Los viajeros que pasan por el peaje de Guacara, no pueden resistirse a comprar las panelitas de San Joaquín. Divinos bizcochos crujientes que, al vaivén de las manos de sus vendedores y vendedoras, han hecho famoso al pueblo homónimo y forman parte de la memoria gastronómica del estado Carabobo.
Rectangulares o cuadradas, las panelitas de San Joaquín son tostaditas y dulces, toda una delicia para quien las prueba, porque son fieles acompañantes del café con leche de la mañana o de la merienda de la tarde.
Este manjar popular, distinguido como Patrimonio Cultural del estado Carabobo, está hecho a base de harina de trigo. Muchas generaciones lo han saboreado e intentado copiar su esencia, pero un ingrediente secreto sigue bajo el resguardo de las familias de paneleros de San Joaquín.
Expresión del mestizaje culinario
Las panelitas de San Joaquín son producto del mestizaje culinario que ha vivido nuestro país. De origen Vasco, estas galletas dulces fueron traídas a Venezuela en 1795 por una familia de aquella región que se estableció en San Joaquín.
Doña Silvina Igusquiza de Nieto las elaboraba en su casa con manteca de cochino o de vaca, harina de trigo, almidón de yuca, papelón de grano, levadura de cerveza y amarilla de huevo fértil, para alimentar a su familia.
El producto terminado era un bizcocho con forma de hojaldre muy suave y tostado que deleitaba a todo el que lo probaba, incluyendo a la comadre de Doña Silvina, la señora Juana Elizalde de Uriarte, con quien se unió para comercializarlas entre los viajeros a orillas del ferrocarril.
Más tarde, la señora Juana abrió una panadería donde comenzó a venderlas con el nombre que hoy conocemos. A partir de ahí, la receta pasó de generación en generación y a manos de otras familias que se dedicaron a su venta.
Muy crocantes por su doble cocción
La receta de la masa que hoy tiene como base harina de trigo, huevos y azúcar ha variado con los años de la original, ya que cada fabricante le agrega su toque, pero lo que no ha cambiado es su preparación, que incluye un doble proceso de cocción para lograr esa textura crocante y seca que le caracteriza.
De ahí el nombre de bizcocho, el cual proviene del latín bis coctus que significa “cocido dos veces”, operación que se hacía antiguamente para que este manjar tuviera una mayor duración.
Es así como, para obtener las panelitas, se toma la mezcla resultante de los ingredientes escogidos, según la receta seleccionada, se coloca en bandejas de metal para ser horneada. Posteriormente, las bandejas se dejan reposar, se desmolda el contenido y se corta en lajas que serán nuevamente cocidas al horno.
Panelitas por la autopista
Iniciado el proceso de modernización del país y con la inauguración de la Autopista Regional del Centro, a finales de los años cincuenta del siglo pasado, se da paso a la industrialización de las panelitas.
La elaboración pasó de manos de las familias a empresas y la fabricación, de artesanal a automatizada. La rentabilidad se convirtió en factor determinante en la variación de los ingredientes tradicionales.
Estos cambios incluyeron la presentación ya que, para facilitar la venta en la autopista, se comenzaron a envolver en papel encerado dentro de bolsas plásticas, lo que permite a los paneleros balancearlas rítmicamente para llamar la atención.
El alimento «más balanceado»
La forma de ofrecer estás singulares galletas es algo llamativa y les ha ganado el mote del alimento más balanceado. Esto se debe a que los vendedores las columpian de un lado a otro frente a los potenciales compradores, quienes caen de forma hipnótica en la tentación.
“Bate que bate las Panelitas de San Joaquín, rumbo a Guacara, rumbo a Mariara y a Maracay, hay muchachitas, hay muchachitos de mi región que en el camino pasan el día llevando sol”, canta el Catire Carpio sobre los vendedores y su estilo.
Todo viajero que pase por el Peaje de Guacara regresa a casa llevando su cargamento de bizcochos para repartir, porque han sido advertidos: “si vas a Valencia, me traes Panelitas de San Joaquín”.
Merecido Patrimonio Cultural
En el año 2004, mediante Decreto Nº 2331, la Gobernación carabobeña las declara Patrimonio Cultural del estado Carabobo como reconocimiento a la tenacidad de los pobladores de San Joaquín, en la preservación de una tradición histórica que ha impulsado el desarrollo de la región.
San Joaquín es reconocido nacional e internacionalmente gracias a estos deliciosos bizcochos que enaltecen los valores y el gentilicio de su gente, quienes han logrado que un producto artesanal trascienda nuestras fronteras.
Con información de Alba Ciudad y Senderos World
Fotos cortesía de El Siglo y Jazoera Blog
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