La musa sorprendió a Alejandro Vargas cuando la vieja y maltrecha curiara fondeó frente a Palmarito, una aldea de pescadores ubicada en las riberas del río Orinoco, a unos 100 metros de Ciudad Bolívar. Ya en tierra y con su guitarra en mano, acompañado en el cuatro por el Catire Carvajal, su compinche, entonó los versos que en ese instante brotaron del amor que le profesaba a la tierra donde nació el 17 de Noviembre de 1892.
“Yo quiero esta noche yo quiero esta noche con todo placer cantarle a la tierra, cantarle a la tierra que me vio nacer
La barca de oro, el timón de plata, la quilla de acero, las velas de nácar hasta aquí llegamos, ya fondeó la barca y los pescadores dan su serenata”
Ese 24 de diciembre, bordeando la Nochebuena, nació “La barca de oro”, hermoso y sentido aguinaldo infaltable en los repertorios navideños de intérpretes y agrupaciones corales en Venezuela. Fue conocido dentro y fuera del país gracias al Quinteto Contrapunto en los años 60, más tarde y con mayor alcance, en las voces de la agrupación Serenata Guayanesa.
El trovador guayanés
Bardo o trovador, juglar, serenatero, todas ellas describen a Alejandro Vargas, versátil músico guayanés que nos dejó un legado compuesto por valses, pasajes, joropos, guasas, merengues y aguinaldos, cerca de 30, con arraigada tradición en el repertorio de las parrandas para la época decembrina, así como de comparsas y diversiones en Carnaval, que él y su familia organizaban, llenando de cantos y bailes las principales calles de su Ciudad Bolívar natal.
Fue bendecido con una excelente voz de tenor y un innato oído musical (melódico y armónico) para el que no tuvo escuela ni disciplina. Autodidacta de la música, la composición y el canto, aprendió de y con los serenateros de su tiempo. Sin embargo, imprimió un estilo y un ritmo muy personal a la ejecución de la guitarra, su acompañante inseparable, a sus composiciones y a la interpretación de las canciones de otros.
La improvisación era otro de sus dones y hacía gala de ella estimulado por un acontecimiento o por la presencia de una persona que admiraba.
Cantando se pasó la vida
Segundo hijo de Julia Vargas, fallecida a los 103 años, y del albañil trinitario, Luis Baptista, quien dirigió la célebre obra del dique diseñada para controlar las aguas del Orinoco que por la Laguna del Medio inundaba a Ciudad Bolívar en la época de invierno.
Alejandro Vargas creció en el barrio Los Culíes y desde muy temprana edad aprendió el oficio de pescador, al que se dedicaba fundamentalmente en agosto cuando culminaba la crecida del río Orinoco, con gran afluencia de sapoaras, coporos y bocachicos, lo que deparaba un buen sustento. Alternaba esta actividad con la de pintor de brocha gorda o comerciante de frutas o chinchorros.
Pero su vocación y a la que se dedicó en cuerpo y alma fue la música: cantar y componer. Aunque de vez en cuando tocaba el cuatro, su guitarra iba con él a todas partes: calles, plazas, casas e incluso remontando el Orinoco, brindando alegría y belleza con su voz y sus versos.
El “Negro” Alejandro Vargas como lo llamaban popularmente, pasó su vida entre comparsas, parrandas y serenatas… cantando, incluso cuando se le comprometió la voz a causa de una lesión en la garganta, hasta su partida, el 16 de marzo de 1968, a los 76 años.
Casta paloma emblema de risueña paz

Tres composiciones de Alejandro Vargas, los aguinaldos La barca de oro y Casta paloma, y el joropo El Sapo se hicieron muy conocidas, gracias a la agrupación Serenata Guayanesa.
“Cantando aguinaldos pasaré la vida, bajo del cielo de oro de Ciudad Bolívar
Casta paloma de gentil plumaje, emblema tierno de risueña paz, dime si piensas remontar el vuelo, o si hacia el puerto de mi patria vas”.
Casta paloma es otro de los aguinaldos conocidos del juglar guayanés, así como el joropo El Sapo, popularizados por Serenata Guayanesa.
Luis Felipe Ramón y Rivera, músico y compositor tachirense, describió su estilo musical como muy personal. “Entrelazó de manera original ciertos ritmos latinoamericanos, como los del son y el tango, con lo que es la genuina herencia de nuestros viejos juglares: arpegios delicados, armonías variadas, modulaciones, variantes melódicas. Era compositor genuino, tanto, que casi nunca repetía una melodía de la misma manera”.
Sobre la habilidad del cultor bolivarense con la guitarra, Ramón y Rivera afirmó: la calidad melódica la complementa una pulcra ejecución guitarrística tanto en el punteo como en el rasgueo”.
Ciudad Bolívar, sus paisajes, su fauna, sus tradiciones y su gente fueron la fuente de inspiración de Alejandro Vargas, quien con el alma musical de nacimiento y su amorosa prosa, patrimonio cultural de nuestro país, sigue enalteciendo los valores de lo afirmativo venezolano.
Te invito a disfrutar la Barca de oro, interpretada por Serenata Guayanesa con la participación del artista plástico guayanés, Jesús Soto, en la voz solista y la ejecución de la guitarra Aquí
Con información de Guayaneses Prominentes 2, Cronología del Estado Bolívar, Ciudad Bolívar a Grandes Rasgos y Serenata Guayanesa, leyenda viva
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