Frente al Mar Caribe, ubicada en el casco histórico de La Guaira colonial, se ubica la Casa Guipuzcoana. Una joya arquitectónica que data de 1735, año en que la Real Compañía del mismo nombre, inició operaciones para manejar el comercio entre Venezuela y España.
La empresa fue creada, como una figura jurídico – mercantil por Felipe V, mediante Real Cédula en 1728, gracias a la iniciativa de un grupo de comerciantes vascos, quienes establecieron un monopolio de importación de mercancías europeas y de compra de bienes producidos en provincias como Venezuela.
Construida por los vascos, esta antigua estructura es una muestra de la imponente arquitectura civil heredada de la época colonial y uno de los monumentos de nuestro patrimonio arquitectónico.
Primera aduana
El edificio ejerció una importante influencia en la fisonomía y la conformación urbana de La Guaira de esa época. Además de su papel como centro económico y comercial, también sirvió de posada para importantes personajes como el Libertador Simón Bolívar, Luisa Cáceres de Arismendi y José Antonio Páez
La factoría de La Guaira se convirtió en la primera aduana del país. Con sus 1300 metros cuadrados, fue la edificación civil de mayor envergadura que se realizó durante la época colonial.
Además de la casa, se construyó una panadería, ya desaparecida, que constaba de dos pisos con techo a dos aguas y otra estructura de una sola vertiente para resguardar los hornos.
Estructura a prueba de siglos
Es una casona de tres pisos, algo inusual para el momento en que fue construida. La estructura de la Casa Guipuzcoana, que ha resistido la prueba del paso de los siglos, fue ordenada alrededor de un patio central rodeado, a su vez, por un corredor de ocho apoyos al que se ingresa a través de un zaguán.
La planta baja de la emblemática construcción está compuesta de seis grandes espacios con salida a la calle, que eran utilizados como almacén para albergar los bienes producidos en la Provincia.
El primer piso fue diseñado para albergar alcobas, salones y servicios para atender reuniones de negocios y recibir a los notables personajes de la época. En el tercero, de menor tamaño, se encuentran cuartos y pasajes.
En su imponente fachada destacan tres balcones, uno ubicado en el gran salón y otros dos en las esquinas, que permitían tener una amplia visual del mar, cuyas olas tocaban su entrada; así como la llegada y el retorno de los navíos.
Comercio recíproco y exclusivo
La creación de la Compañía Guipuzcoana permitió asegurar el comercio recíproco y exclusivo entre España y las provincias de Venezuela, en una época en la que imperaba la piratería, el tráfico de esclavos y el comercio ilegal que afectaba los intereses de la corona.
Bajo la protección real, lograron frenar el contrabando al perseguir y hostilizar al resto de naciones que ejercían ilegalmente el comercio con su colonia. Esto permitió incrementar los embarques de frutos, cacao y tabaco ofrecidos en la Península a menores costos.
A pesar de su gran influencia en el desarrollo económico, social y político, las operaciones monopolísticas y el control excesivo de la compañía, despertaron un profundo malestar entre hacendados, comerciantes y gente del pueblo que plantaron una semilla que germinaría, en el posterior proceso de independencia.
Cambio profundo en el sistema de comercio
Tanto la Casa Guipuzcoana como el sistema comercial desarrollado a través de ella, significaron un cambio profundo en el régimen de comercio típico de nuestras provincias, ya que era la única empresa autorizada para vender productos europeos y comprar los que se producían en ellas.
Esta histórica edificación fue una de las instalaciones diseñadas para propiciar la expansión de las zonas cacaoteras y de otros cultivos de zonas como los Valles del Tuy y El Guapo.
Junto a la de Puerto Cabello, formó parte de un circuito comercial que ofrecía facilidades portuarias y cercanía a los centros de producción, desde Guipúzcoa hasta nuestros puertos, para acopiar y distribuir los productos en el resto de las provincias.
Patrimonio histórico
La Casa Guipuzcoana es parte de la memoria histórica de Venezuela. Fue la primera aduana del país y, a través de los años, ha sido sede del poder civil y militar en La Guaira.
En 1964 fue declarada Monumento Nacional por la Junta Nacional Protectora y Conservadora del Patrimonio Histórico y Artístico de Venezuela. Un año después, el Concejo Municipal del Distrito Federal la declaró patrimonio histórico de la ciudad de Caracas.
Más recientemente, en el año 1997, el Concejo del Municipio Vargas la nombró como sede del Museo Municipal y Oficina del Patrimonio Cultural y Natural del estado, además de la Oficina del Cronista Oficial.
A pesar de todos estos reconocimientos la Casa Guipuzcoana, soberbio ejemplo de nuestra arquitectura colonial, no ha podido hacer su transición a Museo y su estado de conservación, está catalogado como regular por el Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) debido a problemas con la restauración de la madera de su estructura.
Con información de Venezuela Histórica y Cultural, Patrimonio de Vargas y Facultad de Arquitectura UCV
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