Para el 2020 está prevista la inauguración, en la ciudad china Shenzhen, la que será la mayor planta de conversión de residuos del mundo.
Se estima que procesará un mínimo de cinco mil toneladas diarias de desechos, lo que se calcula es un tercio de los generados por esa gran ciudad de más de 12 millones de habitantes.
Esos residuos se transformarán en energía útil para la urbe, pues, de manera similar a las centrales termoeléctricas, esta instalación funcionará no sólo como una incineradora de desechos, sino que a través de un ciclo termodinámico que mueve alternadores y produce energía eléctrica, aprovechará la energía en forma de calor que se generará en el proceso.
Además de eliminar grandes cantidades de basura y proporcionar electricidad para la ciudad, la planta acogerá visitas turísticas y profesionales para ver la instalación en acción.
El gobierno chino, asumiendo la importancia que tiene el desarrollo de fuentes de energía limpias y renovables para crecer de manera sostenible y respetuosa con el medio ambiente, comenzó a trabajar en el diseño de esta planta en el año 2016, junto con otras 300 que la nación asiática planea construir durante los próximos años.
Y aunque la incineración de los residuos no es el método más respetuoso con el medio ambiente para el tratamiento de la basura, plantea una solución que permite obtener energía y frenar la proliferación de los vertederos ilegales.
Innovador diseño
Como resultado de un concurso, el estudio arquitectónico danés de Schmidt Hammer Lassen y Gottlieb Paludan, asumió el diseño de la planta, configurándola como una estructura limpia e icónica.
Rompiendo con el tradicional diseño rectangular de las instalaciones industriales, la fábrica y sus edificios auxiliares se organizan en un único volumen. Las instalaciones de conversión de residuos están diseñadas en una estructura simple, única y circular, para reducir al mínimo la huella del edificio en el entorno y la cantidad de excavación necesaria para su construcción
Con una extensión de aproximadamente 1,6 kilómetros, la cubierta de la planta tendrá 66 mil metros cuadrados, dos tercios de los cuales estarán ocupados por otras fuentes de energía renovables, como 44 mil metros cuadrados de paneles fotovoltaicos, sistemas de recolección de agua y plataformas de reciclaje, ampliando oportunidad a la fábrica de contribuir a la provisión de energía renovable.
Para Chris Hardie, ta como miembro del estudio arquitectónico danés diseñador de la planta, los responsables de las grandes poblaciones deben hallar métodos de reciclaje y reducción de residuos, además de encontrar más fuentes de energía renovables.
De villa de pescadores a urbe tecnológica
Con una población de cerca de 13 millones según los datos oficiales del 2018, Shenzhen produce 15.000 toneladas de basura por día, un número que aumenta cada año un siete por ciento.
Para neutralizar esto, la nueva planta no sólo utiliza los procesos tecnológicos más avanzados en la incineración de residuos, sino que también busca servir como una fuente de educación para los ciudadanos, pues cada día se ocupará de alrededor de un tercio de los residuos generados por los habitantes de Shenzhen.
Tan sólo unas décadas atrás Shenzhen era una villa de pescadores, con unos 30 mil habitantes, hoy esta ciudad, localizada en el delta del río de las Perlas, en la costa sur de la provincia de Cantón, en la República Popular China, cuenta con más de 12 millones de habitantes, y es considerada la “Silicon Valley” de China, una mega urbe convertida en el centro de desarrollo tecnológico de oriente, cuna de miles de empresas de tecnología como Huawei, Tencent y WeChat.
El Dorado tecnológico
Shenzhen fue una de las Zonas Económicas Especiales dispuestas por Deng Xiapoing, líder del partido comunista en 1979, habilitando con ello las inversiones extranjeras y la iniciativa privada, por lo que la vieja aldea fue transformada por completo para dar paso a la infraestructura que permitiera recibirlas.
La ciudad experimentó en pocos años una transformación sin precedentes. Según Juan Du, profesora de arquitectura en la Universidad de Hong Kong, en 1979 ni siquiera contaba con el estatus de ciudad, es la urbe que más rápido se ha convertido en una megalópolis en la historia.
En menos de cuatro décadas Shenzhen se ha convertido en una especie de El Dorado tecnológico, sector que aporta un 40% a la economía de la ciudad, cuyo producto interno bruto sumado al de toda la región Delta del Río de la Perla, que incluye otras ocho urbes de China y las regiones especiales de Hong Kong y Macao, es equiparable al de toda Rusia.
Impulsada por la apertura económica y un intenso crecimiento comercial y urbano de Shenzhen, hoy en día queda sólo en el recuerdo el espacio agrícola y pesquero que dio origen a su denominación zanjas profundas (traducción de su nombre en chino).
La nueva planta de conversión de residuos contribuirá en el futuro no muy lejano a controlar las consecuencias del desarrollo vertiginoso de esta ciudad, con el manejo responsable de desechos y la generación alternativa de energía.
Con información de Plataforma Arquitectura, Cic Construcción e Instituto Superior del Medioambiente
Fotografías: Plataforma Arquitectura
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