Las maravillas de la naturaleza tienen en el Sapito Rayado a uno de sus protagonistas. Cada individuo adulto de este anfibio del género Atelopus es exclusivo, pues el patrón de las rayas y manchas sobre la cabeza y espalda de esta llamativa y peculiar criatura, nunca es igual.
Con el color amarillo o amarillo verdoso como base en su piel, el Sapito Rayado, una de las ocho especies de su género endémicas en Venezuela, posee rayas y manchas negras o marrones en casi toda su anatomía. Los machos en edad reproductiva son los que tienen más acentuados los colores corporales, las palmas y planta de los pies pueden tener una tonalidad naranja.
El Sapito Rayado macho mide entre 2,2 y 3,5 centímetros, mientras que la hembra puede llegar a medir 5 y hasta 6 centímetros. Tienen buena capacidad reproductiva, pero una enfermedad de la piel conocida como quitridiomicosis, ha diezmado su población drásticamente. Por esta razón es considerado en Peligro Crítico “CR” tanto por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como por el Libro Rojo de la Fauna Venezolana y fue declarado Especie en Peligro de Extinción mediante Decreto N° 1.486, del 11-09-96.
Un hongo acaba con los anfibios
Pero la dramática desaparición del Sapito Rayado en Venezuela no es la única entre su clase. La disminución de grandes poblaciones de anfibios en el mundo, se comenzó a observar a finales de la década de los 80. Actualmente se sabe que la principal causa de estas desapariciones están relacionadas con epidemias de quitridiomicosis cutánea, una enfermedad que debilita la piel causada por el hongo Batrachochytrium dendrobatidis.
De hecho, se calcula que en los últimos 30 años, alrededor de 35 especies de anfibios se han extinguido y que 32% de éstas (unas 1900 especies) están en peligro de extinción. El Sapito Rayado está entre las de mayor riesgo. La alteración o degradación ambiental debido a la agricultura, asentamientos humanos, turismo, incendios, contaminación y cambio climático, son otras de las amenazas a su existencia. Todas están asociadas al rápido crecimiento poblacional humano y el desarrollo de la Cordillera de la Costa.
En Venezuela, donde era muy abundante, dejó de ser visto en 1986, lo que coincide con la década en la que sus familiares en todos los continentes también fueron desapareciendo. Pasaron casi 20 años antes de que se le volviera a ver. En 2004 se descubrieron dos poblaciones remanentes en las cuencas bajas de los ríos Cata y Cuyagua, en la cordillera costera del estado Aragua.
El Sapito Rayado abundaba en la Cordillera de la Costa
También conocido como sapito rayado del centro, rana arlequín de Rancho Grande y sapo arlequín de Rancho Grande, nuestro Atelopus Cruciger, vivía en toda la Cordillera de la Costa venezolana, en superficies ubicadas desde el nivel del mar hasta 2400 metros de altura.
En la actualidad se encuentran protegidos en parques nacionales como el Henri Pittier (también llamado Rancho Grande), donde se registra la presencia de tres poblaciones en una de sus zonas remotas. Otros refugios mencionados, aunque sin especificaciones, son Guatopo, San Esteban, Macarao y Waraira Repano.
De hábitos diurnos, el Sapito Rayado es una especie terrestre a la que le gusta trepar en la vegetación, en los bosques de montaña. Prefiere vivir en las superficies rocosas de las quebradas y ríos, así como en sus alrededores. Se alimentan de insectos como hormigas, pequeñas arañas y coleópteros (escarabajos). Se afirma que gracias a su alimentación es colaborador de un equilibrio en el ciclo ambiental.
La sapita rayada escoge al mejor cantante
El cortejo del Sapito Rayado, como el de las ranas y otras especies de sapos, es cantado. Estos anfibios machos emiten sonidos para conquistar a las hembras quienes generalmente escogen a los que croan más fuerte y durante la mayor cantidad de tiempo.
Su máxima actividad reproductiva ocurre durante la sequía, cuando disminuyen los cauces de los ríos, pero algunas especies se reproducen a lo largo de todo el año, lo que significa una fortaleza ante el gran riesgo de su permanencia en el planeta.
Las sapitas rayadas colocan cadenas de huevos que contienen entre 200 y 300 huevos a lo largo de orillas de quebradas, piedras o troncos. Los renacuajos salen en muy poco tiempo, su boca es un disco en forma de ventosa que les facilita adherirse a las rocas y alimentarse de algas microscópicas. En cautiverio se observó una hembra depositando una ristra de 271 huevos, de los cuales 91 se convirtieron en renacuajos en solo dos días.
El calor debilita al hongo que mata al Sapito Rayado
Pese a que el hongo que produce la mayor amenaza a la vida del Sapito Rayado parece perseguirlo sin tregua, se ha determinado que crece muy lentamente mientras más alta es la temperatura. Además, nuestro anfibio puede ser tratado de la enfermedad que le debilita la piel hasta matarlo (quitridiomicosis), durante la conservación ex situ. La esperanza no se pierde.
Los estudios que se han realizando en la población remanente de sapitos rayados localizada en el 2004 en el río Cata, señalan que ésta no ha disminuido y que por el contrario podría haber aumentado en los últimos dos años. Se esperan resultados de la población descubierta en el río Cuyagua. En ambos sitios, ubicados en el Parque Nacional Henri Pittier, se busca fortalecer la protección del hábitat del sapito.
De igual manera se recomienda consolidar la conservación ex situ, cuyo principal objetivo es mantener la supervivencia de las especies en su medio natural, razón por la cual debe ser considerada como un complemento para la conservación de especies y recursos genéticos in situ; sobre todo cuando se trata de especies críticamente amenazadas, como nuestro hermoso y exótico Sapito Rayado.
Con información de Gestión Ambiental, Río Verde y Diversidad Biológica
Fotos cortesía de Río Verde y Wikieva
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