La restauración y protección de las turberas ayudaría a reducir en 800 millones de toneladas métricas (Tm) anuales, las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). Esto equivale al 3% de las emisiones mundiales.
Cuando el planeta se dirige hacia un aumento de la temperatura global superior a 2 °C y es indispensable reducir drásticamente las emisiones de CO2 actuales, toda estrategia suma y más si la solución está basada en la naturaleza.
Sin embargo, entre 11% y 15% de las turberas son drenadas para el pastoreo, la agricultura, la silvicultura y la minería de turba. Mientras que otro porcentaje (5% -10%) se degradan por la eliminación o alteración de su vegetación. Así lo revela el informe “Economía de la conservación, la restauración y la gestión sostenible de las turberas”, publicado por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Iniciativa Mundial sobre las Turberas (GPI).
Al degradarse, estos ecosistemas pasan de ser sumideros naturales de carbono a emisores gases de efecto invernadero. Las que han sido drenadas o quemadas son responsables de 5 % de las emisiones antropogénicas de CO2, contribuyendo de forma desproporcionada al cambio climático.
Almacenan más CO2 que los bosques
Las turberas son muy importantes para hacer frente a los desafíos de la crisis climática y sus efectos catastróficos porque si bien cubren menos del 3% de la superficie del planeta (4 millones de km2), albergan la mayor cantidad de carbono orgánico terrestre y almacenan el doble de carbono que todos los bosques del mundo.
Por lo tanto, es urgente mantener el carbono de estos ecosistemas en el suelo como parte de las acciones para frenar el inevitable aumento de la temperatura global y estabilizarla por debajo de 2°C, advierte el informe.
Además de parar la degradación, es necesario “volver a humedecer y restaurar muchas de las turberas drenadas” a fin de detener sus emisiones de gases de efecto invernadero y al mismo tiempo, proteger los beneficios que proporcionan incluido su papel como sumidero de carbono natural.
La importancia de las turberas
Las turberas son uno de los mayores aliados en la lucha contra el cambio climático. Al restaurarlas, conservarlas y protegerlas se reducirían las emisiones de gases de efecto invernadero, 800 millones de toneladas métricas por año solo en turberas tropicales, por ejemplo. Cantidad que equivale al 3% de las emisiones globales o las emisiones totales de Alemania.
También se reactiva un ecosistema esencial desde el punto de vista ecológico, cultural y económico para las comunidades aledañas que de acuerdo al informe, contribuyen al mantenimiento de los suministros de agua, el control de la contaminación y los sedimentos.
En ese sentido, “más de 2.300 km2 de turberas suministran agua potable a 71,4 millones de personas en todo el mundo”. En países como Irlanda y el Reino Unido, por ejemplo, suministran cerca de 85% de toda el agua potable. También albergan muchas especies endémicas y amenazadas.
Para los autores la restauración, conservación y protección de estos ecosistemas es una solución, basada en la naturaleza, “de bajo costo, baja tecnología y alto impacto tanto para la acción climática como para la biodiversidad”.
Invertir en la restauración de las turberas
Advierte Dianna Kopansky, coordinadora mundial de turberas del PNUMA, que «sin control, la conversión de turberas en regiones tropicales podría duplicarse a unos 300.000 km2 para 2050». Explica que las que han sido drenadas son muy propensas a incendios forestales y esto a su vez, emiten gases de efecto invernadero, calentando el planeta y liberando contaminantes tóxicos.
Convertirlas «en un sumidero de carbono global requeriría volver a humedecer el 40% de las turberas drenadas», agrega Kopansky. En el informe se insta a los países a invertir en la restauración, conservación y protección de las turberas con miras a reducir cerca de la mitad las emisiones que se origina debido al drenaje y la quema de estos ecosistemas. La inversión estimada, desde ahora hasta 2050, asciende a 46.000 millones de dólares anuales.
Al respecto la coautora del informe, profesora Joanne Burgess, señala que en el centro de las inversiones globales para soluciones basadas en la naturaleza, deben estar estos ecosistemas subvalorados hasta ahora. «La inversión en turberas es una triple victoria para las personas, el clima y la biodiversidad», afirma.
Con información de PNUMA e Informe “Economía de la conservación, la restauración y la gestión sostenible de las turberas”
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Buenas Haiman, reducir la cantidad de CO2 es tarea primordial como especie, nosotros nos encargamos de destruirnos, pareciera que a la gran mayoría de los habitantes del planeta no le atañe el problema que le hemos causado al sistema ecológico, en mi tesis de Administración de recursos renovables, no renovables e inagotable… he podido conseguir cosas como el plástico, se ha encontrado micro plástico en placentas, es increíble como sin ningún dolor destruimos nuestra casa o como dice Walter Martínez, «Nuestra Única Nave Espacial», seguimos luchando por la preservación de la especie y en eso está primordialmente el Sistema Ecológico. Saludos cordiales
Saludos cordiales. Gracias.