Inicio DestacadasEdificio Árbol para Vivir, ícono de la arquitectura bioclimática en Venezuela

Edificio Árbol para Vivir, ícono de la arquitectura bioclimática en Venezuela

Fue creado y diseñado por arquitecto tachirense Fruto Vivas

por Haiman El Troudi
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Basándose en las insuperables estructuras preexistentes en la naturaleza como los panales de las abejas o los nidos de los pájaros, y tomando a los árboles como el mejor ejemplo del manejo de las corrientes convectivas, el arquitecto Fruto Vivas diseñó el Edificio Árbol para Vivir, ubicado en Lechería, Anzoátegui.

Construido entre 1990 y 1994 para la cooperativa de trabajadores de Corpoven (filial de PDVSA), es una propuesta pionera de vivienda multifamiliar donde confluyen el bioclimatismo y el diseño socialmente consciente. Su sistema de enfriamiento natural con ventilación cruzada hace que esta obra emblemática sea un referente de arquitectura sostenible en Venezuela

“Todo edificio debe de contar con: abastecimiento de oxígeno, abastecimiento de alimento reciclable y confort climático, frescura y aroma”, dijo Vivas en reiteradas ocasiones.

La obra Árbol para Vivir se basa en las “estructuras límites” que buscan integrar armónicamente la vivienda con la naturaleza y la cultura, minimizando la necesidad de climatización artificial a través de la sombra y la ventilación natural. Así, el edificio es concebido como un “árbol” con tronco y ramas que genera un microclima interno propicio para el confort, simbolizando la vida y crecimiento.

La filosofía en que se apoyan los Árboles para vivir

La necesidad fundamental del hombre de integrar arquitectura y naturaleza en un solo contexto es la base filosófica de la propuesta. Como él lo explica en su libro Las casas más sencillas, publicado por la Fundación Editorial El perro y la rana en 2011:

“(…) Parte de la premisa de que todos los árboles nos brindan el oxígeno vital para la vida.  También nos dan frutos para la alimentación, y, además nos proporcionan bioclima. En todos los árboles, al recibir los rayos del sol, se produce la evaporación. El agua se volverá nube y luego lluvia. De inmediato la temperatura interior del árbol se modifica a través de corrientes convectivas ascendentes, de aire renovado.  Se produce un nicho bioclimático de alto valor.  Si en toda nuestra arquitectura emulamos este funcionamiento de los árboles, habremos iniciado, lo que yo llamé, desde hace cuarenta años, los Árboles para vivir”.

La ciudad podría ser enteramente colgante, sin que el hábitat del suelo se dañe. Fruto Vivas

Otro concepto que destaca en la propuesta arquitectónica de Fruto Vivas es el de las estructuras límite. Está inspirado en las “antecesoras naturales de las viviendas humanas”, las moradas construidas por los animales desde hace millones de años, a las que calificó de estructuras “hechas dentro de la norma de máxima eficiencia y del mínimo peso, con formas geométricamente perfectas” y que son un ejemplo para para unir la eficacia con la calidad constructiva, escribió en Las casas más sencillas.

Sobre ello señaló en una ocasión: “Vayamos hacia las estructuras límite para construir con la materia óptima necesaria, con la forma de máxima eficiencia y demos a la edificación el carácter mutante propio de la vida. Que la ciudad cambie como cambian los bosques, sin morirse, en un mundo dialéctico de íntima relación pero a la escala gregaria del hombre, donde sea posible el amor social en estructuras urbanas y en armonía con la naturaleza”.

Árbol para Vivir, obra maestra de vivienda multifamiliar

La vivienda multifamiliar fue concebida en volúmenes horizontales y no en vertical sino. Es una mega estructura modular de marcos portantes que se apoyan en columnas laminares escultóricas (huecas) de 13 metros. Así se forma los módulos horizontales con seis tipos de apartamentos que se cruzan y traslapan entre sí, dando la sensación de que la edificación flota a pesar de su estética pesada. Una torre vertical central conecta los módulos mediante puentes y pasillos, favoreciendo la circulación y la ventilación cruzada. La fachada policromada, con colores vivos como amarillo, azul y rojo, le da identidad visual al edificio.

Su construcción con materiales prefabricados y livianos permitió que el conjunto residencial de 180 apartamentos se erigiera en apenas 45 días. El edificio Árbol para Vivir fue analizado por la Universidad de Barcelona, España, comprobando su eficiencia bioclimática.

Al describir la obra en su libro, el arquitecto Fruto Vivas indica: “El edificio fue pensado para adecuarse lo más posible al clima húmedo y cálido del caribe. La estructura posee vanos, y está desarrollada para que exista ventilación cruzada aun cuando sus ventanas estén cerradas. El sol también fue un factor influyente en el diseño, generando retranqueos en la fachada y utilizando vidrios cromados para evitar la incidencia directa de éste y un sobrecalentamiento del interior de la vivienda”.

El lenguaje arquitectónico innovador de Fruto Vivas

Para Fruto Vivas “todo acto humano es político y el de construir lo es de sobremanera” por lo que su obra arquitectónica, como lo acotó su colega Juan Pedro Posani, va más allá de la estética. Reiteró que trabajar por la felicidad humana es más importante que crear ciudades hermosas. “La gran tarea que tenemos como arquitectos profesionales es estar al servicio de los que más lo necesitan”.

Este ingenioso tachirense definió a la arquitectura como “el organismo exterior de un ser humano, creado por él mismo” y le dio un carácter biológico porque creaba y diseñaba basándose en estructuras preexistentes en la maestra naturaleza.

“Si somos capaces de crear espacios a la sombra y frescura de los árboles, donde tengamos aire puro y podamos abastecernos, así como reciclar todos nuestros productos orgánicos, comenzaremos a reconquistar el mundo que hemos perdido”, escribió en Las casas más sencillas.

 

 

Con información de Archdaily, Fundación Arquitectura y Ciudad, ArquitecturArchitecture Blogspot y Fundación Editorial El perro y la rana

Vivas, Fruto. “Las casas más sencillas”. Editorial El Perro y la rana, 2011.


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