Brillante, pequeño, inquieto, el ave que vuela en infinito, símbolo que marcan sus alas en su acelerado revoloteo, así es el tucusito, forma totalmente venezolana de llamar al colibrí, diminuto pájaro extraordinario que habita en nuestro país.
En Venezuela hay más de 100 especies de colibríes. Autóctonos y exclusivos del trópico americano, constituyen la familia Trochiliidae, un grupo de aves – las más pequeñas del mundo – de pico agudo y largo, que vuelan con un asombroso batir de alas, y se alimentan del néctar de las flores y de pequeños insectos.
El tucusito rubí o el garganta rosa son solo ejemplos de la belleza y peculiaridad de estas pequeñas aves, con plumaje brillante y colorido que llenan de alegría jardines, bosques y montañas de Venezuela, polinizando las flores con su acelerada danza. Desde hace mucho tiempo han sido símbolos de lo afirmativo venezolano, aún más desde la década de 1960, cuando un aguinaldo dedicado a ellos se coló en las radios del país interpretado por voces infantiles que invitaban a llevarlos a cortar las flores, aumentando la popularidad de este colorida y diminuto pájaro.
Más de 300 especies de colibríes existen y todos viven en América. Mientras en nuestro país se le conoce como tucusito, en Chile, Argentina y Colombia se les dice picaflor, beija-flores en Brasil y chuparrosas en México, zumbador o zunzún en Cuba y otras islas del Caribe, quinde en Ecuador y otras regiones de Colombia, en donde además se les llama Huila y chupalinas, por solo citar algunos de los nombres más comunes.
Vuelo al infinito
Los colibríes son los únicos animales vertebrados que pueden volar hacia atrás, aleteando por lo menos 60 veces por segundo y 200 veces, si es en picada. Su gasto de energía es tal, que requieren comer casi todo el tiempo que están activos, por lo que vuelan repetidamente por senderos aéreos que los conducen de flor en flor para conseguir su alimento, el dulce néctar que ellas le proporcionan.
El extremadamente acelerado batir de alas del tucusito le permite desplazarse en un movimiento rotatorio con la forma del signo de infinito, por lo que realiza increíbles piruetas. También pueden volar de lado y verticalmente, así como mantenerse fijo en el aire, técnica que utilizan sobre todo cuando liban el néctar de las flores.
Se calcula que para satisfacer su gasto energético los colibríes han de consumir néctar de mil a dos mil flores por día. Y no es exageración, pues si dejan de hacerlo solo por un día, al siguiente no despertarán. Lo anterior explica la agresividad con la que estas pequeñas aves defienden su fuente de alimento, pues de ello depende su vida.
Los tucusitos son pájaros estrictamente diurnos que con el ocaso cesan su actividad alimenticia pues se orientan básicamente con la vista y no están en capacidad de localizar flores en la oscuridad.
Durante las noches descansan bajo un estado conocido como torpor, durante el cual su metabolismo se reduce considerablemente. Esto les permite guardar energía para despertar al día siguiente y comenzar a moverse de nuevo.
El tucusito mide en promedio de 6 a 10 centímetros, siendo el macho más grande que la hembra y con plumaje más llamativo. Como hábitat prefiere los bordes del bosque, pastizales, matorrales y jardines. Siempre vive en zona de montaña, en alturas entre los 1.400 a 3.000 metros sobre el nivel del mar.
Podemos encontrar al tucusito en prácticamente toda la geografía venezolana, pero hay mayor diversidad en la Península de Paria en el estado Sucre; en Caripe, estado Monagas; la Sierra de Lema e Imataca, estado Bolívar; en la Mucuy y la Azulita, estado Mérida y en el Alto Hatillo y Wararira Repano, especialmente en el sector Los Venados, Caracas.
Sorprendentes prismas de color
Una de las características más notables de los tucusitos son sus extraordinarios colores, que parecen reflejar la luz. Y es así, debido a que sus plumas contienen plaquetas o “gránulos de melamina y burbujas microscópicas de aire que refractan la luz”, y actúan como un prisma que la descompone, dejando ver distintos tonos del espectro lumínico. Cuando la luz no alumbra a la pluma iridiscente, sólo los colores de los pigmentos pueden verse y el ave parece oscura, pero al fijar la mirada en las plumas, en el ángulo correcto, se aprecia una exhibición de brillantes aunque efímeros colores.
Este colorido es usado por el macho durante el cortejo amoroso sobre todo. Luego de aparearse el macho abandona a la hembra, que pone un par de huevos, mientras que él sigue intentando seducir a otras hembras y deslumbrarlas con las atrevidas piruetas que hacen resaltar su vistoso plumaje.
Su nido es cerrado y abultado, construido en forma de copa con materias vegetales, reforzado y forrado por fuera para mimetizarlo con la rama donde usualmente son colocados. La hembra pone dos huevos, los incuba entre 15 y 20 días, y luego alimenta a las crías con néctar e insectos regurgitados. A los 30 días los pichones abandonan el nido, debiendo aprender a volar y a alimentarse por su propia cuenta.
Es importante resaltar la importancia ecológica de los tucusitos como agentes de reproducción de plantas con flores en ambientes tropicales. Al visitar las flores para beber el néctar, se les adhiere el polen y lo transportan a otras flores, de la misma especie de plantas, contribuyendo así a su reproducción.
De colibrí a tucusito y Tucuciapón

Fotografía de Carlos Eduardo Colmenarez, @karlinhos18, en Flickr.
Lisandro Alvarado sostenía que el término tucusito venía de tucuz, que en la lengua chaima significa “pájaro mosca”.
El geólogo y etnólogo francés Marc de Civrieux sostenía que la denominación común de tucusitos venía de tuKui en makiritare, tuKuXi y tuKusi en kariña, etnias con filiación lingüística caribe. Además en pemón, tucusito es tukui, en cumanogoto, tukuze y en arekuna, íucuschi.
También en referencia al tucusito, al cerro más alto de la Cordillera del Interior al sur del valle de Caracas, lo llamaban Tucusiapón, o Asiento del Tucusito, hoy en día Alto Hatillo, de allí aseguran viene el término “tucusiapón” usado en el lenguaje popular caraqueño para hablar de un lugar muy lejano y recóndito.
En cuanto al término colibrí algunos autores, incluyendo a la Real Academia de la Lengua Española, aseguran que ha sido tomado de la lengua de los Caribes, pero no se conoce su significado. Otras versiones dicen que se deriva del antiguo francés, específicamente de una alteración de dos palabras Col-brillant; aludiendo al brillo de su cuello.
De tucusito en tucusito
Aunque en nuestro país todas las especies de colibríes podrían ser vistas como tucusitos, según lo establecido formalmente por la Unión de Ornitólogos de Venezuela en agosto de 2012, en una lista oficial de los nombres comunes de nuestras aves, solo siete de ellas se llaman tucusitos y uno tucuso.
El Tucusito rubí es uno de las especies que encontramos en el país. Su denominación viene del color de la cabeza de los machos adultos. El tono de las plumas del Chrysolampis mosquitus varía de acuerdo con la incidencia de la luz sobre el plumaje.
El Tucusito garganta rosa (Chaetocercus jourdanii) y el Tucusito moradito (Thalunaria furcata), son dos de las especies de la familia Trochilidae que son también llamados de esa forma. Y si hablamos de tamaño, uno de los colibríes más pequeños en Venezuela es el Coqueta abanico canela (Lophornis ornatus).
De las 322 especies conocidas, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza ha declarado a nueve en peligro crítico, once en peligro y nueve más, como vulnerables.
En cuanto a Venezuela, el Colibrí coludo o Aglaiocercus berlepschi, endémico del país, es una de las especies que se encuentra amenazada por la pérdida de hábitat. También se encuentran en peligro el Colibrí Perijá y el Colibrí Tijereta o colibrí de Mérida, especie endémica de la familia Trochilidae. Mientras el colibrí Cometa verdiazul, Silfo de king, o Silfo de cola larga está clasificado como de preocupación menor.
Entre el centenar de especies de tucusitos o colibríes que podemos encontrar en Venezuela están además el colibrí inca ventridorado, colibrí thalassinus , colibrí delphinae, colibrí magenta, Esmeralda capirotada, rabudito verde, colibrí volcanero, colibrí centleante, colibrí ventinegro, colibrí hada occidental, colibrí pico de lanza mayor y el colibrí verdemar.
LLévame a cortar las flores
En diciembre de 1961, comenzó a sonar en la radio una pegajosa canción navideña dedicada al tucusito, interpretada por un conjunto infantil creado el 4 de noviembre de 1959 por Moisés Peña, maestro de sexto grado de la escuela Crucita Delgado de La Pastora.
Las voces infantiles del grupo, llamado justamente Los Tucusitos debido al éxito del tema, se convirtieron en un clásico de las navidades venezolanas que se repetiría año tras año hasta hoy en día.
Tucusito, tucusito / llévame a cortar las flores /piensa que en las Navidades se cortan de las mejores / Vuela, vuela / llévame a cortar las flores, canta el pegajoso estribillo del aguinaldo compuesto por un joven llamado Domingo Higuera que se sigue cantando en parrandas, hogares y escuelas de todo el país.
Su éxito fue marcado porque este aguinaldo popular entraba al terreno de la parranda navideña, desligándose con los que tradicionalmente se habían hecho populares relacionados con el villancico de raíz europea.
La magia de los tucusitos
Muchas son las historias que se tejen alrededor de los tucusitos. Por ejemplo en Venezuela la gente cree que su presencia responde al ángel de la guarda que quiere hacer saber a la persona que lo está protegiendo. En México, en tiempos de los antiguos mayas se decía que cuando los tucusitos se topan de frente con una persona leían sus pensamientos y deseos para llevarlos a otros.
Debido a la vistosidad y al “éxito amoroso” de los colibríes, antiguas creencias supersticiosas sostienen que estas aves pueden ser un amuleto para conquistas. Incluso había quienes los cargaban disecados, o los convertían en polvo para brebajes o filtros de amor. La creencia en el poder seductor que otorgaría la posesión de un colibrí condujo a que, durante la segunda mitad del siglo XIX, se desarrollara un comercio que implicó matar cientos de miles de ellos para adornar vestidos y sombreros. Incluso a los colibríes también se les ha tenido como curativos para dolencias que van desde afecciones estomacales, hasta reumatismo.
Dado que sus plumas son consideradas milagrosas o sanadoras, lo usual es que se tengan como amuleto unas pocas de ellas, como lo hacían muchos de nuestros indígenas, sin exponer la vida de la diminuta ave.
Para los taínos, que a la llegada de los europeos poblaban las principales islas del Caribe, el colibrí representaba el renacimiento de esa etnia luego de su diáspora. Pero fueron sin duda los aztecas, quienes más lo reverenciaron, a tal punto que una de sus principales deidades era Huitzilopochtli (colibrí azul del sur) el Dios Colibrí. Algunos indican que el término en náhuatl se traduce como alma del guerrero que viene del paraíso al que iban los que morían en combate para, luego de un tiempo, resucitar convertidos en colibríes.
Los europeos conquistadores creían también que los colibríes que morían resucitaban cada año al terminar el invierno.
Y es que cada una de las extraordinarias características de los colibríes ha contribuido a rodear a estas diminutas aves de un halo mágico y especial. No son sólo las más pequeñas del mundo, sino que vuelan aceleradamente marcando el símbolo del infinito mientras reflejan hermosos e intensos colores al ser tocados por la luz, y su vida regala vida a la naturaleza al polinizar miles y miles de flores cada día. Y en nuestro país esta pequeña ave nuestramericana es tan especial que se ha ganado un nombre particular, una denominación única que forma parte de lo afirmativo venezolano: nuestro tucusito.
Con información de Barlovento Mágico, Venezuela Tuya y Explorando Rutas
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3 comentarios
Gracias por el articulo. Las imágenes de nuestro tucusito son preciosas!!. Creo que debieran tenerlo como imagen de algún icono venezolano y promoverlo vía TV. Sobre todo en los programas para niños.
Es una buena idea. Muchas gracias.
Hermoso, colibríes o tucusitos… Anoche llegó uno a mi casa y volantes a…y espere está mañana para sacarlo pero fue inútil no pude, ya sin fuerzas lo pude agarrar le di a beber agua, a ver si se recuperaba pero no, murió en mis manos…Me dio mucha tristeza porque pude haber hecho más y no lo hice.