La escuela es el punto que marca el inicio de la socialización de niños y niñas. En ella los juegos del recreo constituyen espacios para el encuentro de los pequeños venezolanos, que en ese ambiente comienzan a comunicarse, a conocerse y a intercambiar lúdicamente.
Estas actividades que constituyen un legado de nuestros ancestros, nos guían en nuestros primeros pasos. Son momentos para jugar y disfrutar en colectivo, muchas veces al aire libre, pero también constituyen el inicio de un proceso de conocimiento más allá del núcleo familiar.
De esta manera, los juegos del recreo son un escenario perfecto para construir, sobre bases sólidas, una personalidad solidaria y con visión de colectivo. Y es que participar en ellos, no solo a enseña cómo desenvolverse sino además, cómo comprender al otro, y entender el compartir como forma de relacionarse.
No en vano buena parte de los juegos tradicionales venezolanos como la ere, las rondas, pisé o rayuela, el gato y el ratón, la gallinita ciega y palito mantequillero, entre otros, solo son posibles realizarlos mediante la participación activa de todos en un grupo.
Se trata de actividades concebidas para la integración, son juegos del recreo y espacios para el encuentro.
Ale limón, Doña Ana y muchos más
«Arroz con leche
Me quiero casar
Con una viudita de la capital
Contigo sí, contigo no,
contigo mi vida me casaré yo»
Son muchas las canciones que todo venezolano recuerda de su más tierna infancia, cantadas ritmicamente mientras se agarraban de las manos formando un círculo. Se trata de las rondas, juego tradicional adoptado en Venezuela desde muchos años atrás.
Las letras, juegos y ritmos de las canciones varían dependiendo de la región del país. La víbora de la mar, La señorita, Ale limón, Doña Ana entre muchas otras, evocan recuerdos en los más grandes y continúan siendo cantadas por los más pequeños durante el recreo en escuelas venezolanas.
Un detalle importante de este juego del recreo, es que los niños no se deben soltar las manos mientras giran cantando la canción, por lo que a veces salen mareados. Incluso, en ocasiones, pueden hacerlo muy rápido porque resulta muy divertido para los pequeños.
Bricando en un solo pie
No hay escuela venezolana que después del recreo, no tenga en su patio dibujado al menos un diagrama de pisé. El juego, compartido con varios países del mundo bajo otros nombres como rayuela, debe realizarse en un lugar amplio donde se pueda dibujar, generalmente con tiza, un diagrama con cuadros, cada uno de los cuales contiene un número del uno al diez.
Para comenzar el juego el jugador se coloca fuera del área demarcada y lanza una piedra, sobre el primer cuadro identificado con el numero 1. Luego, empieza a saltar en un solo pie, sobre los cuadros, sin pisar las lineas. En los lugares donde hay dos cuadros juntos, puede usar los ambos pies.
Cuando llega a la última casilla debe saltar dar la vuelta y regresar hasta la primera posición. El jugador perderá si pisa fuera de los cuadros o las líneas que lo forman. Gana el participante que hace el recorrido más veces.
Tun tun
Otro juego colectivo muy popular en Venezuela, especialmente en las escuelas, es el gato y el ratón. Los participantes se agarran de las manos así como en la ronda, menos dos participantes que quedan fuera de la cadena para asumir los roles de los animales que inspiraron el nombre. El “ratón” se queda dentro del círculo y el “gato” queda afuera para intentar cazarlo.
Una vez conformado el círculo, el gato toca la cabeza del participante más cerca de él y se produce el siguiente intercambio: -Tun tun – ¿Quién es? – El gato – ¿Qué desea? – Al ratón – Se está cepillando los dientes, por ejemplo, (el participante indica una acción que impide al ratón salir) – ¿A qué hora puedo regresar? – A las (y dice una hora cualquiera). Entonces el gato toca las cabezas de los otros participantes hasta llegar al número indicado y se repite el juego.
En algún momento, mientras el gato pregunta el ratón sale, y cuando el gato pregunta nuevamente por él, el jugador en turno le dice que ha salido. Entonces, comienza la persecución.
El ratón tiene que escapar pasando debajo de los brazos de los niños que conforman el círculo, que de ninguna manera deben soltarse, pues entonces pasarían a ser el gato y el ratón. Si el gato llega a atrapar al ratón, estos cambian de roles.
Más juegos del recreo
La gallinita ciega es otro de los juegos del recreo que necesita un buen número de participantes, de ocho a diez por lo menos. En primer lugar se delimita un área no tan grande para jugar, de la que no deben salir los participantes.
Los que están jugando forman un círculo y en el centro, se coloca el que será la gallinita ciega, con los ojos vendados con un pañuelo. Para comenzar se le dan algunos giros y se le introduce al juego con las siguientes palabras:
– Gallinita ciega ¿qué se te ha perdido?
– Una aguja y un dedal
– Aquí te los tengo y no te los quiero dar
Entonces la gallinita debe tratar de atrapar a un jugador. Al tocar a un participante, intenta identificarlo. El jugador debe quedarse inmóvil, sin hacer ningún ruido, porque en caso de ser identificado pasa a ser la gallinita. Si transcurrido algún tiempo no se ha logrado identificar a ningun compañero, puede seleccionarse una nueva gallinita. Los participantes pueden cambiar de posición para despistar a la persona que hace de gallinita ciega.
Frío, frío
Palito mantequillero es uno de los juegos del recreo con mayor data y tradición en Venezuela. Se usa un objeto pequeño, usualmente un palo (de allí el nombre del juego) que uno de los niños, elegido al azar, debe esconder.
El resto de los participantes debe proceder a buscarlo por todas partes. Quien escondió el objeto va dando pistas diciendo frío, caliente o tibio para indicar a los jugadores la cercanía al lugar del escondite. El juego inicia con las palabras: “Palito mantequillero, quien no lo encuentre le doy cuero”.
Este es uno de los juegos tradicionales más populares entre los niños de nuestro país, especialmente en las escuelas porque debe ser jugado en grupo.
Un, dos, tres por mí
Este juego del recreo debe hacerse en un espacio que tenga varios sitios para esconderse.
Inicia con la selección de uno de los jugadores, quien se encargará de buscar al resto de los participantes. Con los ojos tapados empieza a contar hasta un número alto. Mientras tranto, cada miembro de grupo elige un lugar para esconderse.
Al finalizar el conteo el niño busca a cada uno de los jugadores, el primero en ser encontrado será el próximo en realizar el conteo mientras el resto se esconde.
Quien logra salir de su escondite sin ser visto y llega al lugar donde contó el que realiza la búsqueda, se libra dando unos toques y diciendo “un, dos, tres por mí“. El último en ser buscado puede librar a todo el grupo con la frase: “un, dos, tres por todos”.
La ere
Para jugarlo se designa un jugador que será “La ere”. Éste se encarga de perseguir al resto de los participantes, con el objeto de convertir en “ere”, al primero que atrape.
Al momento del juego, el resto de los jugadores se ubica en “La Taima”, un espacio a salvo en el cual “La ere” no puede atrapar a ninguno. Resulta muy común la imagen de niñas y niños corriendo por todo el patio de la escuela mientras persiguen algún compañero para convertirlo en “La ere”, otro de los alegres juegos del recreo.
Hay variantes del juego como la ere piernas abiertas y la ere paralizada, que dejan inmóviles a los jugadores hasta que otro compañero pase por debajo de sus piernas, en el primer caso, o lo toque, en el segundo.
Los juegos tradicionales venezolanos forman parte importante de nuestra cultura, del legado que trasmitimos de generación en generación. En la escuela, donde comenzamos a socializar desde muy pequeños, tenemos la oportunidad aproximarnos al mundo a través de estas dinámicas lúdicas, con las que podemos aprender en colectivo.
Además, muchas de las actividades recreativas que realizan nuestros niños en las escuelas, requieren solo de un nutrido grupo de participantes y tiempo disponible para divertirse en grupo.
Los juegos del recreo no son solo espacios de encuentro y de formación, constituyen expresión de nuestra forma de ser, de aquello que nos caracteriza como la alegría, la solidaridad, la creatividad y más. Han sido heredados a través de los años, por lo que jugar también forma para de lo afirmativo venezolano.
Con información de Revista Así Somos N°8 y Hablemos de Culturas
“Juegos tradicionales venezolanos”. Colección Notas del Patrimonio Cultural. Instituto del Patrimonio Cultural, 2015.
1 comentario
Revivir el pasado, necesario en el presente.