Nuestro mundo está signado por la desconfianza, impropia, del ser humano en el prójimo. La cohesión social de hoy se sostiene por la esperanza de bienestar posible y no por un fluido intercambio de cooperación amable. La sociedad está rota por la falsedad de sus líderes y sus instituciones fundamentales; sus formas de proceder dan un mal ejemplo al resto de la sociedad, las hipocresías del orden mundial vigorizan la competencia, el egoísmo y el recelo entre la ciudadanía pese a que para la humanidad, la transparencia es la mejor estrategia evolutiva a largo plazo.
Tras milenios de intercambio social, nuestra especie ha puesto límites a la actuación, normas que delimitan lo tolerado y lo prohibido, lo moral y políticamente correcto. Sin embargo, una gruesa capa de dirigentes: políticos, religiosos, institucionales, empresariales, comunitarios, gremiales, y en buena medida una gruesa capa de ciudadanos comunes, trasgreden tales reglas al tiempo que disimulan no hacerlo; asumen la hipocresía como medio adaptativo en pos de asegurar reconocimiento y ascenso social.
La hipocresía se ha vuelto práctica común y una refinada forma de gobernanza con que se subyuga pueblos, se regentan países y dispone el orden internacional. Ya forma parte del paisaje de la sociedad, por lo que su asimilación le resulta habitual a millones de personas, sobretodo, en el mundo occidental, sostenido por los pilares de la ironía que perennemente mantiene el telón de sus intereses materialistas, levantado para asegurar una función continuada, con elencos cambiantes, escenografías sugestivas, guiones adaptativos, pero con idéntica trama.
A continuación, nos daremos a la tarea de enumerar los éxitos taquilleros del teatro tragicómico contemporáneo, plagado de finas vestimentas y edulcorados modales con que instituciones, personajes, políticas, disposiciones gubernamentales y actuaciones de agentes privados muestran sus máscaras, la doble moral del sistema de falsedades imperante:
Libertad de expresión
Hipócritas gobiernos, grupos políticos y corporaciones mediáticas al enarbolar banderas de la libertad de expresión, a la par que deforman la información vía fake news, manipulan, distorsionan y ocultan la realidad mediante el monopolio de la industria cultural y los medios de comunicación, emplean Big Data como instrumento de control social, alienación y guerra de cuarta generación.
Paraísos fiscales
El establishment mundial se rasga las vestiduras ante los paraísos fiscales, en tanto auspician el blanqueo de capitales provenientes del narcotráfico, venta de armas, trata de blancas, crimen organizado, evasión fiscal, etc. Sin embargo, casi todos los Estados consienten esquemas off-shore, poseen y encubren territorios permisivos donde las grandes fortunas esconden sus dineros: China-Japón (Singapur), Rusia (Líbano, Malta), Estados Unidos (Delaware, Bermudas, Panamá); Gran Bretaña (Dubái, Man, Jersey), España, Portugal, Países Bajos (Andorra, Luxemburgo); Francia (Mónaco); Italia (San Marino); Alemania y Austria (Liechtenstein y Suiza), etc.
Derecho internacional público
Naciones Unidas, convenciones multilaterales y constituciones de los países consagran la libre determinación de los pueblos, la independencia de las naciones, la no injerencia de otros en asuntos internos de los Estados etc. Las naciones intervenidas militarmente, bloqueadas económica y comunicacionalmente, desestabilizadas por revoluciones de colores financiadas desde el extranjero, son testigos excepcionales de la parodia con que las potencias imperiales, sin ruborizarse, ultrajan tales principios del derecho internacional.
La ayuda humanitaria de las potencias que producen crisis en países a los que después dicen querer socorrer.
Las regulaciones bancarias
La cuales contrastan con sus sofisticados sistemas de ocultamiento y blanqueo de dinero. La banca, experta en el “arte del pillaje” vía administración de fondos buitres y deudas por acreencias, viste ropaje de moralidad cuando demanda rescates que nunca pagan y se da golpes de pecho en las Oficinas de Cumplimiento al tiempo que tima, expolia y evade todo tipo de regulaciones.
Ratificación de tratados internacionales
Basta citar algunos acuerdos suscritos y ratificados por países, con una destacada trayectoria como violadores de tales disposiciones: declaración universal de derechos humanos; la eliminación de todas las formas de discriminación racial; discriminación contra la mujer; sobre los derechos del niño; contra la tortura y otros tratos degradantes; derechos de trabajadores migratorios y de sus familiares, y un largo etcétera.
Autonomía de los Bancos Centrales. El caso más emblemático, la Reserva Federal de los Estados Unidos, mismo que le pertenece a un grupo de accionistas privados desde 1913 y, que desde entonces, controlan la producción de la moneda con una deuda asociada a cada dólar que emiten.
La moralidad religiosa que contrasta con la pedofilia, los fundamentalismos que masacran inocentes, las casas de culto construidas sobre las ruinas de ciudades ocupadas.
El libre mercado basado en monopolios encubiertos u oligopolios secretamente coligados, o bien la implementación de sistemas proteccionistas que benefician a las grandes corporaciones, vía regulaciones comerciales y políticas arancelarias a conveniencia, según como sople el viento de las coyunturas económicas del capitalismo y sus reiterativos ciclos de crisis.
La independencia de los poderes opacada por los acuerdos entre partidos, en los que se reparten plazas a magistrados, designa fiscales, aprueban leyes de presupuestos, etc.
El libre comercio y las cruentas guerras comerciales entre potencias económicas.
Los acuerdos económicos que hace USA con la delincuencia para la incautación parcial de dineros provenientes de actividades ilícitas.
Los tratados sobre comercio de armas que impiden expresamente cualquier tipo de relación comercial, si se sabe que las armas podrían ser usadas para cometer genocidios e infracciones graves de los Convenios de Ginebra. Pero, por ejemplo, España vende armas a Arabia Saudita y esta ataca población civil en su ocupación a Yemen, USA suministra armas a mercenarios y “rebeldes” en Libia y Siria, y un largo etcétera.
El modelo de democracia a seguir, dictado por Naciones Unidas y la inmoral composición de su Consejo de Seguridad y los poderes de veto, o la democracia de la Unión Europea sin elecciones abiertas para decidir respecto de sus líderes como de sus políticas.
La no legalización de la prostitución en países donde se consiente el aborto, la tauromaquia, la industria del video y los canales de TV porno, los rescates a la banca, desahucios a ancianos, las damas de compañía para empresarios y altos funcionarios.
La lista negra de países NO afines a la lucha antidroga de Estados Unidos y la permisibilidad de su corrupta política de control del consumo interno.
Los compromisos medioambientales de empresas y naciones altamente contaminantes.
El libre albedrío de la clase media y su aceptación sumisa del metabolizado de la deuda como dictamen irremediable. El ciudadano promedio adeuda todo cuanto posee y vive para pagar acreencias. La cultura de la deuda se ha instaurado como mecanismo de expansión de la dominación y como vasallaje auto-asimilado por la sociedad.
El tema migratorio y su componente xenofóbico, el olvido del origen migrante de familiares de dignatarios de las naciones del norte, que cargan contra los desplazados que, en su amplia mayoría, huyen de las guerras que naciones imperiales inducen, o por la pobreza o la sequía que los poderosos provocaron en naciones periféricas.
China y su des-americanizar el mundo; quítate tú para ponerme yo.
La “escuela” de las américas y la forja de dictadores y torturadores.
El mutis ante la represión sionista contra palestinos que contrasta con la condena al control del orden público, ante guarimbas de la ultraderecha venezolana.
Se puede continuar con la lista: el desarme nuclear, los mandamientos religiosos, el sistema monetario de las emisiones sin soporte, la globalización, la falsedad de la economía colaborativa, los auxilios económicos a los países emergentes, etc. Pero, en aras de la no extensión se deja hasta acá y se animar al lector a continuar por cuenta propia con la enumeración.
Como se observa, nuestra sociedad moderna está socavada por una hipocresía colectiva que no debe entenderse como patología social, sino como fermento adquirido, en el recorrido de la adaptabilidad al darwinismo humano.
Mentiras generalizadas
El mundo occidental ha levantado y sostenido un dominio global sobre mentiras generalizadas, aceptadas sobre la base de la siembra de una suerte de ignorancia voluntaria en la opinión pública, quien admite la hipocresía colectiva y la histeria como arbitrio universal.
No se podrá superar la irracionalidad del perverso modelo del egoísmo social y humano, con las mismas oscilaciones del péndulo que el neoliberalismo defiende, con las holladas armas del sinsentido mercantilista que la desigualdad le confiere a la vida. Ser cordial y solidario, castigar a quien rompe la regla de la cooperación amable y no ser excesivamente ambiciosos, funciona.
Beneficiarse de la vida en sociedad y dar a cambio todo cuanto sea posible en el marco de las capacidades individuales, es el sino de nuestra biología evolutiva que amplía la capacidad de supervivencia basada en la solidaridad afable.
El amplio espectro de las hipocresías del orden mundial se expande y fortalece, no obstante, no todo está perdido. El ser humano es sociable por naturaleza, y nuestro sentido común ha apostado por la convivencia y el altruismo recíproco, como opción solidaria tanto como estadio de enriquecimiento existencial. La reciprocidad colaborativa es la vía inequívoca que posibilitará la recomposición de una sociedad enferma de egoísmo, consumismo, deslealtad e individualismo inoculado.
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1 comentario
Saludos camarada Haiman. Interesante artículo.