Para Juan Loyola el arte no debía ser un privilegio reservado sólo a una minoría con recursos o formación académica, sino un derecho tangible de toda la sociedad, capaz de reflejar la diversidad social, cultural y política. Por ello se le reconoce como un virtuoso que se rebeló contra la elitización del arte.
Sus primeros pasos artísticos los dio a los 12 años con dibujos y pintando pequeñas piedras con el amarillo, azul y rojo del pabellón nacional que nunca abandonaría. Con solo 16 años hizo su primera exposición.
La postura crítica de este artista venezolano hacia la tradicional visión elitista, lo llevó a ser un referente de la democratización cultural en Venezuela y América Latina en el siglo pasado. Propuso un enfoque inclusivo y accesible para romper con las barreras históricas que separaban al arte de la mayoría de la población.
Loyola se inscribió en una generación de artistas contestatarios que cuestionaron la democracia burguesa fortalecida en Venezuela en las últimas décadas del siglo XX. Su práctica irreverente, caracterizada por la apropiación de la Bandera Nacional en soportes tan diversos como su rostro, pinturas y hasta chatarra, motivó que fuera detenido en más de 40 ocasiones.
Desde muy joven ya resaltaba como un autodidacta en la escena artística
Juan Alberto Loyola Valbuena, quien ahora es reconocido como pintor, poeta, escultor, fotógrafo y cineasta, nació en Caracas el 9 de abril de 1952, pero se crió en Catia La Mar, actual estado La Guaira. Desde muy joven ya resaltaba como un autodidacta en la escena artística.
Luego se trasladó a la isla de Margarita, donde trabajó como promotor de las “Plazas de los pintores” (1975 -1976). No obstante, fue a finales de la década de los 70, cuando inició su propia producción artística con las Cajas Negras, ensamblajes de desechos que emulaban el arte povera (movimiento caracterizado por el uso de materiales no tradicionales y cotidianos). Con una de ellas ganó su primera distinción, en el IV Salón Fondene (Porlamar,1979).
Fotografía N°1: Chatarra abandonada en la Isla de Margarita con una frase que reza: Luis Herrera será Presidente. Copey. (S/F). Fotografía N°2: Juan Loyola. “Intervención urbana en chatarra”. Isla de Margarita, 1982. Foto: Eduardo Musauel.
También en Margarita, comenzó con las llamadas chatarras tricolor. Fue así como en Porlamar, frente a la Escuela de Cerámica, apareció un horno desechado pintado con la bandera nacional y sus estrellas. Poco tiempo después Loyola convirtió en una “chatarra intervención humana” a un carro abandonado en la población de Los Robles, obra calificada por algunos como irrespetuosa a uno de los símbolos patrios.
En Caracas, el artista repitió la experiencia con un vehículo abandonado en Las Palmas. Fue retirado por una grúa de tránsito, acción captada por una cámara escondida y reseñada en diarios capitalinos. Era el año 1982 y el autor reveló que se trataba de su forma de expresarle a la gente su sentimiento sobre lo que pasaba en el país: “Ese carro representa lo que es Venezuela actualmente: muy bonita por fuera, pero por dentro está mal, muy mal”.
Iniciador del arte urbano en Venezuela
Juan Loyola rompió con las convenciones establecidas y dejó una huella imborrable en el arte venezolano gracias a su postura crítica y mordaz, lo que lo posiciona como el iniciador del arte urbano en Venezuela.
Este artista irreverente democratizó el arte al apropiarse del espacio público. Buscó generar una conexión directa con la ciudadanía y fomentar la conciencia crítica, mediante la transformación de calles y elementos urbanos en soportes para su obra.
Su sello distintivo fue la utilización de chatarra. Desde vehículos abandonados hasta residuos industriales, como el cartón, sirvieron de materia prima para sus obras, dotándolas de un profundo contenido conceptual, pues lejos de ser meros objetos, estos materiales se erigían en emblemas de denuncia.
Detenido mientras pintaba tricolor un pipote de basura
A finales de 1982, de regreso a Margarita, Loyola fue detenido en flagrancia mientras pintaba tricolor un pipote de basura en el paseo Rómulo Gallegos. La orden fue dada por el entonces prefecto del Municipio Mariño por irrespeto a un símbolo patrio.
En su defensa declaró a la prensa: “Para mí la bandera de Venezuela es el más alto de los símbolos con los que me he identificado como buen venezolano. Pero creo también que es un estandarte para luchar por la justicia y la libertad. La bandera está siendo utilizada en las oficinas por algunos burócratas corruptos e irresponsables y yo, en cambio, intento utilizarla como un grito que nace de la misma tierra para rescatar los valores del pueblo.”
Estuvo cuatro días en prisión. Fue una de las muchas detenciones que padeció Loyola en las décadas 80 y 90, se afirma que sumaron 43. Una de las más sonadas ocurrió cuando irrumpió con un performance referido a la devaluación del bolívar ante el propio Luis Herrera Campins, presidente de la República responsable del llamado “viernes negro”.
En el acto de entrega de los premios del Salón Michelena, en la Casa Guipuzcoana, entró con una gran rueda con las caras de una moneda con desperdicios y objetos rotos adentro. La policía lo arrestó antes de terminar de escribir: “Los bolívares fueron robados por usted Sr. Presidente”. Otra detención notable fue en la otrora Corte Suprema de Justicia, al término de una representación con la que cuestionó la masacre del pueblo durante el Caracazo.
Loyola rechazó la discriminación contra cultores populares
Loyola rechazó la discriminación contra los cultores populares. En una ocasión se disfrazó de Paulina Gamus, entonces presidenta del CONAC, para denunciar el elitismo del sistema cultural venezolano y exigir la inclusión de la cultura popular, que era marginada y menospreciada en los espacios institucionales.
Transformado en una figura controvertida e incomprendida poca cabida tuvo en galerías y otros espacios, de los llamados formales, para exhibir sus creaciones. No obstante, convertido en un artista único, fue galardonado con premios importantes como el Salón Arturo Michelena del año 1983, mención de arte no convencional; además del premio especial de Cine Súper 8 de la VII edición del Festival Internacional de Video en Bruselas en el año 1990.
Aunque en su tiempo la obra de Juan Loyola no fue plenamente comprendida por todos, con los años ha ganado reconocimiento y una mayor valoración. Su mirada adelantada y su compromiso con decir verdades lo han convertido en una inspiración constante para las actuales generaciones de cultores. Loyola falleció a los 47 años a consecuencia de una miocardiopatía dilatada congénita, el 27 de abril de 1999, en Catia La Mar, estado La Guaira.
Con información de Venezolanos Ilustres, Trópico Absoluto, Radio Otilca y Aporrea
Fotos cortesía de Mata Siete, Fundación Juan Loyola (Instagram) y Trópico Absoluto
No te pierdas
> Casa Fleury, histórico espacio para el arte en La Guaira
> Legado escultórico de Alejandro Colina honra la identidad venezolana
> Margariteños humillaron al poderío español en la Batalla de Matasiete
1 comentario