a la patria. Respondió al llamado del presidente Cipriano Castro y el 11 de diciembre de 1902, Hernández se registró voluntariamente en la milicia de la parroquia Altagracia, en Caracas.
La película de Luis Brito García, La planta insolente, recrea el momento del alistamiento del hoy Santo, quien se presenta y dice que, aunque es un hombre de paz, está dispuesto a combatir por su país.
El documento oficial de la Jefatura de Milicias N° 1 registra que José Gregorio Hernández, de 38 años, soltero y médico, residía en la calle Norte 2, casa 36, en la capital. Al respecto, el historiador Miguel Yaber señaló que fue “el primero en alistarse” en la milicia, acto que reflejó su fervor patriótico, a pesar de su conocido pacifismo y devoción religiosa. Por su parte, José Manuel Nuñez Ponte destacó en la biografía que publicó en 1924, el deseo nunca saciado del primer santo venezolano de servir a la patria, y su amor por su gentilicio que le hizo declararse “tan venezolano en todo” que en New York “sentía placer indecible al encontrarse cada rato con un venezolano”.
“Sí, Hernández vivió para su patria, a quien proporcionó un fausto renombre; y hoy, ella le rememora y le celebra ufana, cantando de él la alabanza de San Pedro a Jesucristo, su divino modelo, cuya imitación le movía e iluminaba en toda hora: Pertransiit
benefaciendo!”, escribió Núñez Ponte, haciendo referencia a una vida de obras que fueron semillas de amor para la gente y su patria.
Bloqueo y agresión
El bloque a los puertos de La Guaira, Puerto Cabello y Maracaibo fue impuesto por Alemania, Reino Unido e Italia, el 9 diciembre de 1902, para exigir el pago de deudas, capturando buques venezolanos y bombardeando el fuerte de Puerto Cabello. La agresión buscaba dirimir áreas de influencia en territorios americanos con Estados Unidos, basada en el cobro compulsivo de deudas morosas y reclamos pendientes, a pesar de que el gobierno de Venezuela mantenía objeciones doctrinarias sustentadas en principios de derecho internacional.
Ese día 15 unidades de las armadas inglesas y alemanas atacaron el puerto de La Guaira tomando sin combate seis naves de guerra venezolana y apoderándose de los muelles. Al día siguiente, dos buques alemanes apresaron un vapor de guerra venezolano en Guanta, mientras que en la isla de Trinidad los ingleses incorporaron el buque Bolívar a su flotilla, obligándolo a navegar con bandera británica. Entre los días 12 y 13, una expedición inglesa tomó por asalto el Castillo Libertador y el Fortín Solano de Puerto Cabello. Pocos días después, se unieron dos buques de la armada italiana para dar acompañamiento logístico.
Omagen de Wikipedia
En Puerto Cabello el bloqueo comenzó el 22 de diciembre y el de Maracaibo el 24. Finalmente, el 17 y el 21 de enero de 1903, dos unidades alemanas intentaron pasar la barra del Lago de Maracaibo y, auxiliadas por otras tantas inglesas, libraron un duelo de artillería con la guarnición del Castillo San Carlos, pero se retiraron del lugar sin llegar a la capital zuliana. Todos estos actos violentos se produjeron sin una previa declaración de guerra emitida por alguna de las partes y sin que mediaran ofensas venezolanas a los agresores, que ameritaran una respuesta tan drástica.
Llamado a la unidad nacional
Para 1896, el gobierno de Joaquín Crespo había acumulado una deuda de 190 millones de bolívares que cuadruplicaba los ingresos fiscales de la República. La situación económica no era favorable, pues los precios de los principales productos de la economía nacional, café y cacao, cayeron con el consecuente impacto en las rentas del país. Se sumaban las afectaciones por los enfrentamientos entre caudillos a finales del siglo XIX y las aún presentes consecuencias de las guerras de Independencia y Federal, junto a nocivas políticas fiscales y mala administración.
Cipriano Castro, jefe de Estado desde 1899, había suspendido el pago de la deuda en febrero de 1902, lo que alertó a las potencias acreedoras, que financiaban acciones violentas para tratar de derrocar al gobierno.
Tras la agresión imperialista Castro llamó a la unidad nacional en todo el territorio. Recibió un sólido apoyo de la población, incluso de los que lo adversaban, reforzando internamente su liderazgo. Así ordenó el regreso de los exiliados, la liberación de los presos políticos y mandó a apresar a los súbditos ingleses, alemanes e italianos que vivían en el país.
Castro convocó entonces a las milicias, grupos de civiles armados organizados para la defensa, con entrenamiento militar limitado y disponibles para el servicio de emergencia, cuyos miembros suelen ser voluntarios. El pueblo, con hombres como José Gregorio Hernández dando el ejemplo, reaccionó a la proclama y muchos venezolanos se alistaron como voluntarios en las milicias populares en respuesta al llamado nacionalista.
La planta insolente del Extranjero
“¡La planta insolente del extranjero ha profanado el sagrado suelo de la patria!”, célebre frase pronunciada por el presidente Cipriano Castro durante el bloqueo naval, que resume su firme postura antiimperialista y simboliza el desafío del nacionalismo venezolano a las potencias extranjeras. Esta expresión, vista como un símbolo de resistencia nacional, se inmortalizaría en la historia de Venezuela.
Así marcó un hito la proclama que leyó ante una multitud el 9 de diciembre de 1902 desde el balcón presidencial:
“Un hecho insólito en la historia de las naciones cultas, sin precedentes, sin posible justificación, hecho bárbaro, porque atenta contra los más rudimentarios principios del derecho de gentes; hecho innoble, porque es fruto del contubernio inmoral y cobarde de la fuerza y la alevosía, es el hecho que acaban de realizar en la rada de La Guaira, hace pocos momentos, las escuadras alemanas e inglesas…”, reza una parte del discurso que fue impreso, distribuido en todo el país y publicado en los periódicos.
Las contundentes palabras de la proclama de Castro avivaron el espíritu patriótico. La situación se resolvió mediante el Protocolo de Washington, con la mediación de Estados Unidos, que estableció un sistema de pago a plazos utilizando los ingresos aduaneros del país.
El Protocolo de Washington
El 17 de diciembre de 1902, el presidente Cipriano Castro autorizó a la cancillería venezolana a pedir la intervención del ministro plenipotenciario estadounidense Herbert Bowen para fungir como mediador. Los acreedores aceptaron la medida diplomática con recelo y el 13 de febrero de 1903, se firmó el Protocolo de Washington, que contenía los acuerdos necesarios para la resolución del conflicto. Tras lo cual, el bloqueo fue levantado.
Intercepción y captura del Cañonero Bolívar el 09 de diciembre de 1902. Imagen publicada en Valores Patrios
Por medio de aquellos instrumentos se formalizó el compromiso de reiniciar el pago de la deuda externa. La nación “reconoció y empezó a pagar, previos a los dictámenes de comisiones mixtas, las reparaciones extranjeras por Bs. 35.500.000; Bs. 150.900.000 menos que las demandas iniciales de los reclamantes”.
San José Gregorio Hernández
Más allá de su episodio como voluntario para la milicia, la vida de José Gregorio Hernández en una Venezuela ávida de hombres ejemplares se caracterizó por su dedicación a la medicina, la ciencia y la solidaridad que lo ha hecho ser reconocido como el primer santo de Venezuela. Graduado en 1888, estudió en París y Berlín, donde adquirió conocimientos que lo convirtieron en pionero de la medicina experimental en Venezuela. Entre sus aportes, fundó las cátedras de histología, fisiología experimental y bacteriología en la Universidad Central de Venezuela (UCV), introdujo el uso del microscopio y promovió el uso de métodos científicos modernos.
Durante la pandemia de gripe española de 1918 participó activamente en la Junta Nacional de Auxilios. Su vocación social se reflejó en la “bolsa de los pobres” que colocó fuera de su consultorio para ayudar a los necesitados sin humillación.
Su espiritualidad lo llevó a tratar de ingresar sin éxito al sacerdocio en tres ocasiones. Luego de su muerte en 1919, obtuvo el reconocimiento de todo el pueblo venezolano que lo llevó a ser beatificado en 2021 y al anuncio de su canonización en octubre de 2025.
Así, con la entrega en cuerpo y alma para ayudar a los más necesitados y asistir al enfermo; la instrucción a los futuros sabios, el cumplimiento de las leyes, la prédica de la paz, extrema discreción al juzgar a otros, la independencia y libertad de su espíritu, dio lecciones de patriotismo y de una gloriosa ciudadanía.
Con información de Telesur, El Foco, Vereda ULA, Últimas Noticias y Biblioteca de la Fundación Empresas Polar
Nuñez Ponte, José Manuel. Estudio crítico biográfico del Dr. José Gregorio Hernández. J.M. Nuñez Ponte, 1924. Caracas. Publicado en el sitio oficial del Instituto Autónomo Biblioteca Nacional y Servicios de Bibliotecas
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