El 10 de mayo de 1795 es una fecha significativa en historia de Venezuela por la rebelión de José Leonardo Chirino, zambo libre que comandó un movimiento insurgente en contra de la opresión del sistema esclavista colonial. Aunque no se propagó más allá de una parte del occidente del país, fue un movimiento precursor pues no sólo buscó la abolición de la esclavitud, sino además planteó una propuesta de soberanía.
En medio de los tratos cueles, abusos y atrocidades a los que eran sometidos los esclavos, el deseo y las ansias de conquistar la libertad se expresaron, como gesta emancipadora, en varios alzamientos ocurridos en Venezuela y América Latina. Entre ellos, el movimiento encabezado por Chirino tuvo un impacto político, social y económico en la sociedad colonial venezolana pues logró alterar el orden establecido.
A pesar de que no alcanzó su objetivo, la insurrección de Coro es considerada como uno de los movimientos políticos originarios porque expresó, en su momento, las demandas sociales que confluirían en el complejo
Como en muchos otros casos la narración de la Independencia venezolana minimiza el rol desempeñado por los sectores populares, pero la revolución precursora de José Leonardo fue tan importante que quedó impresa en la historia a pesar de que esta se escribía conforme “a las rígidas pautas de un orden social basado en la desigualdad y la exclusión”.
El zambo José Leonardo Chirino
El zambo José Leonardo nació en Curimagua, estado Falcón, el 25 de abril de 1754. Era hijo del esclavo Juan de la Rosa “Guatú”, a quien le fue impuesto el apellido Chirino por ser propiedad del presbítero Cristóbal Chirino. Pero José Leonardo nació libre, por venir del vientre de la indígena María Pascual.
Desde joven José Leonardo Chirino trabajó como peón y jornalero de la hacienda de una de las familias más ricas de la región. Por eso tuvo la oportunidad de viajar con cierta frecuencia a las islas de Curazao y de Santo Domingo Francés, actualmente Haití. Allí se informó acerca las sublevaciones de los haitianos bajo las órdenes de Toussaint Louverture.
Hombre trabajador y de familia, se casó con una mulata esclava de nombre María de los Dolores, y tuvo tres hijos: María Viviana, Rafael María y José Hilario, quienes tristemente nacieron bajo el estigma de la esclavitud.
Aunque los hombres y mujeres esclavizados fueron los motores de la prosperidad económica vivida por las provincias durante la vida colonial, eran continuamente objeto de vejámenes, injusticias y condiciones extremas de trabajo porque se les consideraba como mercancía y no como seres humanos. Condiciones deplorables por las que los esclavos rumiaban su descontento continuamente y buscaban ocasiones para escapar. Así fueron ganando terreno, poco a poco, las ideas libertarias en José Leonardo Chirino.
Bases de la lucha
Tanto en Curimagua como en toda la Sierra de Coro, la estructura social era bastante desigual. Si bien los esclavos e indígenas eran mayor en número que los blancos criollos y españoles, no tenían derecho a nada.
José Leonardo que conocía esta realidad desde muy joven fue testigo del grupo de cimarrones de la Sierra, un referente de organización y reivindicación africano, originarios de Guinea y el Congo francés, quienes formaron cumbes conocidos como “loangos”. Llegaban huyendo de Curazao y eran reconocidos como libres una vez que pisaban suelo venezolano. José Caridad, González, uno de ellos, destacó por su conocimiento y destreza en idiomas que incluían francés, español y patuá curazoleño. Caridad era además representante de su comunidad ante autoridades e instituciones coloniales.
Este hombre viajó a España donde logró obtener títulos de propiedad de tierras para su grupo. También obtuvo información de la Real Cédula emanada en 1789 por el Rey Carlos IV, conocida como el Código Negrero, que establecía un régimen de mejor consideración para los esclavos. Al respecto se decía que las autoridades coloniales y especialmente el Cabildo de Caracas, se oponían a darle cumplimiento porque atentaba contra los derechos de los propietarios.
Esta información, junto a la aportada por Chirino sobre el movimiento de los Jacobinos Negros, así como la de los cambios suscitados por la revolución francesa, y las ideas libertarias de ese movimiento, fueron introducidas por José Caridad González y José Leonardo Chirino en la población coriana, entusiasmando a los negros esclavos. Para 1795, se había creado entonces un ambiente propicio para el levantamiento en Coro. Estaba germinando la insurrección.
La ley de los franceses
Libertad, justicia e igualdad fueron las aspiraciones y la Sierra de Coro se convirtió en el escenario para alcanzar el objetivo. José Leonardo Chirino empezó a tramar la conspiración a fines de marzo de 1795. El 10 de mayo promovieron un baile en la hacienda Macanilla y en la noche pasaron a la hacienda El Socorro, donde dieron el grito de rebelión. Allí Chirino proclamó la “Ley de los franceses”, que promovía “las ideas de soberanía y libertad con la finalidad de crear una República, la abolición de la esclavitud y la destrucción del régimen basado en la servidumbre, la supresión de los privilegios y la eliminación de los impuestos de alcabala. Por fin todos serían libres y dueños de su voluntad”.
Progresivamente, el levantamiento pasó a las haciendas Varón, Sabana Redonda, La Magdalena y otros espacios productivos de la región coriana. Los propietarios fueron sorprendidos por José Leonardo Chirino y un grupo de mulatos. Las haciendas fueron saqueadas, otras incendiadas y algunos blancos, dueños de las haciendas, heridos o asesinados.
Los insurrectos reclutaron más hombres y buscaron el apoyo de otros esclavos, mulatos y algunos indígenas de los grupos caquetíos, jiraharas y ajaguas, con el propósito de asegurar el paso hacia la ciudad de Coro. Reunieron unas tres centenas de rebeldes, pero las autoridades conocían el hecho y que los alzados solo estaban armados con machetes y palos.
Fin de la revolución de José Leonardo Chirino
Con la información que tenían, españoles y criollos organizaron la defensa y la represión de esta revolución precursora. Al llegar a Coro los rebeldes fueron repelidos y en el enfrentamiento muchos de ellos resultados asesinados y otros apresados. Emprendieron una persecución feroz y la ejecución los alzados sin juicio previo. Debían evitar a toda costa nuevos motines tanto en la región coriana como en otras zonas de la Provincia de Venezuela.
La revolución precursora encabezada por José Leonardo Chirino terminó de forma cruel y drástica, luego un pequeño combate entre los insurrectos y las milicias de blanco. Entre el 10 y 12 de mayo, más de 100 negros y mulatos fueron apresados, 86 fusilados sin previo juicio, siete degollados el mismo 12 de mayo y nueve al día siguiente. Más tarde, el 18 de ese mes, 23 esclavos más fueron ajusticiados, mientras que otros 25 rebeldes fueron asesinados cinco días después.
José Caridad González se presentó ante el Teniente de Justicia Mayor de Coro, Mariano Ramírez Valderraín, para ofrecer su apoyo y dar noticias de los mulatos alzados, pero fue aprehendido y luego asesinado cuando intentó huir de la Cárcel Real de la Ciudad.
Por su parte, José Leonardo Chirino, como no había acompañado al primer grupo que se dirigía a la ciudad de Coro, logró huir de la persecución e internarse en lo más lejano de la serranía coriana.
Traición, muerte y dolor
Después de estar escondido por tres meses, José Leonardo Chirino fue traicionado por uno sus compañeros. En agosto de 1795 fue detenido en Baragua. Inmediatamente fue trasladado a Coro y luego a Caracas, donde fue enjuiciado por la Real Audiencia. La cruel sentencia evidenció la firme determinación de las autoridades de castigar con severidad cualquier intento de socavar el orden establecido.
Tras determinar que Chirino había incurrido en delitos de subversión el 10 de diciembre de 1796, la Real Audiencia lo condenó a morir ahorcado en la plaza Mayor, hoy Plaza Bolívar. Además se ordenó que fuera arrastrado desde la Cárcel Real y se verificara su muerte cortando su cabeza. Esta sería colocada en una jaula de fierro sobre un palo en el camino que salía de la ciudad para Coro y para los Valles de Aragua. También fueron cortadas las manos de Chirino, las cuales terminaron en un palo que fue ubicado en la inmediación de la aduana de Caujarao, camino a Curimagua.
Pero a las autoridades les pareció poco el castigo, así que la esposa e hijos de Chirino fueron sentenciados a la separación y posterior venta como esclavos en diferentes sitios de la Provincia de Venezuela.
Con la muerte de José Leonardo Chirino, dieron por concluido el capítulo de una revolución precursora que atentó contra la clase dominante y alteró el régimen establecido.
Espíritu de libertad
Por años en la Sierra habló de libertad. La lucha del zambo José Leonardo Chirino fue precedida por la de otros destacados hombres y mujeres que la historia de la época, escrita por quienes detentaban el poder, tergiversaron o ignoraron.
Sin embargo, el espíritu emancipador propio de la condición humana ante la barbarie y la humillación acompañó a los esclavizados en su faena cada día de sus vidas. Cualquier intento de librarse del yugo español era duramente castigado porque era una amenaza contra orden social imperante. Los crueles castigos incluían, además de dar fuertes azotes, cortar la mano derecha, mutilar los pies, castrar y por último la muerte.
A pesar de ello, América fue escenario de diversos focos libertarios, comunidades formadas por los primeros rebeldes que escaparon de la opresión para constituir territorios liberados. Espacios que recibieron diferentes nombres como quilombo en Brasil, y cumbes, minas o palenques en Venezuela.
Aunque la historia escrita por el poder establecido fue contada con sesgo y racismo, las rebeliones más impactantes para el sistema dominante se impusieron al olvido. En el caso de la revolución precursora de José Leonardo Chirino, pese a ser una manifestación de carácter local pasó a ser universal, como símbolo de la lucha contra la injusticia y por la libertad.
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