El Krill antártico, un crustáceo parecido al camarón que vive en las aguas heladas de los océanos Atlántico y Pacífico, famoso por su enorme valor proteico, se perfila como un gran aliado para eliminar el dióxido de carbono (CO2) que diariamente es emitido a la atmósfera, lo que contribuirá a la lucha contra el cambio climático y sus nefastas repercusiones para la vida en la Tierra.
Un grupo de científicos analizó el ciclo de vida del Krill antártico durante un año, a objeto de estudiar la repercusión que podría tener la muda de su piel para el secuestro (eliminación) de carbono, un proceso bioquímico que, hasta ese momento, solo se conocía que realizaba a través de sus excreciones.
El estudio, publicado en la revista Nature Communications, demostró que la muda de piel de este crustáceo, contribuye a la captura de carbono en la misma medida que sus excreciones, por lo que serían capaces de transferir hasta 300.000 toneladas de carbono diarias -equivalente a las emisiones domésticas de CO2 registradas en Reino Unido al día- de la atmósfera al suelo de los océanos, gracias a esta técnica.
Alimentarse de fitoplancton es la clave
Es importante señalar que el secuestro o eliminación de CO2, se inicia cuando el krill se alimenta de fitoplancton (organismos acuáticos vivos de origen vegetal que viven flotando en la columna de agua) con capacidad fotosintética y finaliza tanto a través de sus excreciones como de la muda de su piel.
Determinar que el Krill antártico continúa mudando su recubrimiento corporal de forma regular al alcanzar el tamaño de un adulto, así como la repercusión de esto en el secuestro del CO2, llevó a los científicos hasta el mar de Scotia, en las islas Georgia del Sur, donde se encuentra más del 50% de todo el krill antártico.
El equipo trabajó a lo largo de 12 meses, con la ayuda de una trampa para sedimentos, analizando el ciclo de vida del Krill y recolectando sus mudas. En específico, el resultado de este estudio proporciona la primera estimación de cuánto carbono pueden extraer y almacenar grandes enjambres de krill antártico, durante el proceso de muda.
El cambio de piel sí captura CO2
De acuerdo a la investigación, las mudas de piel del Krill se realizan cada 10 o 14 días y contienen una cantidad de carbono que varía entre el 10% y el 23% de su peso total en seco, por lo que contribuye a la captura de carbono en la misma medida que sus excreciones.
En tal sentido, las estimaciones sobre los flujos de carbono orgánico con alto contenido de partículas (POC) en los que participaba el krill, podrían ser el doble. De este modo, la contribución en conjunto a este flujo por parte del Euphausia superba, como se le llama científicamente, suma un 92% de la exportación total anual de POC en la región objeto de estudio.
El grupo de científicos estuvo integrado por C. Manno, S. Fielding, G. Stowasser, EJ Murphy, SE Thorpe y GA Tarling del British Antarctic Survey, Consejo de Investigación del Medio Ambiente Natural, Cambridge, del Reino Unido.
Alimento de los grandes en el océano austral
El Euphausia superba es la dieta principal de ballenas, pingüinos y focas (tanto leopardo y peleteras como cangrejeras). Además, constituye una de las concentraciones más altas de biomasa animal en los océanos del mundo, con más de 150 millones de toneladas estimadas.
Como especie clave del ecosistema antártico, también es una importante fuente de alimento para calamares, peces hielo, albatros y muchas otras especies de aves. El Krill es considerado un gran tesoro debido a sus atractivas características nutricionales, entre las que destacan su alto valor proteico.
El consumo anual de la cadena alimenticia representa valores entre 152 y 313 millones de Krill antártico, de los cuales las focas consumen entre 63 y 130 millones; las ballenas entre 34 y 43 millones; las aves entre 15 y 20 millones; los calamares entre 20 y 100 millones; y los peces entre 10 y 20 millones.
La pesquería pone en riesgo la ecovida del krill
El grupo de hombres y mujeres de ciencia que trabajó en el estudio ha recomendado que se adopten medidas para garantizar que, a medida que avanza la tecnología de pesca, la pesquería no invada el hábitat del krill larval cerca del hielo marino, y que se tomen acciones para evitar la captura incidental de larvas cuando pescan el krill adulto.
Argumentan que los ecosistemas y procesos químicos del Océano Austral son muy complejos y poco entendidos, mientras que la falta de conocimiento en la población sobre el alcance de la capacidad del krill para afectar el ciclo del carbono, es preocupante, dado que es la pesquería más grande de la región.
El pequeño krill mide 6 centímetros de longitud y pesa 2 gramos, puede vivir hasta seis años y forma enormes cardúmenes de gran densidad que llegan hasta 30 mil ejemplares por metro cúbico. Estas elevadas cifras invitan a la explotación y a la extracción, lo que amenaza con romper los puentes naturales del crecimiento y desarrollo de las especies animales del océano austral, entre otras muchas regiones.
Vale destacar que, si bien las poblaciones de Krill antártico son gigantescas, se advierte que han decrecido en los últimos 30 años.
Con información de El Agora Diario, Noticias de la Tierra, La Vanguardia, Animales y Plantas de Perú, Periodista Digital y Publimetro.
Fotos cortesía de Vista al Mar, Vitónica, Aqua Feed, Crónica Global y Greenpeace
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1 comentario
Realmente todo el planeta está en peligro, desde el más pequeño ecosistema hasta uno macro, pero las NU no le interesa sino la guerra, lo que les queda de los países hostiles.