¿Quién es la reina del carnaval? Una pregunta a la que en Bolívar la gente contesta cantando al ritmo de calipso: “Isidora, Isidora, Isidora Callao Calipso Queen”, estribillo de una canción compuesta en 1969 por la Madama Lulu, Lourdes Basanta, en homenaje a uno de los personajes referenciales más importantes del famoso Carnaval de El Callao, Isidora Agnes, una mujer que representa, sin lugar a dudas, lo afirmativo venezolano.
La Negra Isidora, una de las más respetadas madamas, luchadora social y destacada vocera del sentir de El Callao, mujer emblemática que llevó el calipso a diversos escenarios de toda Venezuela, y luchó incansablemente por los derechos de los callaoenses.
Lucía Isidora Agnes, la Reina del calipso, nació el 8 de agosto de 1923 en El Callao, estado Bolívar. Nieta de esclavos traídos de Etiopía, sus padres eran inmigrantes de las islas de Santa Lucía y Martinica, que se establecieron en El Callao a principios del Siglo XX.
Isidora aprendió desde su infancia las canciones en inglés y ritmos caribeños que cantaba su madre y los calipsos interpretados en patois por su padre.
Carnavales de El Callao
La Madama del calipso es considerada la fundadora de los Carnavales de El Callao, manifestación venezolana reconocida como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad en el año 2017 por la Unesco, Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
En 1943, Isidora fue escogida por notables cultores de su pueblo, entre ellos Carlos Small, ejecutor del tambor bumbac, para rescatar la festividad del Carnaval en El Callao que había decaído porque la población joven estaba emigrando por el descenso del precio del oro. A pesar de desempeñarse en ese momento como telefonista, se tomó muy en serio su nueva tarea.
Organizó con empeño y dedicación su comparsa de madamas ataviadas con grandes trajes, adornadas con prendas de oro y llamativos tocados de tela llamados madras. Desde ese momento y hasta su muerte, Isidora veló por impulsar y proteger el Carnaval de El Callao, al que le dio una nueva vida.
Las referencias la describen como una mujer estricta y rígida con sus creencias. Su comparsa era una de las más respetadas y disciplinadas de El Callao.
La Madama Isidora
El rey del bumbac, el cultor Carlos Small decía sobre ella: “era una negra pájara, una negra viva, no era bella, no, era una negra fea pero despierta desde muchachita (…) como Isidora no tenía miedo, era una negra a quien no le importaba entrarse a palos y cabezazos”.
Ramón Emanuelli Poggi, cronista de El Callao, señaló sobre Isidora que su versatilidad e histrionismo, sumada a la fuerza expresiva de sus ideales, la llevó a colocar el calipso de El Callao como una celebración nacional y de relieve internacional.
Agnes fundó, en 1954, la Asociación de Amigos del Calipso. En el año 1982 cultores de todo el país le rindieron un sentido homenaje en el Poliedro de Caracas. Más tarde, el 5 de marzo de 1986 falleció a causa de leucemia.
Fue sepultada con honores de Estado. Sus restos fueron trasladados desde su casa, frente a la plaza Bolívar, a la Iglesia del Carmen. Todo el pueblo callaoense le rindió tributo. Y tal como fuera su deseo, el ritmo del calipso acompañó su traslado en un impresionante cortejo fúnebre por diez kilómetros hasta el cementerio de este pueblo suroriental venezolano.
Cada año se recuerda de manera especial a Isidora en la iglesia de la Virgen del Carmen, donde se realiza la Misa de los veteranos de la que, siguiendo sus enseñanzas, se sale cantando y bailando.
Isidora Agnes, la Reina del Calipso, sin duda alguna será recordada, en El Callao y en toda Venezuela, hoy y siempre porque como dice la canción «Es el alma del Carnaval. Esa negra si tiene swing al bailar”.
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Cuando se lee a un PERSONAJE y su significancia, el ser humano se siente y se entiende HUMANO, pues todo tiene un significado pero solo los hechos y los seres que trascienden tienen ese sello distintivo que los hace únicos; y sin duda alguna la NEGRA ISIDORA alcanzó la amalgama que le dio vida al TRASCENDER MAS ALLÁ DE LO MATERIAL y LO ESPIRITUAL,dejando de tener un simple significado literario para encontrarse con la significancia pura, cotidiana que la enraizó en el corazón de un pueblo.