Cuando uno admira el hermoso paisaje de suelo grisáceo de los Andes venezolanos, cuna del frailejón, protector de los páramos, se encuentra con éstas plantas, testigos de muchas épocas de la historia de Venezuela, pues han permanecido allí por cientos de años cuidando este ambiente de características únicas en todo el mundo.
Y es que al hablar del páramo andino venezolano, instantáneamente proyecta la imagen de frailejones, las plantas más emblemáticas de este ambiente de la alta montaña tropical.
Los frailejones existen sólo en Venezuela, Colombia, y el norte de Ecuador. Pertenecen a la familia Compositae, que incluye otras plantas como las margaritas, geranios, el girasol y el tabacote morado del páramo. Dicen que su nombre popular, frailejón, surgió de la imaginación de algunas personas al comparar su apariencia con la figura de un corpulento fraile encorvado entre la niebla.
El abuelito andino
El frailejón habita desde hace aproximadamente tres millones de años en nuestro planeta. Cada planta tarda en crecer un centímetro por año, llegando a alcanzar una altura de dos a tres metros. Pueden vivir de 200 a 300 años, por lo que son considerados los abuelitos del Páramo.
No está fuera de lugar entonces imaginar que cualquiera de estas grandes plantas pudo haber observado al Libertador Simón Bolívar en su paso por Los Andes, o a los indios Timoto-Cuicas en sus asentamientos.
Los frailejones son fundamentales pues son claves en el proceso de captar agua en época de lluvias y liberarla en tiempos de sequía, adicionalmente, permiten la circulación de agua que, posteriormente, va a parar en los ríos y quebradas. Conocido como el pulmón de los páramos, su proceso de filtro funciona a tal punto que hace que el líquido que sale de ellos sea apto para el consumo humano.
Evitan la erosión al absorber humedad y proteger las nacientes de ríos y lagunas de origen glaciar, lo que contribuye a reducir el impacto del calentamiento global.
Pintado de amarillo
En los Andes venezolanos existen más de 60 especies de frailejones, y la especie más común es la Espeletia schultzii, conocida como Frailejón de Octubre pues es a partir de ese mes cuando pinta el páramo de Mucubají con millones de flores amarillas. En diciembre, aunque en menor cuantía, se ven muchas inflorescencias todavía radiantes. El característico manto dorado se puede ver esos meses en la Laguna de Mucubají, La Culata, el Páramo de Los Conejos, Los Nevados, Gaviria o Gavidia.
El frailejón octubre tiene un solo tronco sin ramas, en cuyo interior vive una rica diversidad de invertebrados. Su estructura es laminar y delgada, pero protegida del frío por una gruesa capa aislante de vellosidades. Esta mullida cubierta sirve de aislante ante los cambios de temperatura. Sus hojas muertas en lugar de caer permanecen protegiéndolo, lo que permite su crecimiento y cuidado.
Hacia el páramo de Piedras Blancas, en la Sierra de la Culata, hay otra especie muy interesante, debido a que alcanza más de dos metros de alto, la Espeletia moritziana, cuyas flores salen en forma de cabezuelas solitarias contrastando con las inflorescencias en forma de racimo o corimbo de la Espeletia schultzii.
Las flores de frailejón son polinizadas por insectos como mariposas y abejas, pero también son visitadas por colibríes buscando néctar. Cuando de sus semillas se producen plántulas de color gris plateado, de milímetros de diámetro, crece para adornar de nuevo el páramo con más flores.
Propiedades medicinales del frailejón
Los habitantes de las altas montañas le han atribuido poderes medicinales al frailejón, su resina se usa como ungüento y el té o cataplasma preparado con las hojas, combate el asma y afecciones pulmonares. Incluso le atribuyen propiedades curativas ante tumores.
Lamentablemente, debido a esto, esta planta suele ser explotada para su uso indiscriminado, amenazando con ello no solo su subsistencia sino la del ecosistema de los páramos.
Diferentes movimientos ecologistas han luchado para mantener lejos de los páramos actividades como la ganadería porque su presencia puede causar daños irreversibles en los frailejones.
Es responsabilidad de todos los venezolanos, primeros testigos de las cualidades de esta planta, cuidar al protector de los páramos para continuar disfrutando de la belleza de los andes, otra muestra de lo afirmativo venezolano, por muchos años más.
Con información de En conversación, Tierra de Gracia , Mucabají
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