El consumo de tabaco, además de ser un problema de salud pública al ocasionar la muerte anual de más 7 millones de personas según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), es una amenaza para el medio ambiente desde el proceso de elaboración hasta el desecho: colillas de cigarro.
Se estima que 4,5 billones de las colillas de los 6 billones de cigarros que se fuman en todo el mundo cada año, terminan en la naturaleza. Cada día, cerca de 10 mil millones son desechados al ambiente constituyéndose en una amenaza para los cuerpos de agua (mares, océanos, ríos, lagos), la tierra y la biodiversidad como consecuencia de la toxicidad de las sustancias que se acumulan en el filtro.
Las colillas de cigarro están elaboradas con acetato de celulosa, un derivado del petróleo que puede tardar entre 8 y 12 años en descomponerse, incluso más. Es en los filtros donde se depositan las sustancias utilizadas para tratar el tabaco: nicotina, arsénico, alquitrán o tolueno, cadmio, entre otros miles de elementos químicos nocivos que se liberan en contacto con el agua causando efectos devastadores en la calidad del agua y en el ciclo ecológico de algunas especies marinas como moluscos, peces, reptiles y aves que pueden resultar envenenados.
Contaminación de alto riesgo
Cada colilla de cigarro puede contaminar 10 litros de agua de mar y hasta 50 litros de agua dulce y su ingesta puede ocasionar la muerte directa de cetáceos y aves.
Además, la biodiversidad puede verse gravemente afectada por incendios forestales provocados por colillas mal apagadas o aquellas que se lanzan desde un vehículo en movimiento, un problema que se agrava en los períodos de sequía.
Entre el 30% y 40% de los residuos recogidos en las zonas urbanas y costeras, los constituyen las colillas de cigarro.
El humo del cigarro impacta la calidad del aire de forma directa. Cada año, los consumidores de cigarrillos producen 225 mil toneladas de dióxido de carbono, lo que equivale a las emisiones de producidas por 12 mil vehículos en un recorrido de 10 mil kilómetros, aproximadamente.
Un árbol por 300 cigarros
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que solo en la cura del tabaco para la elaboración de 300 cigarros se tala un árbol adulto, además de los que se utilizan para la construcción de los graneros donde se realiza el proceso para que la hoja adquiera su característico aroma, la elaboración del papel que envuelve este producto de consumo masivo y los paquetes que los contienen, lo que suma un total de 8 árboles talados.
Por otra parte, la planta del tabaco consume los nutrientes del suelo de manera muy rápida por lo que se utilizan cantidad de pesticidas y fertilizantes químicos que contaminan el suelo y el agua, tal como lo indica el estudio del Centro para el Control del Tabaco de la OMS «Tabaco como riesgo para el Medio Ambiente, de la planta a la colilla». Luego de dos cosechas, el suelo se agota y queda inutilizado por estos productos.
El uso de estas sustancias puede provocar erosión, pérdida de biodiversidad o eutrofización de lagos y ríos.
El cigarro es uno de los productos de consumo masivo que más impacta en la naturaleza, al generar contaminación, deforestación, incendios forestales y gases de efecto invernadero. Su filtro es el segundo artículo de plástico de un solo uso más contaminante de los océanos.
Los residuos del cigarrillo contienen más de 7000 sustancias químicas tóxicas que además de envenenar el medioambiente, algunas de ellas son cancerígenas para el ser humano.
Con información y fotografías de National Geographic, El Mostrador, SEO BirdLife y Ecovisión TV
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