La cuenca del Amazonas, corazón de uno de los lugares más ricos en biodiversidad de todo el planeta, es el hábitat natural del manatí amazónico, que hoy ve su hogar en riesgo.
El Trichechusinunguis, especie de sirenio de la familia Trichechidae, vive únicamente en las tibias aguas dulces de la cuenca del río Amazonas, sus afluentes y canales a lo largo de los países que integran la Amazonía.
Con la deforestación de ésta, crece la preocupación por el hábitat del manatí amazónico, que en temporadas de lluvia vive en los bosques inundados y al llegar la sequía, termina en cuerpos de agua muy pequeños que pueden secarse y dejarlo atrapado, sin posibilidad de moverse hacia zonas de abundante agua.
Cuando la tierra se erosiona se hace común la muerte del manatí amazónico, pues las plantas no pueden crecer nuevamente y la comida para ellos comienza a escasear.
Tala, quema, deforestación indiscriminada, construcción de diques y represas, drenado de humedales, contaminación y calentamiento global, aparecen como responsables de la afectación de estos ecosistemas, y ponen en riesgo la preservación de esta especie animal, característica de la Amazonía y de lo afirmativo venezolano.
Futuro amenazado
Fotografía: National Geographic
Desafortunadamente, el futuro es incierto para el manatí amazónico. Su hábitat se ve constantemente amenazado, los esfuerzos de conservación no parecen ser suficientes, y su población disminuye. Por esta situación esta especie se encuentra en peligro crítico y ha sido declarada en estado vulnerable en el mundo.
Además se enfrenta a enemigos naturales como jaguares, caimanes y algunos tipos de tiburón adaptados al agua dulce.
A estas amenazas se suma la cacería ilegal, que llegó a ser muy intensa a mediados del pasado siglo. Aunque parece haberse reducido, al ser una especie de ciclo largo y baja capacidad reproductiva, el manatí es muy vulnerable a la cacería. La demanda se centra en el comercio de su carne, grasa, cuero y huesos.
Entre otros riesgos están también su muerte en redes de pesca y colisiones con embarcaciones a motor, que les infligen heridas que terminan acabando con sus vidas.
Medidas insuficientes
Hoy en día muchas de las poblaciones de la especie que Humboldt en su momento señaló como abundante, se han reducido drásticamente e incluso algunas poblaciones locales se han extinguido.
Trichechusinunguis está catalogado como especie “Vulnerable” en la Lista Roja de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Se encuentra también incluida en el Apéndice I de la Convención que prohíbe el comercio internacional de especies amenazadas de fauna y flora.
En Venezuela, además de estar amparado por la Ley de protección a la fauna silvestre, se dictaron medidas especiales desde 1978 para evitar su cacería, ratificadas con la veda indefinida en 1996. Posteriormente fue declarada Especie en Peligro de Extinción.
Está catalogado en Peligro Crítico en Colombia y Brasil prohibió su caza desde 1973.
Estas medidas no parecen ser suficientes. Sólo existe un grupo reducido de santuarios y reservas de los triquéquidos en estado salvaje, como el Parque Nacional Turuépano en Venezuela, el Biotopo Protegido Chocón Machacas, en Guatemala, el Centro de Rescate Amazónico (CREA), en Perú, y el Instituto Nacional de Pesquisas da Amazônia, que tiene a su cargo el cuidado de varios individuos en cautiverio. Pero hasta la fecha, no existen esfuerzos de conservación específicos para el manatí del Amazonas.
Antiguos dioses de las aguas
De las tres especies conocidas, el manatí amazónico es la más pequeña con una longitud de hasta 2.8 metros y un peso de hasta 540 kilogramos, y las hembras tienden a ser más grandes.
Su cuerpo es alargado, con cabeza redondeada, grandes labios móviles con cerdas rígidas y una cola aplanada con borde redondeado. Su piel es fina, arrugada y escasa de pelo, de color gris oscuro con manchas blanquecinas en el vientre y pecho. Anteriormente se creía que eran dioses muy viejos del mar debido a las arrugas de su piel.
Sus pequeños ojos son de visión limitada, pero su sistema auditivo está bien desarrollado.
Es la única especie de manatí desprovista de uñas en las aletas pectorales, de ahí su nombre científico, Trichechusinungis, pues inunguis significa en latín “sin uñas”.
Tímido habitante de agua dulce
El manatí del Amazonas, segunda especie de estos mamíferos en América, es un animal muy tímido y reservado, todo lo contrario de su vecino la tonina. Se comunica mediante sonidos de frecuencia corta, perceptibles al oído humano. Son activos tanto de día así como de noche.
Vive en forma solitaria, a excepción de la época de apareamiento, aunque durante la estación seca se reúnen y forman grupos de seis u ocho individuos, quizás debido a la escasez de alimento.
Este mamífero acuático, llamado también vaca marina, es el único triquéquido que habita exclusivamente las aguas dulces de América del Sur, ricas en nutrientes, con temperaturas entre los 25 y los 30 grados centígrados.
Generalmente puede encontrarse en lagos, lagunas y ríos, moviéndose hacia adelante y hacia atrás, entre los puntos de acceso para encontrar toda la comida que necesitan para alimentarse.
Aunque los manatíes amazónicos son capaces de reproducirse en cualquier época del año el pico de nacimientos sucede entre los meses de diciembre y julio.
Este mamífero herbívoro se alimenta principalmente de jacintos de agua, pero consume también lirios, plantas de la división Anthocerotophyta, aráceas, lechugas de agua y diversos tipos de hierba y vegetación flotante. Un individuo puede comer hasta el 8 por ciento de su peso al día.
Admirables animales
Los rasgos físicos del manatí amazónico son adaptaciones evolutivas de la especie al medio acuático, y sus hábitos productos de su admirable capacidad de adaptación al entorno y a sus condiciones.
Las aguas que lo rodean contienen capas de vegetación y ramas que cubren gran parte de la superficie y el fondo, lo que no permite una óptima visibilidad, pero los manatíes están muy bien adaptados para moverse con facilidad entre dichos elementos.
En el período de lluvias, cuando crecen rápidamente los tipos de plantas que consumen, pueden comer ocho horas al día y más. En temporada de sequía, tienen la capacidad de ayunar durante semanas y hasta meses, pues sus reservas de grasa corporal le permiten mantener su tamaño y una buena salud.
Esta adaptación ha demostrado ser clave para su supervivencia. Lamentablemente, aunque pueden sobrevivir sin comida, no pueden hacerlo sin el agua suficiente para moverse y trasladarse.
Cuando nadan cerca de la superficie prefieren esconder el cuerpo y mantener únicamente las fosas nasales fuera del agua, pudiendo aguantar hasta 16 minutos la respiración.
Además los manatíes amazónicos poseen un mecanismo de termorregulación basado en el desvío del flujo sanguíneo de las zonas corporales que están en contacto más directo con el agua, y la grasa subcutánea también ayuda a evitar la pérdida de calor.
El manatí amazónico es una especie única y admirable por su capacidad para sobrevivir en su ambiente natural, adaptándose a las condiciones y recursos, pero hoy en día su existencia está amenazada.
Es necesario promover el desarrollo de investigaciones sobre la distribución, y tendencias poblacionales de la especie, además de realizar actividades de educación ambiental y reforzar las labores de guardería y control.
El manejo de la Reserva de Biosfera del Delta de Orinoco y de la Amazonía representa un gran reto para la restauración y protección de la población existente, ejercer acciones responsables a favor de esta zona nos permitirá proteger especies vulnerables y representativas de nuestra identidad como el manatí amazónico.
Con información de Animales Amenazados-Provita, Manatipedia y Manatee Word
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