Inicio EcoVidaEcoTemas Colapso medioambiental y desarrollismo

Colapso medioambiental y desarrollismo

por Haiman El Troudi
4 comentarios
Colapso medioambiental y desarrollismo

Dadas las incuestionables evidencias del deterioro medioambiental, debe abrirse con vigor, en todos los escenarios posibles de discernimiento público, el polémico e inconcluso debate respecto del significado del territorio y su “aprovechamiento” como factor unificador de la sociedad, trascendiendo el orden académico y el activismo ecologista.

Tras haberse roto la unidad hombre-biósfera, para la ciudadanía en general, el territorio local ya no es mero espacio de arraigo e identidad geo-sociocultural; ha prevalecido la tesis que nos considera la especie superior, dueños de toda la diversidad de vida aún no extinta en el planeta, y no animales diferentes.

Sin importar el modelo político de organización social (capitalismo-socialismo), se ha instaurado la noción de satisfacer necesidades, tanto reales como artificiales y consumistas a como dé lugar  y, en consecuencia, subyugar a la naturaleza (ante factores de poder), se ha vuelto lugar común en la agenda de los gobiernos y las corporaciones trasnacionales. El territorio, con arreglo a los intereses de la supremacía humana, solo importa como mercancía para el desarrollo.   Consumismo y medioambiente 

El orden mundial impactado por el auge y expansión de la producción en masa fordista-taylorista, constituyó la base de arraigo del apetito desarrollista. La división internacional del trabajo ordenó la especialización de cada cual, y las fronteras defendidas por los nacionalismos sufrieron invasiones silenciosas e invisibles por todos los flancos. La conquista mercantil se apoderó de vastos territorios, en una suerte de neo-colonización auto-asimilada. Se dio origen a un “selecto grupo” de países del primer mundo, con cada vez menor cantidad de materias primas, y una gruesa capa de naciones productoras de comodities.

Colapso medioambiental y desarrollismo

Desarrollismo pragmático

El rumbo se ha fijado hacia el desarrollismo pragmático, enunciado en términos del crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita y concebido como escalón imprescindible para ascender a la modernidad. Quienes han coronado el “desarrollo”, pugnan dentro y fuera de sus territorios, por materias primas cada vez más escazas, y quienes aspiran al ascenso en el cuadro de honor de las naciones “viables”, demandan su derecho natural a la explotación de la biosfera y a la implementación de agendas indrustriosas e infraestructurales. El mundo globalizado monitorea y aspira regular todos los cursos de acción. Los sesgos políticos importan, pero más los intereses corporativos.

Se ha instaurado el paradigma del desarrollo económico apoyado en el aprovechamiento ilimitado del medio ambiente. El aclamado “Milenio del Desarrollo” ha sido una adaptación minimalista de la noción de progreso basada en la explotación del hombre por el hombre y ahora reforzada por la explotación del hombre sobre la naturaleza. No importa la incontrastable evidencia histórica de que ningún crecimiento económico ha resuelto, per se, los problemas esenciales del hombre, y que a su paso ha dejado una huella ecológica signada por la devastación insensible del porvenir. Crecimiento y acumulación van de la mano, rezagos sociales y pasivos medioambientales son daños colaterales.

La promesa para pueblos enteros del tercer mundo, que emulan los programas desarrollistas del norte, es de crecimiento sin bienestar social y con alto coste hipotecario del futuro generacional. Para otros, que no han iniciado la marcha hacia el “progreso” y limitan su dinámica socioeconómica al extraccionismo y el rentismo, su destino, como peón de hacienda, está echado.

¿Quiénes pagan?

Dado el bloqueo de la valorización del capital, devenido por la toma de control de la economía real por los grandes monopolios trasnacionales, y también por los límites de la explotación del territorio continental, la ecuación de varios países de la Europa desarrollada consiste en soportar el Estado de bienestar por vía impositiva y con economías apalancadas en el sector terciario. ¿Quiénes pagan por el sostenimiento del desarrollo y el crecimiento incesante de los países sin superávit? ¿O acaso tomará cuerpo el debate sobre el crecimiento cero, el estancamiento, decrecimiento económico y/o el eco-crecimiento?

Colapso medioambiental y desarrollismo

Sin importar el modelo político de organización social (capitalismo-socialismo), se ha instaurado la noción de satisfacer necesidades, tanto reales como artificiales y consumistas a como dé lugar y, en consecuencia, subyugar a la naturaleza (ante factores de poder).

Más allá de las burbujas financieras, de los giros contables y maromas bursátiles, en la economía real existe una relación directa entre capacidad de crecimiento económico y capacidad de recarga de los ecosistemas; ello ha sido asimilado por varios países asiáticos, quienes aceleran su carrera desarrollista basados en la maquila interna y en el control de los recursos no renovables más allá de sus fronteras, a instancia de acomodos geopolíticos.

En Latinoamérica se han registrado experiencias denominadas “neo-desarrollistas, apalancadas por la emergencia de sectores empresariales nacionales orientados a la producción-transformación propia, bajo premisas de eficiencia y responsabilidad social.

En algunos países de corte progresista con revoluciones en marcha, el reto del modelo de desarrollo endógeno nacionalista se ha planteado garantizar una huella humana en la biosfera que no comprometa el futuro, al tiempo que no amplifique la exclusión y los desequilibrios sociales. Dicho modelo demanda una nueva estructura político territorial, distinta a la existente, y apoyada en las comunidades y el protagonismo popular, entendido como la utilización de los recursos aprovechables localmente y la territorialización de la acción económica, sin que ello entrañe algún tipo de autarquía o encapsulamiento nacional desvinculado de la economía mundial.

 Visión latinoamericana

La visión ideal latinoamericana, donde aún no está todo hecho, y donde lo que se haga compromete la existencia de vida en el planeta, corresponde a un modelo basado en el desarrollo económico territorialmente equilibrado y policéntrico, estructurado en forma de red, donde prime la proactividad y el espíritu cooperativo, de innovación de entidades locales, empresas, sindicatos, gremios profesionales, comunidades autóctonas y originarias, sistemas de formación y capacitación, la institucionalidad pública reorganizada, etc. Corona la imagen-objetivo el desarrollo y consolidación de un sistema integrado de pequeñas metrópolis y ciudades intermedias (sin megalópolis).

La ambivalencia entre grandes centros poblados con servicios colapsados, amplios territorios desaprovechados y carentes de servicios e infraestructura, dan cuenta de la necesaria revisión de la disposición territorial de los países y de los planes de ordenamiento territorial e inversión productiva. El escenario óptimo se traduce en el desarrollo armónico y proporcional de todo el país.

La crisis medioambiental y la mengua social mundial están íntimamente interrelacionadas; ambos fenómenos poseen una matriz común: el afán de las naciones (capitalistas o socialistas) y sus empresas trasnacionales por apropiarse de mercados globales. La premisa desarrollista de la industrialización, enfocada en la amplificación del consumo, sin atender a la capacidad de la biósfera para asimilar y aguantar su irracional sobreexplotación, han dado origen a la crisis ecológica planetaria. El afán productivista, el crecimiento de la tasa de ganancia y la valorización del capital han dado origen a la depauperación humana.

Ni el Capitalismo Global ni el Socialismo de Estado están sinceramente interesados en resolver los problemas medioambientales (Kioto, Copenhague, París, dan fe de ello). Las naciones poderosas no quieren, no les conviene, enrumbar políticas coherentes y reales en aras de solventar la crisis ecológica, por cuanto hacerlo requiere poner límites a su tasa de ganancia. Su idea de pretender fijar arreglos políticos a la crisis ecológica es por lo demás absurda e hipócrita: por ejemplo, quien contamina paga, o la compra de permisos de contaminación, etc.

Existen en la tierra suficientes recursos para sostener la población mundial si se explotan y aprovechan eficientemente y se distribuyen equitativamente.

Reorganizar la sociedad

La solución estructural apunta en la dirección de la reorganización de la sociedad mundial: la realización humana sin mediaciones consumistas, ni manipulaciones fetichistas de la mercancía; nuevo modo de producción fundado en la satisfacción de necesidades reales de la población mundial; cuidado de la naturaleza como imperativo para la sobrevivencia humana y su continuidad como especie, planificando las políticas de desarrollo en atención a los ciclos naturales largos. Debe abrirse paso, empujada por la opinión pública de las muchedumbres, una economía moral donde la política económica se fundamente sobre razones sociales no-monetaristas.

El sentido medioambiental correcto se asienta en estrictas regulaciones; por ejemplo, la eliminación de todos los gases causantes del efecto invernadero, la obligatoriedad de fijar cronogramas de sustitución del uso del automóvil por sistemas de transporte público poco contaminantes, o la inversión en tecnologías ambientalmente sustentables para el procesamiento del petróleo, que apunten hacia un cambio real del patrón energético auspiciante del uso de gasolinas y diesel, así como la edificación de infraestructuras responsables, que atiendan las necesidades sociales y armonicen con el medio ambiente.

Las nuevas tecnologías de mínimo impacto ambiental deben ser del dominio público. Es momento de acabar con la falsedad de quienes investigan para sacar provecho particular sin reparo del medioambiente y la humanidad. La ciencia que estudia los efectos de los desechos tóxicos vertidos en los mares, el recalentamiento de la tierra por el efecto invernadero, el achicamiento de los polos, el incremento del hueco en la capa de ozono, la extinción de millones de especies, la polución y los daños colaterales para la salud de quienes habitamos en la tierra, etcétera, es la misma que se pone al servicio de los intereses particulares de las grandes corporaciones y centros de poder económico mundial, en detrimento de la vida misma.

La utilización de la ciencia y la tecnología suponen alternativas para el sostenimiento de la vida, pero nos enfrentamos a una realidad muy distinta. Los avances alcanzados por vía de las innovaciones científico–tecnológicas –casi todas subsidiadas por corporaciones monopólicas- han confluido en el acrecentamiento de la tasa de explotación de todo tipo de recursos, particularmente los naturales.

En este sentido, han de promoverse políticas de disminución de costes de materiales ecológicamente responsables, así como el abaratamiento de insumos de innovación tecnológica no invasivos ni dañinos; del mismo modo, otorgar subsidios a sectores sociales para el acceso a tecnologías y materiales eco-responsables; y promulgar mayores regulaciones ambientales de entes otorgantes de permisología, sin caer en fundamentalismos ecologistas.

En suma, el modelo de desarrollo endógeno con características propias para el caso latinoamericano apuesta por la opción de desarrollo, con énfasis en los estilos y características propias de la vida local-comunal; concepción que promueve la organización de la sociedad en función del uso racional de sus respectivos ecosistemas, valorizando el acogimiento y uso de tecnologías adecuadas, del esfuerzo colectivo y la recuperación de los valores tradicionales, y la autodeterminación comunitaria.

4 comentarios

Venezuela: el por qué y el cómo aumentar la gasolina | Blog de Martorano en Wordpress. julio 17, 2018 - 4:44 pm

[…] la timidez en la toma de decisiones respecto al cobro justo de un producto que, además de ser altamente contaminante, ha fomentado prácticas distorsionadas, como la del consumo desenfrenado y dispendioso, o el […]

Reply
Venezuela: el por qué y el cómo aumentar la gasolina - Haiman El Troudi diciembre 10, 2018 - 2:47 pm

[…] la timidez en la toma de decisiones respecto al cobro justo de un producto que, además de ser altamente contaminante, ha fomentado prácticas distorsionadas, como la del consumo desenfrenado y dispendioso, o el […]

Reply
Desarrollo de la energía solar en Venezuela, vacilar es perderse - Haiman El Troudi diciembre 10, 2018 - 2:50 pm

[…] obstante, el agotamiento progresivo de tales recursos y huella ecológica que han producido precipitan un cambio de los modelos de consumo energético, con tecnologías cada […]

Reply
DARSON JARAMILLO enero 9, 2019 - 6:15 pm

EL ANÁLISIS ESTA CLARO NI EL CAPITALISMO NI EL SOCIALISMO HAN PODIDO SOLVENTAR EL DAÑO CAUSADO AL MEDIO AMBIENTE POR TRATAR DE SACAR PROVECHO DEL MISMO MEDIANTE MÉTODOS DAÑINOS AL RECURSO NATURAL CON LA ECOLOGÍA DEBIDO A QUE VAN EN CONJUNTO ES POR ESO QUE DEBEMOS APROVECHAR LOS MISMOS DE UNA MANERA QUE BENEFICIE A AMBAS PARTES PARA QUE SE PUEDA PRESERVAR NUESTRA RESERVA NATURAL AUNQUE LA TECNOLOGÍA HA AVANZADO ESTA MISMA NO HA MERMADO LA PERDIDA ES HAY DONDE LA PARTE HUMANA DEBE INTERVENIR AQUELLA DESINTERESADA DE SACAR PROVECHO SOLO LA QUE QUIERE UN BENEFICIO QUE AYUDE A LA NACIÓN SIN NINGUNA EXPLOTACIÓN

Reply

Deje un Comentario

@Copyright 2018-2025 | Haiman El Troudi | Todos los derechos reservados.

Si continuas navegando en esta web, aceptas el uso de las cookies Acepto Leer Más

Política de Cookies y Privacidad