Si alguna vez te has preguntado el nombre del ave pequeña que vuela en bandadas alrededor de los peñeros como un copo de nube blanquecina y gran algarabía, la respuesta es el Guanaguanare, una pícara gaviota que siempre trata de robarle parte de su botín a los pescadores y alcatraces.
Son aves ágiles y rápidas, están pendientes de los peces donde quiera que estén. Planean y vuelan alternativamente para lanzarse en picada apenas los localizan para darse el gran banquete.
Los Guanaguanare son unos astutos descarados, porque no se conforman con la comida que consiguen a orillas del mar, acompañan a los pescadores al final de su faena con la algarabía que los caracteriza, como un fiel compañero, pese a que no desaprovecharán la oportunidad para sacar restos de pescado de sus cestas; lo que también hacen del propio pico entreabierto de los pelícanos (denominado cleptoparasitismo o parasitismo por robo), a los que igualmente merodean.
Padres responsables
Guanaguanare, en voz aborigen, significa lugar de gaviotas y estos lugares abundan en las costas venezolanas, en especial en Los Roques y otras islas al norte del país. Su bochinche habitual aumenta durante la época de reproducción entre los meses de abril y julio. Anida en playas arenosas, islas y ciénagas entre hierba, arbustos y vegetación alta. Por lo general establece colonias, a veces de gran tamaño con miles de nidos.
Nuestras traviesas gaviotas, son padres y madres responsables. Ambos elaboran su nido e incuban sus huevos durante unos 28 días y los dos cuidan a sus crías que pueden volar ente los 35 y los 42 días siguientes después de salir del huevo.
Esta ave migratoria parcial, también se reproduce en Norteamérica, Centroamérica y las Antillas, con una distribución invernal que abarca en el Atlántico desde Carolina del Norte hasta la desembocadura del Amazonas y, en el Pacífico, desde México hasta Perú. También se encuentran en países de Europa, como las islas Británicas, España y otras naciones de la fachada atlántica. En España se le conoce como gaviota reidora americana y en Inglaterra como Laughing Gull.
Celestino navideño
Bullanguera e inquieta, esta gaviota de cabeza negra, cuerpo blanco y alas grises, quedó inmortalizada en la canción «El Guanaguanare» de Jesús «Chú» Ávila, un compositor oriental formado en contacto con la naturaleza y los quehaceres propios de la vida cotidiana de la isla de Margarita, y es considerado como el que más se sembró en el corazón del pueblo oriental.
La canción es tradicional en época navideña…
«Vuela Guanaguanare picoteando sobre las olas de la mar serena
Vuela Guanaguanare picoteando sobre las olas de la mar serena
Y un alcatraz lo va a recibir a la noche buena
Y un alcatraz lo va a recibir a la noche buena»
…Donde el Guanaguanare es humanizado como un celestino navideño:
«Dile que yo la espero en noche buena, Guanaguanare, cántale una canción
Dile que yo la espero en noche buena, Guanaguanare, cántale una canción
Tráela pa´ que vea la mar serena, que yo la espero allá en el farallón
Tráela pa´ que vea la mar serena, que yo la espero allá en el farallón.
Con su bulla, algarabía, agilidad y gran picardía, el Guanaguanare embellece el paisaje marino y alegra las navidades de nuestro país, donde se erige como miembro destacado de lo afirmativo venezolano.
Con información de Venezuela Tuya, Seo Bird Life, Diversidad y un poco de todo y Otilca Radio
Fotos: Flickr, Pinterest, Diversidad y un Poco de Todo, Seo Bird Life
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