En enero de 2026 entrará en vigencia el Tratado de Alta Mar, el cual ofrece una nueva oportunidad a los océanos, espacios ricos en biodiversidad y fundamentales para la vida de la gran familia humana.
La activación del Tratado sobre Diversidad Biológica Marina en áreas fuera de la Jurisdicción Nacional (BBNJ por sus siglas en inglés), calificado por la propia Organización de Naciones Unidas (ONU) como un logro histórico, proporcionará un marco global para impulsar los objetivos internacionales de biodiversidad, destacando el compromiso de proteger el 30% de las áreas terrestres y marinas para 2030 bajo el Marco Global de Biodiversidad de Kunming-Montreal.
Actualmente, menos del 1 % de las aguas que se encuentran fuera de las jurisdicciones nacionales o en alta mar cuentan con algún tipo de protección efectiva, por lo que se hace urgente accionar medidas efectivas para garantizar la vida en los océanos.
Luego de dos décadas de discusiones, cinco años de negociaciones y más de dos ejercicios de ratificaciones, el pacto se convertirá en ley internacional tras ser ratificado por más de 60 países que han mostrado su compromiso con el objetivo central de garantizar que al menos el 30 % de las aguas internacionales estén protegidas antes de 2030.
Este acuerdo establece normas jurídicamente vinculantes para conservar y utilizar sosteniblemente la biodiversidad marina en alta mar, compartir de manera más equitativa los beneficios de los recursos genéticos marinos; así como crear áreas protegidas y fortalecer la cooperación científica.
Priorizar la salud de los océanos
La ratificación del Tratado de Alta Mar es una señal clara por parte de la comunidad internacional: la salud de los océanos es una prioridad global y urgente. El acuerdo, un paso crucial en la gobernanza de los océanos, se basa en la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, considerada la “constitución de los océanos”.
Con el depósito este mes de septiembre de los instrumentos de ratificación en la ONU por parte de cuatro nuevos países, Sri Lanka, San Vicente y las Granadinas, Sierra Leona y Marruecos, se alcanzó la cantidad de 61 países que han ratificado formalmente el tratado conocido como Acuerdo sobre la Conservación y el Uso Sostenible de la Diversidad Biológica Marina de las Zonas situadas fuera de la Jurisdicción Nacional (Acuerdo BBNJ), adoptado tras casi dos décadas de negociaciones. Esto supone su entrada en vigor en 120 días entre llamadas a los Estados a prepararse para la implementación y así conseguir “una aplicación universal”.
La primera nación en ratificar el tratado fue la República de Palaos, el 22 de enero de 2024, año en el que solo 15 países se sumaron. En 2025 se integraron 45 naciones más hasta llegar a Marruecos y Sierra Leona, el pasado 19 de septiembre. España, se convirtió en el primer país de Europa en ratificarlo, el pasado 4 febrero, seguido por Francia, Chipre, Finlandia y la propia Unión Europea (UE), aunque su firma no se suma al recuento oficial para convertir al tratado en derecho internacional vinculante. El pacto cubre dos tercios de la superficie oceánica mundial que se encuentra más allá de las fronteras nacionales.
Logro histórico
Al celebrar la ratificación del Tratado de Alta Mar, el secretario general de la ONU, António Guterres, calificó el hecho como un “logro histórico para el océano y el multilateralismo. En dos años, los Estados han convertido el compromiso en acción, demostrando lo que es posible cuando las naciones se unen por el bien común”, afirmó en un comunicado dado a conocer luego del anuncio de formalización del acuerdo.
“Al enfrentarnos a la triple crisis planetaria del cambio climático, la pérdida de biodiversidad y la contaminación, este acuerdo es un salvavidas para el océano y la humanidad”, agregó el Secretario General de la ONU, quien urgió al resto de Estados Miembros a unirse al tratado, y pidió a los socios que apoyen su rápida y plena implementación. “La salud del océano es la salud de la humanidad”, afirmó.
Por su parte, Inger Andersen, directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), también celebró este hito a través de las redes sociales. “Nuestro océano es el fundamento de nuestra existencia. Hoy dimos un paso importante para salvar nuestro océano y nuestro futuro”.
A la celebración se sumaron grupos y organizaciones ecologistas, las cuales destacaron la responsabilidad de todos los países de actuar con urgencia antes de la primera COP (Conferencia de las Partes de Naciones Unidas) de los océanos, que se celebrará en 2026. Además, instan a los otros países a ratificar el tratado antes de esta cumbre, pues si no quedarán por fuera de las negociaciones y de la protección de las aguas internacionales. Expertos destacan la necesidad de sumar al tratado a los pequeños estados insulares en desarrollo, los países sin litoral, los países en desarrollo y desarrollados y las principales naciones, para garantizarles su participación en la toma de decisiones.
Acerca del Tratado de Alta Mar
El Tratado de Alta Mar fue adoptado el 19 de junio de 2023 durante la Conferencia Intergubernamental sobre la Diversidad Biológica Marina de las Zonas Fuera de la Jurisdicción Nacional, convocada bajo los auspicios de la ONU. Tres meses más tarde, se abrió al proceso de ratificaciones por parte de los países.
Conocido también como Tratado de los Océanos, regula las actividades humanas en aguas internacionales, las cuales están fuera de la jurisdicción de los estados. Dichos espacios están entre los más ricos en biodiversidad y ocupan dos tercios del océano y cerca de la mitad de la superficie total del planeta.
La norma regula las actividades humanas en alta mar, permitiendo su resguardo mediante la designación de áreas marinas protegidas, y establece un mecanismo para compartir de forma equitativa los beneficios derivados de la explotación de los recursos genéticos marinos. Además, constituye un desarrollo normativo de todos los aspectos medioambientales previstos en el Convenio de Naciones Unidas sobre Derecho del Mar (UNCLOS).
Entre otros, el texto sienta las bases para el establecimiento de zonas marinas protegidas, garantiza que se tenga en cuenta el impacto medioambiental de las actividades en aguas internacionales y facilita la cooperación entre países en tecnología marina. Concretamente, el tratado establece el compromiso de declarar área protegida un 30% de la superficie de alta mar antes del año 2030.
Necesaria protección de los océanos
En la actualidad, solo el 0,9% de las aguas internacionales tiene alguna medida efectiva de protección, por lo que el Tratado de Alta Mar resulta crucial para aumentar esa área mediante la creación de santuarios marinos que coadyuven a mitigar la crisis climática y salvaguardar la seguridad alimentaria para los miles de millones de personas que dependen de los recursos de los océanos.
El reto es complejo, pues para llegar al 30 % de la superficie marina habría que actuar, cada año, sobre más de 12 millones de kilómetros cuadrados desde ahora hasta el 2030. Hoy, debido al bajo nivel de protección en altamar, hay importantes áreas vulnerables a la sobrepesca, la minería submarina, la contaminación y los efectos del cambio climático.
Para establecer una red de santuarios marinos en aguas internacionales y lograr la protección del 30% de los océanos antes de 2030, los Gobiernos deben comenzar a trabajar de inmediato. Además, deben asegurar que la declaración de santuarios se realice tomando como base la evidencia científica disponible y contando con la participación de los pueblos indígenas y las comunidades locales, para garantizar que el proceso está respaldado por la ciencia y sea socialmente equitativo y sostenible.
En este sentido, el documento resalta el poder de la gente cuando actúa unida en torno a una campaña por la protección de los océanos que ha contado con el apoyo de más de tres millones de socios y socias en todo el mundo, el sector de la pesca artesanal y cientos de personalidades del sector de la cultura.
Urge efectiva aplicación del tratado
El océano no conoce fronteras y la activación del Tratado de Alta Mar confirma que los países pueden unirse para proteger el planeta, pero es necesario que terminen la explotación y destrucción de éstos por lo que el acuerdo es la herramienta necesaria para lograrlo.
En este sentido, la prueba para este tratado es una aplicación efectiva que aporte beneficios concretos a los ecosistemas marinos y a las comunidades que dependen de ellos. Mientras avanza el proceso de la Comisión Preparatoria, que se reunirá en marzo de 2026, los gobiernos deben trabajar coordinadamente para establecer las instituciones y los procedimientos para convertir este acuerdo en una protección duradera de la biodiversidad marina.
Los Gobiernos de todo el mundo deben asegurar que la primera COP de océanos sea un punto de inflexión, y empezar desde ahora a trabajar en pro de los santuarios marinos. Asimismo, ecologistas junto a millones de personas en todo el mundo piden a los estados que se sumen a una moratoria sobre la minería submarina, una nueva forma destructiva de explotación que dañaría los océanos de forma irreparable.
Por lo pronto estos cuerpos de agua continúan expuestos a estas amenazas: más de 100 millones de toneladas de plásticos flotan en ellos; absorben una cuarta parte de las emisiones de CO₂ provocadas por actividades humanas cada año y el incremento de la temperatura, entre otras, que agrava el estrés sobre ecosistemas marinos y provoca blanqueamiento de corales.
Con información de ONU, Ecoticias, EFE Verde y Ecoavant
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