El Alcaraván es un ave característica de la cultura y el folklore venezolano, su protagonismo en canciones y creencias populares, la han convertido en una leyenda.
Icónico de la vida en el campo, especialmente de nuestros llanos, el Alcaraván es nativo de Suramérica y tiene una amplia distribución desde México hasta el norte de Brasil, paseándose por Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Paraguay, Perú, Argentina y Uruguay, países en los que habita en praderas, pastizales, lagunas y humedales.
Esta ave, también llamada zancuda por el peculiar largo de sus patas, pertenece al orden de las Charadriiformes. En nuestro país podemos disfrutar de dos especies de este orden, aunque de diferentes familias, conocidas ambas con el nombre de Alcaraván y las denominaciones científicas Burhinus bistriatus y Vanellus chilensis.
El Alcaraván Venezolano
El Burhinus bistriatus o Alcaraván venezolano es un ave corredora de hábitos nocturnos que, ante el peligro, permanece inmóvil y se camuflajea entre los pastizales, gracias al discreto color café de su piel, lo que lo hace pasar inadvertido en su entorno natural.
Es la más grande de las dos especies presentes en nuestro territorio, pues llega a medir entre 46 y 50 cms. Sus enormes y amarillos ojos, semejantes a los del búho, le permiten desplazarse de forma activa en sus bulliciosas correrías nocturnas.
Durante el día suelen adoptar una posición de agachadas sobre el suelo para pasar desapercibidas. Son aves bastante nerviosas y muy agresivas en la época de reproducción.
La monogamia es parte de su comportamiento reproductivo del Alcaraván venezolano. Suelen andar en parejas o en grupos disgregados. Una vez aparejados, anidan dos huevos de color aceitunado en el suelo y se mantienen en vigilia para distraer a los depredadores.
Autóctono habitante de la sabana
La otra especie de Alcaraván que vive en el país, el Vanellus chilensis cayennensis, es un autóctono habitante de la sabana venezolana. Específicamente podemos encontrarlo en los estados Amazonas (extremo norte), Bolívar (Caicara, Maripa), Delta Amacuro (Sacupana), Mérida (ciudad de Mérida), Monagas (La Padrita, Río de Uracoa) y Zulia (Catatumbo, Perija).
También conocido como Caravana o Ave Fría, está subespecie del Vanellus chilensises es una aliada del hombre en el control de plagas agrícolas, porque se alimentan de insectos pequeños presentes en cultivos. Es pequeña (puede medir entre 32 y 38 centímetros) y sus ojos, también pequeños, son rojos.
A esta especie le gusta vivir en los terrenos descampados cercanos a ríos y lagunas o terrenos inundados, incluso en las zonas urbanas donde ocupan pastos cortos o playas arenosas.
Al anidar en el suelo a campo abierto, ponen de 3 a 4 huevos gris verdoso con manchas oscuras, que cuidan de forma astuta. Ante la presencia de extraños, se echan en lugares apartados del nido aparentando que empollan o hacen vuelos cortos, simulando estar heridos, para alejar a los intrusos.
El cortejo es un complejo ritual
El proceso de apareamiento sexual del Alcaraván es un complejo ritual. El cortejo inicia cuando el macho, abriendo su plumaje, se pavonea frente a un grupo de hembras.
Con toda la teatralidad que caracteriza a estas especies, él recoge palos y piedritas con su pico que luego lanza a las hembras simulando un ataque. Ellas lo siguen y están pendientes de sus movimientos. La hembra que recoja las piedritas está dando su aprobación al galanteo y será la pareja.
El cortejo se prolonga aún después de haber aovado. Como pareja cuidan celosamente de sus huevos y se turnan para incubarlos durante unos 25 a 27 días. Una vez nacidas, las crías son atendidas por sus padres durante seis semanas, luego de lo cual están listas para emprender vuelo y abandonar el nido.
Cantos del llano
El canto del Alcaraván forma parte integral del folklore y la historia del llano venezolano. Sus sonidos son muy particulares y denotan situaciones especiales.
En algunos casos son llamados de alarma para anunciar la presencia de extraños, por lo que a esta ave también se le considera una vigilante por excelencia.
Durante la primavera o el verano su canto suena como una especie de reclamo, que puede ser oído durante el crepúsculo y la noche. En otros momentos, cuando lanza largos y agudos chillidos de hora en hora, se le compara con el antiguo sereno que anuncia el paso de las horas nocturnas.
Durante el cortejo, su voz está llena de notas lastimeras y trinos, seguidas de ondas claras que invitan al amor, por eso quedó inmortalizado en una famosa canción llanera que lo hace cómplice del sufrimiento de un hombre quien le dice: «Alcaraván, compañero que vives llorando amores a la orilla del camino/nunca le digas a nadie que por culpa de mi amada, yo también lloré contigo».
La leyenda del Alcaraván
En los llanos venezolanos circulan historias sobre una familia con cinco hijas casaderas que comenzaron a echarse culpas una noche en la que una de estas aves se posó en el tejado a cantar.
Ante el interrogatorio de la abuela se decían: «Que fuiste tú» «Que si yo» «Que no» «Que si tú». Hasta que surgió el nombre de Rosa, quién ripostó temblorosa ¿Y por qué yo?.
Y las hermanas respondieron: “te vimos que llevabas cafecito al Morichal y que hasta Pedro se asusta si pasa algún Alcaraván”. Y la leyenda del Alcaraván se hizo famosa en la voz del Tío Simón.
Con información de E-Bird, Aves de Mérida, Tu Cuatro, Wikipedia, Río Verde
Fotos cortesía de E-Bird, Birds Colombia y Ecoregistros
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