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Un plan maestro para la Gran Caracas

por Haiman El Troudi
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Un plan maestro para la Gran Caracas

Las ciudades venezolanas, al igual que el conjunto latinoamericano presentan notables inequidades sociales y territoriales. Tenemos por delante muchas reflexiones y debates por librar, pero sobretodo un indispensable trabajo colectivo a fin de edificar un hábitat digno y humanamente gratificante que, de poseer un mapa de navegación derivado de consensos sociales, no detendría la continuidad de la travesía aún en medio de adversidades y cruentas tempestades.

 

Las grandes aglomeraciones que constituyen áreas metropolitanas: Maracaibo, Barquisimeto, Valencia, Maracay, Puerto La Cruz-Barcelona, Puerto Ordaz-San Félix, y la Gran Caracas, no solo concentran la mayor parte de la población del país, sino los principales ingresos per cápita, las principales inversiones públicas y privadas, el asiento de los poderes y grandes mercados, los mejores prospectos inmobiliarios y, en términos de la accesibilidad de recursos y servicios, las mejores condiciones de vida.

 

En oposición, se halla una inmensa cantidad de pequeñas ciudades y centros poblados con mayores déficits de servicios, en general con menores condiciones de vida en comparación a la población de las grandes urbes, por lo que mucha de su población tiende a emigrar cautivada por promesas de prosperidad que manan de las metrópolis ubicadas en la franja norte costera del país.

 

Tal migración interna ha ejercido presión sobre los modelos de ocupación de estos grandes polos urbanos, y continúa haciéndolo, agudizando persistentemente los desequilibrios y asimetrías, a lo que se le suma la ausencia de planeación territorial que ha caracterizado la conformación de los tejidos urbanos a lo largo de nuestra historia republicana.

 

Un plan maestro para la Gran Caracas

Barinas, una de las ciudades intermedias de Venezuela. Fotografía: George Miquilena

 

En una disposición diferente se haya un amplio número de ciudades intermedias: Valera, Acarigua-Araure, el Vigía, Maturín, Punta de Mata, San Carlos, El Tigre, Carúpano, Charallave, Santa Teresa del Tuy, Cagua, La Victoria, San Juan de los Morros, Puerto Cabello, San Fernando, Calabozo, Barinas, Socopó, Guanare, San Felipe, San Cristóbal, La Fría, Mérida, Santa Bárbara del Zulia, Machiques, Cabimas, Ciudad Bolívar, Anaco, y un largo etcétera, que deben ser objeto de ordenamiento y fortalecimiento con miras a fundar un sistema interconectado, capaz de atraer población y ofrecer mejores condiciones de vida, lejos de la aglomeración y convulsión característica de las grandes urbes.

 

En tanto, la principal región venezolana, la Gran Caracas, no puede dejar al libre albedrío su futuro, por lo que su desarrollo urbano-espacial, comunal-patrimonial y productivo-social ha de ser dominio de los intereses colectivos de la ciudadanía, precisando administrar su crecimiento y reorganización con base en un plan rector con vocación humanista y ecológico, que contrarreste la segregación social, así como la especulación y anarquía inmobiliaria.

 

Caracas es en esencia una región metropolitana que posee características propias. Dicha región la conforman el Distrito Capital (quien a su vez comparte la integridad de su territorio con el Municipio Libertador), los municipios conurbados de la Gran Caracas (Baruta, Chacao, Sucre y El Hatillo), los altos mirandinos (Municipios Guaicaipuro, Carrizal y Los Salias), la conurbación Guarenas-Guatire y su interconexión con el eje Barlovento, y el estado Vargas. La madeja de gobiernos locales, distritales, regionales, e instituciones nacionales coexisten y se intersectan, pero escasamente dialogan entre sí y menos se articulan.

 

Plaza Sucre y casco colonial de Petare, ubicados en Sucre, uno de los municipios conurbados de la Gran Caracas.

 

La Gran Caracas no posee un plan maestro. Tampoco tiene en la práctica una autoridad administrativa-gubernamental capaz de coordinar su preparación y aplicación. Los municipios que integran el territorio capitalino tienen lineamientos de planificación territorial que colidan entre sí, y los proyectos urbanos en su mayoría, no cumplen con los parámetros básicos de capacidad de cobertura de servicio que proyectan los entes prestadores.

 

Prima en el imaginario urbano de todos sus habitantes y gobernantes una noción de “gueto autoimpuesto”, y a lo largo de su historia reciente se han venido trazando líneas divisorias imaginarias y reales, bien por predisposición social o racial, por intereses económicos o por arreglos políticos.

 

Una suerte de incomprensión de su metabolismo y de lo que ocurre en su seno, impregna la agenda de decisiones que se han adoptado con arreglo a los ensayos de ordenación política territorial administrativa: gobernación de Caracas, gobernación de Miranda, gobernación de Vargas, división de municipios, Alcaldía Mayor, Alcaldía Metropolitana, Jefatura de Gobierno del Distrito Capital, etc.

 

Como consecuencia de tal desarticulación, existen áreas y ámbitos de actuación pública sin disposiciones normativas, se entrecruzan atribuciones, se conculca la necesaria colaboración y complementación interinstitucional, proliferan proyectos sin organización espacial, muchos sin pertinencia social, incluso sin factibilidad técnica.

 

Las instituciones del gobierno central, cuyo asiento se ubica en la capital de la República, precariamente gobiernan determinadas áreas de interés como los sistemas de transporte masivo, la dotación eléctrica, parcialmente el suministro de agua potable y los emprendimientos masivos de viviendas. Los gobiernos regionales y locales apenas medran de su presupuesto para sostener los compromisos burocráticos, mientras que las exiguas comunidades realmente organizadas en torno a los atributos del poder popular, exhiben pocos adelantos en términos de gestión de gobiernos comunales y casi no se relacionan entre sí.

 

Respecto de la impostergable necesidad de delimitar una morfología territorial para Caracas, con un régimen de autoridad claramente definido y acotado, está pendiente un descarnado y público debate en el que todas las fuerzas vivas de la región capital participen. Las decisiones por adoptar deben contar con un consenso entusiasta a nivel de la formulación colectiva y un mayoritario respaldo, en términos de su consulta y aprobación popular mediante referéndum.

 

En tanto ello ocurre, urge la conformación de una instancia de articulación institucional y apremia la designación de un alto comisionado para la elaboración y posterior implementación del Plan Maestro de la Gran Caracas. Todos los municipios capitalinos (Libertador, Sucre, Chacao, Baruta y el Hatillo) y sus alcaldías deben participar en dicha instancia, también las gobernaciones de Miranda y Vargas, el gobierno del Distrito Capital, los ministerios del gobierno central con competencias relacionadas con la gestión de ciudades, y por tratarse de una región capital, deben adicionalmente participar los municipios aledaños: los tres de los altos mirandinos, el eje Plaza y Zamora y el municipio Vargas.

 

Un plan maestro para la Gran Caracas

Estado Vargas

 

Del mismo modo han de incorporarse las empresas públicas prestadoras de servicio, el poder popular, las casas de estudio, los centros de profesionales, los movimientos medioambientalistas y demás ONG´s con vinculaciones a la ciudad, en fin, deben asegurarse una amplia base social participante, con lo cual el instrumento de política urbana resultante sea objeto de una amplia anuencia, para posibilitar que, finalmente, sus lineamientos logren ser vinculantes y de obligatorio cumplimiento.

 

La no participación de algunos actores sociales o institucionales por motivaciones políticas debe interpretarse como un infantilismo ciudadano y cultural, pues existen, como en esto caso, temas y asuntos de orden ciudadano que no reparan de posturas partidistas y cuyo abordaje supone un compromiso ineludible, habida cuenta que propios y extraños, habitaremos y compartiremos irrenunciablemente este territorio, al igual que lo harán nuestros hijos porque nos une un pasado y una bandera común. Quienes impregnan de politiquería todos los asuntos de la vida cotidiana, peligrosamente hacen malabares al borde del abismo de la intolerancia xenofóbica cuyo derrotero es la aniquilación de todo quien discrepe de sus posturas, esto es, la barbarie.

 

¿Por qué oponerse a buscar consensos en temas donde indudablemente el deseo de bienestar prima en todos?, ¿Cómo negar el acercamiento y el diálogo entre habitantes de una misma ciudad que demanda transformaciones para instaurar una vida digna y satisfactoria para todos y superar la desorganización?

 

Por ello, la acción en conjunto habrá de fijar como norte el desarrollo de la región metropolitana de Caracas asumida como sistema dinámico y holístico, más allá de la simple suma y agregación de municipios que la componen.

 

Como producto esperado de la articulación institucional-ciudadana se debería obtener un plan rector y programas desencadenantes, a saber:

 

  1. el Plan Maestro de la Región Metropolitana de Caracas;
  2. el Programa de Movilidad Urbana;
  3. el Programa de Desarrollo Económico Productivo;
  4. el Programa de Ordenamiento y Ocupación Territorial;
  5. el Programa de Servicios Públicos;
  6. el Programa de Preservación y Manejo Medioambiental;
  7. el Programa de Recreación y Espacios Públicos;
  8. el Programa de Eficiencia y Soberanía Energética, y de Energías Renovables;
  9. el Programa de Reciclaje, Reutilización, Manejo y Disposición de Desechos Sólidos;
  10. el Programa de Preservación Patrimonial, Cultural y de Identidad;
  11. el Programa de las Comunas y el Poder Popular.

 

De forma trasversal al plan y sus programas, debe promoverse el ‘Derecho a la Ciudad’ de todos sus habitantes por igual, y se debe afrontar las crecientes desigualdades con políticas sociales que garanticen un acceso de todos a los servicios básicos, a la sanidad y a la educación, tanto como asegurar el acceso universal y la participación de todos en la vida cultural.

 

Del mismo modo ha de fomentarse una colaboración estrecha entre Caracas, sus zonas de influencia y su entorno rural; y como idea fuerza medular, definir y promover el fortalecimiento del poli-centrismo dentro del área metropolitana, al tiempo que se obre en función de hacer la metrópolis lo más compacta posible.

 

La resultante del enfoque estratégico de la planificación abordada, ha de superar las fragmentaciones de las distintas visiones sectoriales y tener presente con valoración positiva, las tensiones presentes dado los criterios disímiles en cuanto a maximizar la inclusión social, apuntalar la sostenibilidad ambiental y las necesidades de crecimiento económico con justicia social.

 

La Gran Caracas ha de disponer sin dilaciones de un plan maestro que establezca el conjunto de directrices para el desarrollo de la ciudad, a lo sumo, durante los próximos veinte años, y a la postre, se logre empoderar a toda su ciudadanía de sentido de pertenencia e identidad común.

 

Le corresponde a los gobiernos locales y regionales, al Ejecutivo nacional y a las comunidades organizadas romper con la visión mercantil del ordenamiento de las ciudades que produce un territorio compartimentado, disfuncional y socialmente segregado, ecológicamente degradado y sin cohesión social, para promover un modelo de ciudad sustentable, equitativo, respetuoso del equilibrio ambiental, auspiciante de una cultura de urbanismo democrático, promotor de la descentralización y desconcentración para la equidad, socialmente integrado, justo e incluyente.

 

Un plan maestro para la Gran Caracas

Abra solar, escultura del artista plástico venezolano Alejandro Otero. Plaza Venezuela, Caracas.

 

La promesa para quienes aspiren ir a vivir a Caracas y para sus propios pobladores, no puede ser equivalente a la vida de quienes habitan dentro de las cavernas de Saramago. Caracas, no puede ser la serpiente que muda reiteradamente de piel al crecer, se traga a sus hijos cuando dejan de ser necesarios, con su laberinto de espejos que no repara los límites de la ilusión engañosa y paraísos artificiales, agota lentamente la existencia afectiva, multiplica las responsabilidades y el estrés laboral, y finalmente minimiza los espacios para la intimidad, la subjetividad y la trascendencia.

 

Caracas ha de ser la ordenada, la luminosa, la del buen vivir, la acurrucada baja las faldas de su cordillera protectora, la cuna del Libertador y por tanto la insumisa, la gran metrópolis del Caribe, ejemplo de organización urbana con equidad, de belleza con inclusión, de eficiencia con respeto ecológico, con un futuro palpitante que haga de su territorio generoso el lugar común con gente buena, amante de las libertades y la paz.

 

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Castulo Gonzalez diciembre 11, 2018 - 1:33 pm

Excelente propuesta, estoy convencido de que con planificación verdadera se lograrían grandes resultados, estoy a su disposición con mis mas de 30 años de experiencia laboral siendo ahora recién jubilado del Metro de Caracas en el Centro de Control de Operaciones, saludos.

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Jesús agosto 20, 2021 - 11:07 pm

Excelente, apoyo a esta propuesta. Caracas debe crecer y desarrollarse cómo es debido. La historia no se equivoca, somos hijos de una sola familia que fueron los indios Caracas, he ahí nuestra misma forma al hablar y nuestro acento, desde La Guaira, hasta Los Teques y desde Catia hasta Guatire.

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