La industria del cemento produce 20 billones de toneladas de concreto cada año, lo que posiciona este material de fabricación humana como el más utilizado de la historia y el segundo recurso más consumido del planeta, sólo superado por el agua. Pero si bien el uso de este material ha expandido la construcción de obras de infraestructura, es cada vez más alarmante la enorme huella de carbono que deja a su paso.
El cemento, ese ingrediente clave del concreto, es el que contribuye con alrededor del 8% de las emisiones globales de dióxido de carbono (CO2), de acuerdo a lo estimado por Chatham House, una organización británica no gubernamental que analiza los principales asuntos internacionales de actualidad.
La industria cementera emite carbono en cada paso de la cadena de fabricación y suministro, proceso que dificulta la reducción de emisiones de CO2, pese a que sus líderes se han comprometido a buscar una vía para cumplir con los requisitos que impone el Acuerdo de París sobre cambio climático, según el cual las emisiones anuales del cemento deberían caer al menos un 16% de aquí al año 2030.
Uno de los mejores materiales de construcción
Formado con una mezcla de arena y grava, más un conglomerado de cemento y agua, el concreto u hormigón es universalmente aceptado por los arquitectos y constructores como uno de los mejores materiales de construcción. Es asequible, puede producirse en casi cualquier lugar y tiene todas las cualidades estructurales adecuadas para construir un edificio o una infraestructura duradera.
En el tiempo que tardas en leer esta frase, la industria global de la construcción habrá llenado más de 19.000 bañeras de cemento. En un solo día habría llenado prácticamente la Presa de las Tres Gargantas en China, la más grande del mundo. En un año, habría suficiente cemento para convertir en patio cada colina, valle, rincón y grieta en Inglaterra. Estos datos permiten ilustrar que el concreto, con su inmensa carga de cemento, es la estrella de fabricación a nivel mundial y que solamente el agua le gana como el recurso más consumido en todo el mundo.
Al ser comparada con otras industrias, la cementera emite a la atmósfera más CO2 que el combustible usado en la aviación, calculado en 2,5%; y se acerca al que emite el negocio mundial de la agricultura, estimado en 12%. De hecho, si la industria del cemento fuese un país, sería el tercer país del mundo con más emisiones de dióxido de carbono con alrededor de 2.800 millones de toneladas solo superado por Estados Unidos, China e India, según datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
¿Por qué el cemento es tan contaminante?
Junto con la combustión térmica, que alcanza temperaturas superiores a los 2000 ºC, el 90% de las emisiones del sector podrían atribuirse a la producción de clínker, componente clave del cemento, que se forma tras calcinar caliza y arcilla, lo que emite la mayor cantidad de CO2 en su fabricación, expulsando todo tipo de partículas de polvo, dióxido de azufre, óxidos de nitrógeno, monóxido y dióxido de carbono, cloruros, fluoruros, compuestos orgánicos tóxicos y metales pesados.
Las canteras de piedra caliza y fábricas de cemento también son fuente de contaminación, junto a los camiones que transportan los materiales hasta los lugares de construcción. Incluso, la adquisición de arena destroza muchas de las playas y cursos de los ríos del mundo.
Una investigación publicada en la revista Nature muestra que, del total de las extracciones de agua de fuentes naturales destinadas para el sector industrial, 9% corresponde a la producción de concreto. Esta cifra representa el 1,7% de todas las extracciones de agua en el mundo. A menudo tensa el suministro de agua para beber y regar, porque el 75% de este consumo se da en regiones con sequía y con estrés hídrico.
El cemento aísla en fuertes urbanos
El cemento es la fundación del desarrollo moderno y la forma en que tratamos de domar la naturaleza. Actuando como una segunda piel, dura como una roca, nos aísla de lo que está sucediendo fuera de nuestros fuertes urbanos. Puede que ya hayamos superado el punto en que el hormigón pese más que la masa de carbono de todos los árboles y arbustos del planeta.
En este sentido, nuestro entorno construido está dejando atrás al natural. El cemento realmente no crece, sino que su principal cualidad es endurecerse y, posteriormente, degradarse muy lentamente. Sirve para contener el tiempo, la naturaleza, los elementos y el caos. La cúpula del Panteón de Agripa y el Coliseo de Roma son la prueba de la durabilidad del cemento.
Un firme aliado y en ocasiones un falso amigo, puede resistir a la naturaleza durante décadas y después, de pronto, amplificar su impacto. Son ejemplos las inundaciones en Nueva Orleans tras el Huracán Katrina y en Houston tras Harvey, donde el cemento empeoró la situación porque las calles urbanas y suburbanas no podían absorber la lluvia y los desagües demostraron ser totalmente inútiles para las nuevas situaciones extremas que vive un clima perturbado.
No obstante, el cemento es también el protagonista de la existencia de algunos de los edificios más impresionantes del mundo, pues en parte le deben su forma. Destacan en este sentido, la ópera de Sídney, en Australia; el Templo del Loto en Delhi, India y el Burj Khalifa en Dubai, Emiratos Árabes Unidos.
Japón y China las economías del cemento
Un ejemplo clásico del uso excesivo del hormigón es Japón, que durante la segunda mitad del siglo XX lo usó para reconstruir su infraestructura y la economía, la cual creció cerca de los dos dígitos hasta finales de los 80. Del tamaño de California, este país asiático tiene la misma cantidad de cemento que todo Estados Unidos. El miedo a los terremotos y tsunamis, dada su enorme actividad sísmica, también apuntaló la llamada invasión del cemento en esta nación.
En la actualidad, China, la superpotencia hormigonera del siglo XXI, es otro gran ejemplo. El extraordinario paso de una nación en desarrollo a superpotencia ha requerido montañas de cemento, playas de arena y lagos de agua. Desde 2003, China vierte más cemento cada tres años que EEUU durante todo el siglo XX. Hoy, China usa casi la mitad del hormigón mundial.
Vale destacar que, si los países en desarrollo aumentan sus infraestructuras a la velocidad actual, a nivel global, el sector de la construcción emitirá 470 gigatones de dióxido de carbono para el año 2050, según la Comisión Global en Economía y Clima. Esto violaría el Acuerdo del Clima de París, bajo el cual los gobiernos se comprometieron a recortar las emisiones anuales de CO2 de la industria del cemento en, al menos, un 16% para 2030, si se quiere cumplir el objetivo de calentamiento de 1,5 a 2 °C.
El cemento en el ecomundo
Dentro de las iniciativas para reducir la huella del cemento, destaca en Europa el proyecto LEILAC, que ha desarrollado una tecnología llamada separación directa que captura eficazmente el CO2 emitido durante la producción de cemento y cal. Otra alternativa es la impulsada por BioMason, una empresa que utiliza trillones de bacterias para fabricar ladrillos de bio-hormigón, mediante la colocación de arena en moldes y su inyección con microorganismos.
Los líderes del sector han hecho lo suyo al introducir mejoras en la eficiencia energética de las nuevas plantas y sustituir los combustibles fósiles por la quema de materiales de desecho, lo que ha permitido reducir las emisiones medias de CO2 por tonelada de producción en un 18% en las últimas décadas
Otras fuerzas transformadoras están comenzando a impulsar el cambio. La digitalización, el aprendizaje automático y una mayor conciencia de la sostenibilidad están teniendo un impacto en la cultura de la industria del cemento. También existe la capacidad de construir más barato con robots, usando la automatización. Sin embargo, constituye todo un desafío cambiar los procesos lo suficientemente rápido para cumplir los compromisos adquirido por la industria cementera.
La industria de la construcción se está acercando a un punto donde los materiales alternativos generalizarán su adopción. Esto se debe en parte a la demanda del mercado, al surgimiento de otras tecnologías innovadoras y a una mayor preocupación por el cambio climático, es imperativo que los gobiernos actúen rápidamente en un momento en que se espera que aumente el desarrollo global, pero disminuyan las emisiones de CO2.
Con información de BBC Mundo, Ecología Verde, Bioguia, Retema, El Diario, El Comercio y América Economía
Fotos cortesía de Ingeniería Química Reviews, Construyen País y La silla rota
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