Jacinto Lara es un prócer de la independencia que da nombre a ese estado del occidente del país, donde resuena en cada rincón, plaza, escuela y calle. Este ilustre caroreño fue el único patriota presente en toda la gesta emancipadora que inició en Caracas en 1810, y culminó en Ayacucho en 1824, siendo además uno de los que tuvo la gloria de luchar por la independencia de los países bolivarianos.
A esto se suma su trayectoria civil en el gobierno del Gran Estado del Norte de Occidente, cargo en el que, después de cuatro años, dejó una imagen de gestión progresista y protectora de los derechos de los ciudadanos, con importantes avances en materia de urbanismo, salud y educación. Incluso le tocó enfrentar en ese tiempo la epidemia de viruela.
Cada 28 de mayo, fecha de su nacimiento, se recuerda su trayectoria militar y civil, celebración establecida por el parlamento larense en homenaje a este héroe de la Independencia en agosto de 1881, cuando el Gran Estado del Norte de Occidente pasó a denominarse estado Lara. El 24 de julio de 1911 sus restos mortales fueron trasladados desde Barquisimeto e inhumados en el Panteón Nacional.
Primeras gestas del ilustre caroreño
El 28 de mayo de 1778, en la población de Carora, nació Jacinto Lara, quien desde joven se dedicó a la agricultura y al comercio de ganado en el centro occidente de la Capitanía General de Venezuela.
Contando 32 años, estuvo presente el 19 abril de 1810 en Caracas, donde dejó escuchar su voz en medios de los históricos hechos de esa fecha, como integrante de la Sociedad Patriótica y ferviente auspiciador de la Independencia. Después de aquel Jueves Santo, Lara se incorporó a las milicias y combatió a las órdenes del generalísimo Francisco de Miranda. Su nombre quedaría registrado en muchos combates por la independencia, desde Caracas hasta Ayacucho.
Ese mismo año fue designado Comandante de las milicias de Araure y Ospino. Su primera intervención militar fue en 1811, cuando, bajo las órdenes de Miranda, participó activamente en el triunfo del Cerro del Morro en la toma de Valencia. Al año siguiente combate junto a Urdaneta en Araure y Guasdualito. Más tarde, con el grado teniente coronel, sirvió bajo las órdenes directas de Simón Bolívar.
En 1813 acompañó al Libertador en la Campaña Admirable, destacándose en las batallas libradas en Niquitao, Los Horcones y Taguanes, en julio de ese año. También descolló en el sitio a Puerto Cabello y en las batallas de Bárbula, Trincheras y Vigirima. Además, tomó parte en la batalla de Cúcuta contra el coronel Ramón Correa.
Intensa trayectoria militar
Luego, en 1814, estuvo en los sitios victoriosos de San Carlos y Valencia, así como en el triunfo de la primera batalla de Carabobo, la cual tuvo lugar el 28 de mayo de ese año, fecha en la que cumplió 36 años. Al pasar a las órdenes del general Rafael Urdaneta, en las acciones en el occidente del país, participó en la retirada hasta la Nueva Granada, donde se suman a las tropas dirigidas por el Libertador, marchando hasta Santa Fe de Bogotá para enfrentar a Manuel Bernardo Álvarez.
Entre 1815 y 1816, Lara se destacó en la toma de San Antonio y Mucuritas. También acompañó a Simón Bolívar en la derrota del realista Morillo en Calabozo en 1818. Corría el año 1817 y el entonces teniente coronel, fue responsabilizado junto al capitán Juan de Dios Monzón de la ejecución de dieciocho misioneros y dos enfermeros en la Guayana, quienes fueron degollados uno por uno, luego quemados y sus restos lanzados al río Caroní.
El Estado Mayor republicano ordenó enviarlos a la Divina Pastora, pueblo al interior de la provincia. Pero el oficial a cargo desconocía la geografía local y entendió “se les enviara con la Divina Pastora”, y los ejecutaron. Esa fue la justificación y, por tanto, los absolvieron de todo cargo.
Sin embargo, el acto fue considerado una venganza por los crímenes de los realistas en la Casa Fuerte de Barcelona el 7 de abril de ese mismo año, donde asesinaron a niños, mujeres, ancianos y enfermos allí refugiados; así como por las ejecuciones que hizo Morillo en Nueva Granada. Sin embargo, la acción fue repudiada y calificada como hecho sanguinario y cruel, innecesario e indigno de la causa republicana.
Al servicio de la independencia de los países bolivarianos
Junto al general Francisco de Paula Santander, el caroreño comanda, en 1820, las acciones de Chiquinquirá y del Valle Dupar (Colombia), venciendo a Carlos Toirá. Años más tarde, después de la victoria del 6 de agosto de 1824 en Junín, Ecuador, Jacinto Lara fue designado Comandante General de División de Retaguardia del Ejército, el cual obtuvo el glorioso triunfo de Corpahuaico, al mando de Antonio José de Sucre.
En 1821, Lara es nombrado gobernador de Santa Marta y Cartagena de Indias. Cuando es requerido para asumir el mando de la Provincia de Tunja, el Libertador resalta sus cualidades militares y administrativas al expresar: “Mando a buscar a Lara para que se haga cargo del mando de esta Provincia. Él es el más propio para mandar. Él no es muy bonito pero muy justo y exacto en sus operaciones, y por eso lo prefiero que a otros que son muy amables pero que no sirven para nada”.
El 26 de enero de 1827, Lara es aprehendido en Lima, donde comandaba la División Colombiana Auxiliar del Perú, al triunfar una conspiración contra el Libertador, promovida por el vicepresidente de la Gran Colombia, Francisco de Paula Santander. Sus captores lo expulsan. En 1828 se desempeñó en la Intendencia y Comandancia General del Departamento del Zulia.
Cumplidas sus obligaciones de hombre de Estado, Lara regresa enfermo a su pueblo natal y, aun así, por exigencia de Bolívar, lo nombran Intendente y comandante General del Departamento Orinoco, hasta 1829, cuando nuevamente vuelve a Carora. Disuelta la Gran Colombia y después de la muerte del Libertador Simón Bolívar, Lara se retira de la vida pública en 1831.
El gobernador Jacinto Lara
Tiempo después, tras la muerte de Bernabé Planas en Barquisimeto, se realizaron elecciones el 30 de enero de 1843 para la designación del nuevo gobernador de la provincia, ganando Jacinto Lara. Tomó el cargo el 8 de diciembre, desempeñándolo por cuatro años, lapso recordado por su servicio al pueblo con acierto en sus deberes.
El cronista Eliseo Soteldo destaca los torneos cívicos y el movimiento de la prensa en su gestión. Por otra parte, el senador larense Pedro París Montesinos describe que el período del gobierno civil de Lara, “fue de cierta calma, pues disminuyeron las revueltas caudillistas, pese a que se caracterizó por una aguda crisis económica y fiscal en la nación”. En ese sentido, Lara, en su mensaje a la Diputación Provincial, en 1844, da cuenta de forma detallada sobre los sucesos administrativos y exhorta a los legisladores introducir “reformas apropiadas en la experiencia de su diario contacto con la gente y los pueblos”.
A pesar de las escuetas rentas, dotó a Barquisimeto de una Casa de Gobierno, la cual sería derrumbada año más tarde. También realizó otras obras, tales como la siembra de unos cien árboles de la laguna de La Mora, que estuvo situada en los espacios de la actual Plaza Juan de Villegas, y reparó algunas calles de Barquisimeto, Cabudare, Yaritagua, Siquisique y Carora.
Más acciones por su terruño
Durante su gestión a Lara le tocó enfrentar la epidemia de viruela llamada ‘mal de Lázaro’, sistematizando “una campaña de vacunación como único preservativo de la horrorosa epidemia”. Instó a los legisladores “prever la dotación presupuestaria para la construcción de un hospital. Además, autorizó a la Junta Superior Sanitaria disponer de 400 pesos para pagar vacunadores en las cabeceras de los cantones y parroquias Puerto Cabello, San Felipe, Yaritagua y Cabudare, sitios que sufrieron la enfermedad en todo su rigor.
El gobernador también se preocupó por confrontar el problema de dónde enterrar a los muertos exponiendo a los legisladores: “la provincia no tiene un solo cementerio en buen estado y los pocos existentes exigen reparos más o menos considerables”. Se quejó igualmente de la carencia de mercados públicos y de la insuficiencia de las patrullas rurales. Reguló los juegos de azar y dotó a las poblaciones de alumbrado público.
Respecto a la educación pública, el gobernador Jacinto Lara hizo consideraciones como la división en dos las escuelas de las cabeceras de cantón, dotando de 40 pesos mensuales a cada preceptor con la obligación de enseñar a 40 niños.
Murió el 25 de febrero de 1859, a los 81 años, con el alma en paz por los tributos que rindió a la lucha por la formación de la República venezolana.
Jacinto Lara presente en todo
Este prócer venezolano fue declarado héroe epónimo del estado Lara, según un decreto dictado por la Asamblea Legislativa en 1881. Pero resultan incontables los espacios públicos en esa entidad que llevan su nombre.
A modo de ejemplo se pueden mencionar la Plaza Jacinto Lara, espacio público localizado en Barquisimeto; el Aeropuerto Internacional Jacinto Lara, ubicado en la ciudad capital de esta entidad, y el liceo Jacinto Lara en el municipio Palavecino, que le rinde honores no solo con su nombre sino además, con un desfile que todos los años realiza la banda de esa institución educativa.
Más allá de las fronteras de ese estado occidental, también le rinden homenaje. Por ejemplo, lleva su nombre la avenida principal que divide en norte y sur a la ciudad de Valencia en Carabobo.
Jacinto Lara incluso trasciende los límites del país. En Lima, Perú, se honra su memoria con un busto en el Panteón de los Próceres, una avenida y una calle en el distrito de San Isidro. Mientras que en el santuario de Ayacucho se encuentra una estatua de bronce al pie del obelisco conmemorativo de esa batalla.
Con información de UCLA, Prospectivas y El Estímulo
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