Un laboratorio español presentó recientemente un nuevo material: PHBV (PoliHidroxiButilValerato), posible sustituto del plástico para su uso en envases de productos alimenticios y bebidas, que se obtiene a partir de residuos vegetales como conchas de papas y zanahoria, que, además de poder ser reciclado tras su uso, es biodegradable en tierra y mar.
El laboratorio CircularLab de Ecoembes, el primero en Europa de estas características, está ubicado en Londoño, España, y trabaja con un equipo multidisciplinario en el prototipo de este nuevo material plástico sostenible con propiedades únicas.
“Los bioplásticos son todos aquellos que tienen origen vegetal o son biodegradables, pero este nuevo material es el único bio-bio, porque cumple con ambas características, y ha supuesto todo un reto tecnológico”, explica Jorge García, uno de los principales investigadores del proyecto, desarrollado junto al centro tecnológico AINIA.
Este tipo de plástico se obtiene al triturar el residuo vegetal y extraer su glucosa mediante un proceso de hidrólisis, que sirve de alimento a un microorganismo que, a su vez, es el encargado de producir el biopolímero con el que se fabrica este material similar al plástico. Puede ser utilizado en botellas o bandejas para alimentación y bebidas; luego no sólo puede reciclarse tras su uso, sino que a partir de él se puede fabricar compost para volver a la tierra en forma de abono.
Además de minimizar el impacto medioambiental de los residuos en la naturaleza y de apostar por la prevención en todos los ámbitos, supone una alternativa a la hora de tratar los residuos provenientes de mercados municipales y otras instalaciones en las que se generan grandes cantidades de este tipo de alimentos, contribuyendo no solo a que sean reciclados, sino a reducir el desperdicio alimentario.
Ecoembes espera que este innovador material pueda estar en el mercado en un plazo de cinco años, una vez superado el proceso de patentes. Zacarías Torbado, coordinador de TheCircularLab, ha querido poner el acento en la importancia de la innovación para conseguir un planeta más sostenible y ha señalado que “el nuevo plástico sostenible, es el germen de nuevos desarrollos basados en el diseño circular y uno de los ejemplos de cómo serán los envases en el futuro”.
Óscar Martín Riva, consejero delegado de Ecoembes insistió, por su parte, en la necesidad de un cambio de visión y dejar atrás la filosofía del producir, usar y tirar para adentrarnos en el nuevo paradigma de la economía circular y ser capaces de responder a desafíos ambientales como el cambio climático, la contaminación o el uso eficiente de la energía.
Pero además de este novedoso plástico sostenible, en poco más de un año de vida, en este “Silicon Valley del reciclaje”, como lo ha denominado Óscar Martín, “se han puesto ya en marcha más de cien proyectos y un ecosistema del que forman parte más de doscientas instituciones, empresas y organizaciones, que son la mejor prueba de que un mundo más circular es posible”.
TheCircularLab suma los esfuerzos de más de 200 colaboradores externos, 55 estudiantes (a través del programa Circular Talent Lab para jóvenes talentos innovadores) y una comunidad de 20 emprendedores, seleccionados entre más de 150 de los cinco continentes.
Gracias a esto, además del plástico sostenible creado a partir de residuos vegetales, el centro ha puesto en marcha iniciativas como A.I.R-e, el primer asistente virtual de reciclaje (un chatbot que está disponible para ayudar a los ciudadanos a reciclar desde su móvil); la plataforma smartwaste, basada en IoT (internet de las cosas) y big data para optimizar la gestión de residuos o una planta 4.0, que pone la robótica al servicio de la selección de residuos.
Un millón de botellas por minuto
Según los últimos estudios, en el mundo se compran un millón de botellas de plástico por minuto. Un estudio publicado por la revista científica Science Advances y realizado por Roland Geyer, profesor en la Universidad de California especializado en ecología industrial, explica que la mayoría de estos envases se fabrican con tereftalato de polietileno (Pet), un material que a pesar de ser muy reciclable, el 91% de los envases no son reciclados porque a la industria no le interesa trabajar con RPet (Pet reciclado) por razones estéticas, ya que no ofrece el atractivo de las botellas fabricadas a partir de materias primas nuevas.
De acuerdo a las estimaciones más actualizadas del informe global de tendencias de envases de Euromonitor International, el consumo anual de botellas de plástico alcanzará medio billón en 2021, y los esfuerzos de recoger y reciclar las botellas para evitar que contaminen los océanos, no logran seguirle el ritmo.
Entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico se filtran cada año en los océanos del mundo y son ingeridos por aves marinas, peces y otros organismos.
En 2016 se vendieron más de 480.000 millones de botellas de plástico de bebidas en todo el mundo, frente a los 300.000 millones de hace una década. Puestas en fila, se quedarían a mitad de camino hacia el Sol.
Hoy en día la cantidad de plástico producida en un año alcanza casi el peso de toda la humanidad.
Teniendo en cuenta que el PET tarda unos 400 años en descomponerse de forma natural en el medio ambiente, es prioritario trabajar en el reciclado para evitar que estos restos plásticos acaben en vertederos y océanos.
Si la situación no cambia, a este paso y según los datos de los estudios y estimaciones de la Fundación Ellen MacArthur, se podría decir que en los océanos habrá más plástico que peces para el año 2050.
Con información de Ecoembes