Producto del exótico mestizaje de diseños, materiales y usos heredados de nuestros pueblos originarios e implantado por los conquistadores españoles, la arquitectura tradicional está insertada en nuestros paisajes y en los escenarios de nuestra historia, lo que constituye un eslabón especial de la memoria venezolana.
Si bien la huella histórica se remonta a la denominada arquitectura neoindia (período establecido desde el año 1000 a.c hasta el siglo XV d.c), se podría señalar como un momento estelar el bautizo de nuestro país con el nombre de Venezuela, cuando los conquistadores recordaron la ciudad de Venecia al ver a los palafitos sobre las aguas, durante su primer recorrido por el territorio patrio.
Desde entonces, la arquitectura tradicional se ha constituido en un ámbito patrimonial de gran significación como expresión de un pueblo noble y valiente, cualquiera sea la región en la que esté asentada. Habiendo abordado el tema de la arquitectura tradicional en las costas del país en una entrega anterior, daremos continuación con este tipo de construcciones en los llanos y la montaña; así como en los escenarios religiosos y militar.
Evidencia de la prosperidad en los llanos
Un rasgo peculiar de la arquitectura tradicional de los llanos venezolanos es que las viviendas son más grandes y más altas que en el resto del país, lo que ofrece mayor comodidad. De igual manera existen muchas casas de doble planta, las más altas sustentadas en columnas de mampostería en lugar de las comunes columnas de madera.
El uso de la mampostería como sistema constructivo significa una mayor inversión en la construcción, por lo que su presencia en la arquitectura tradicional de los llanos es visto como evidencia de que los pueblos llaneros eran ricos en el siglo XVIII porque su actividad agrícola y ganadera, eran el sustento de la economía nacional.
Como dato curioso, vale mencionar que en los llanos occidentales hay evidencias de la denominada arquitectura neoindia (año 1000 a.c hasta el siglo XV d.c) en construcciones artificiales asociadas a la agricultura, que consisten en terraplenes, campos elevados, camellones o calzadas que funcionaban como muros de contención de las aguas en zonas inundables por los que se podía transitar.
La arquitectura en regiones montañosas
Caracterizada por el uso de la tapia española, el bahareque autóctono, la paja, la teja, la madera y la piedra como materiales de construcción, la arquitectura tradicional de montaña está clasificada tres regiones: los andes, los valles centrales y las sierras tanto de Falcón como de Lara.
Basadas en el modelo de casa española (castellana prefieren llamarla algunos autores), las viviendas de montaña poseen un patio central, zaguán, solar o patio posterior y un corredor interno alrededor del cual se ubican las habitaciones. La distribución poco varía, sean grandes (como algunos hoteles y fincas) o pequeñas.
De las tres regiones señaladas, resalta la andina por la influencia en su arquitectura de las diversas culturas prehispánicas de la cordillera que atraviesa Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile y Argentina, como el uso de piedras exactamente labradas y adosadas en las áreas de cordillera; así como el manejo de los niveles y la andenería como parte de la contextualización orgánica de la obra con el entorno.
Templos entre escasez y abundancia
La construcción de templos ha enfrentado en nuestra historia, épocas de escasez y abundancia. Los heredados de la colonia comparten una planta rectangular y tres naves separadas por arcos de cubierta de alfarje compuesta de una armadura de madera de pares, nudillos, tirantes y almizate.
La poca diversidad de materiales de construcción dictó el diseño y la calidad de estas edificaciones que, prácticamente, carecían de variantes relevantes, por lo que destacaban por su sencillez. Muchos templos quedaron destruidos por el terremoto del 1641. Pasaría casi un siglo para la reconstrucción, espera que valió la pena, pues con la apertura de la Compañía Guipuzcoana la actividad económica se dinamizó, lo que permitió invertir en nuevas arquitecturas, en especial de tipo religiosas.
De los momentos estelares de la independencia de Venezuela, destaca la iglesia de San Francisco, en Caracas, porque fue el escenario de la proclamación de Simón Bolívar como Libertador en el año 1813 tras el éxito de su titánica Campaña Admirable.
Fortalezas para la defensa de los conquistadores
Castillos, baluartes, cuarteles y fortificaciones fueron construidos durante la colonia por los conquistadores españoles para defenderse de corsarios y piratas que llegaron a saquear ciudades costeras e intentaron apropiarse de ellas. De acuerdo a historiadores, tales piratas o “tripulaciones armadas” eran auspiciados por reinos europeos en crisis económica como el inglés, el holandés, portugueses y franceses.
Estas edificaciones fueron usadas como cárceles a lo largo de la guerra de independencia contra el imperio español. Realistas y patriotas estuvieron presos en ellas, entre las cuales resalta el castillo de San Rosa, en Margarita, donde nuestra heroína Luisa Cáceres de Arismendi, esposa del general en jefe Juan Bautista Arismendi, estuvo encerrada entre paredes de bahareque, ladrillo y barro. Y donde su bebé murió al nacer, desgracia pese a la cual no se doblegó ante sus captores.
La arquitectura tradicional nos conecta con nuestra historia, con experiencias de vida que se han ido transmitiendo y readaptando a lo largo de generaciones. Mantener el reconocimiento social en relación con este patrimonio, pasa por el conocimiento de su importancia y el respeto como voluntad colectiva.
Con información de Patrimonio Arquitectónico, Biografías y Vidas, Venezuela Tuya y Barinas
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