“Nada seduce tanto como la sencillez, el buen gusto y la limpieza de las intenciones”, decía Aníbal Nazoa y, sin lugar a dudas, toda su obra fue creada bajo este signo y su dominio del arte del humor y el oficio de escribir, con el que sedujo y seduce a quien lo lee.
Hablar de este caraqueño insigne, sanjuanero para más señas, nacido en el Guarataro en el 12 de septiembre de 1928, es hablar de una buena parte de la historia del humorismo y periodismo venezolano.
La popular y polémica columna “Aquí hace calor”, firmada por su alter ego Matías Carrasco y publicada cada sábado en El Nacional por casi 40 años, fue considerada una cátedra de la crónica. Allí abordó diversidad de temas de la política nacional e internacional, con un lenguaje sencillo pero elegante, aderezado con humor profundo y crítico.
La sátira y el humor
Desde muy joven, Aníbal Nazoa, se sintió atraído por la sátira y el humor. A los 18 años, bajo la guía de su hermano Aquiles, comienza a transitar el camino del periodismo en El Morrocoy Azul, semanario humorístico y político fundado por Miguel Otero Silva en 1941.
Allí compartió con figuras de la talla de Kotepa Delagado, Francisco Pimentel, conocido por el seudónimo Job Pim; Claudio Cedeño, Gabriel Bracho Montiel, Andrés Eloy Blanco, Rafael Guinand, Luis Pastori, Rodolfo Quintero, el propio Miguel Otero Silva y, por supuesto, con Aquiles, entre otros periodistas, caricaturitas y escritores que hasta 1948, fecha en que dejó de circular, trabajaron como colaboradores del semanario.
En el semanario Fantoches, creado por el periodista, caricaturista, dramaturgo y poeta Leoncio Martínez (Leo), Aníbal Nazoa maduró la sátira como género literario.
También escribió para otras publicaciones semanales de corte humorístico como Dominguito, Tocador de Señoras, La Sapara Panda, La Pava Macha, El Infarto, El Fósforo y en las revistas El Gallo Pelón y Cascabel.
Su incisiva y fina pluma enriqueció otros medios entre los que destacan los diarios La esfera, Clarín y El globo, así como en las revistas Élite, Momento y Semana.
“Aquí hace calor”
Las publicaciones humorísticas fueron afectadas con la llegada de Marcos Pérez Jiménez a Miraflores. El uso de seudónimos se hizo frecuente durante los años de la dictadura.
En ese contexto entra en escena Matías Carrasco, el alter ego de Aníbal Nazoa, quien a partir de 1955 firmaría la columna sabatina del diario El Nacional, “Aquí hace calor”. Su creador estaba vetado por ser militante del Partido Comunista, por lo que el seudónimo era una protección.
Y no era para menos, pues, en 1956, su hermano Aquiles Nazoa fue expulsado del país por el régimen de Pérez Jiménez y se exilió en Bolivia.
El humor, la ironía y la crítica en el abordaje de la política nacional e internacional, manejada con finesa por Matías Carrasco, incomodaron y molestaron a políticos y funcionarios durante la dictadura y después de ella.
“En esa época Anibal hizo un humor elevado, de calidad, que hacía reflexionar, pensar, tomar conciencia política. No fue el chiste fácil, el humor barato. Como decía su hermano Aquiles, nos hacía pensar sin darnos cuenta de que estábamos pensando”, afirma el también periodista Earle Herrera.
“¡Gracias, Don Matías!”
Matías Carrasco lo acompañó por 36 años, después de la caída de la dictadura y en los gobiernos democráticos posteriores. Las incisivas líneas le granjearon muchos enemigos. Sin embargo, la identidad del autor de “Aquí hace calor” se volvió un secreto a voces con el paso del tiempo y el propio Aníbal recibió en nombre de su alter ego el Premio Nacional de Periodismo en 1969.
Así se despidió Aníbal Nazoa de Matías Carrasco:
“Seguramente habrán notado que desapareció de estas páginas el nombre del distinguido Matías Carrasco, que fue sustituido por el de este humilde servidor. Una persona puede usar un seudónimo porque vive en la clandestinidad, para espantarse la sombra de un pariente, o escapar de la mala suerte de tener un nombre demasiado ‘caracomún’.
En mi caso específico, el haber escogido para firmar mis escritos con el nombre de Matías Carrasco es un mero lance de la casualidad: no sabía yo -gajes de la incultura- que el doctor Matías Carrasco no sólo existía, sino que era un destacado intelectual guayanés. Me despido pues del doctor Matías Carrasco expresándole mi agradecimiento por haber soportado durante tantos años y con tanta generosidad mi abusivo uso de su nombre. ¡Gracias, Don Matías!”
El niño que era Aníbal Nazoa
Hijo de Rafael Nazoa y Micaela González, nació y vivió en el barrio El Guarataro, popular zona de la parroquia San Juan de Caracas hasta la muerte de su padre, la familia se traslada a Puerto Cabello.
Aquiles se hace cargo de la familia y asume la figura paterna para sus hermanos menores. Su niñez no fue triste a pesar de las dificultades económicas que enfrentaron.
Con el diagnóstico de una afección cardiaca conocida como ductus arterioso y pocas esperanzas de vida, Aníbal fue un niño inquieto y tan ávido de conocimiento, que aprendió a leer por cuenta propia. Debido a su dolencia comenzó a ir a la escuela a los 8 años.
Le gustaba mucho la música y el cine. Cuenta su hermana Aida que entre todos los hermanos reunían una puya por aquí, otra por allá hasta completar el medio que costaba la entrada. Anibal veía la película y se las contaba con detalles, incluida la música.
“Uno podía ver la película mientras escuchaba la narración. Anibal tenía un oído prodigioso”, dijo en una ocasión.
Puerta de Caracas
El sanjuanero fue un gran cronista y en todas sus publicaciones combinaba, con denotada habilidad, “la sencillez del lenguaje, la amenidad y el humor con profundidad y riqueza conceptual”, tal como afirmó Earle Herrera.
En la columna “Puerta de Caracas” que publicó diariamente en El Nacional entre 1972 y 1994, hizo gala de su dominio de la crónica, con humor e ironía muy fina y a partir de hechos cotidianos hizo una radiografía de su ciudad natal, lo bueno y lo no tan bueno, y sobre la caraqueñidad.
Más de 100 crónicas de Caracas fueron recogidas en un libro, al igual que los textos que escribió para el programa de radio “La palabra de hoy”, transmitido una vez a la semana por Radio Capital a finales de la década de 1980 y principios de los años noventa.
En 1969 se publica su primer libro, “Obras incompletas”, que se convertiría en una de las mejores obras de humor de América Latina. “Las artes y los oficios”, su segundo libro se publica en 1973.
Maestro de la ironía y la paradoja
“Ser escritor en Venezuela equivale casi exactamente a no tener oficio conocido”, escribió en la presentación de ‘Las artes y los oficios’.
Sin embargo asumió con maestría el oficio de escribir y el arte del humorismo para enriquecerlo, con un hábil manejo de “la ironía, el contraste y la paradoja”.
Fue, en palabras de su colega Earle Herrera, “Uno de los más grandes y auténticos escritores y humoristas venezolanos del siglo XX”.
Aníbal Nazoa partió con su humor a otros parajes el 18 de agosto de 2001, pero quedan sus libros y cientos de publicaciones para el gozo de quien lo lea.
Con información de Humor Sapiens, Periodismo en la Web y Rostros de Venezuela
Antillano, Laura. Aníbal y Aquiles Nazoa, dos maestros de la crónica. Ministerio del Poder Popular para la Comunicación e Información. Colección Claves. Ediciones MinCI. 2018 Caracas, Venezuela.
Nazoa, Aníbal. Las artes y los oficios. Ministerio de la Secretaría de la Presidencia. Ediciones de la Presidencia de la República. 2002. Caracas, Venezuela.
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