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Basura espacial es una nueva amenaza para el planeta

El residuo acumulado por el paso de la familia humana por la atmósfera está cambiando el cielo

por Haiman El Troudi
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Basura espacial es una nueva amenaza para el planeta

Hay una nueva amenaza para el planeta y como otras, proviene directamente de la mano del hombre: la basura espacial. Recientes datos científicos indican que el residuo acumulado por el paso de la familia humana por la atmósfera está cambiando el cielo, con consecuencias negativas para la capa de ozono y el clima de la Tierra.

De acuerdo a la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos, (NOAA por sus siglas en inglés), ya es posible observar las huellas del tráfico y la carrera espacial en el aerosol estratosférico.

Además, los expertos han señalado que unos 70 años después del lanzamiento del Sputnik, existen tantas máquinas volando por el espacio que podrían convertirse en “una contaminación lumínica”, lo que impediría estudiar otras galaxias con telescopios terrestres. Asimismo, estos desechos representan un riesgo para satélites operativos e incluso, naves espaciales que pueden colisionar con ellas.

No se puede poner fin a lo que genera estos desechos, pues el Internet, telecomunicaciones, GPS, servicios de seguridad militar, investigaciones científicas o medioambientales, industria alimentaria y muchos otros servicios dependen, diariamente, de satélites para su funcionamiento. Por otro lado, el aumento de basura espacial en los últimos años incrementa las probabilidades de que éstos sufran desperfectos.

Problema en aumento

Ahora el 10% de las partículas de la atmósfera superior contienen trozos de metal procedentes de cohetes o satélites que caen fuera de órbita y se queman, según estudio reciente de la NOAA.

El informe pronostica que los desechos de origen humano constituirán el 50% de los aerosoles estratosféricos en las próximas décadas, igualando la cantidad creada naturalmente por la galaxia.

“También está la basura espacial. Cerca de 30.000 objetos más grandes que una pelota de softball se precipitan a unos cientos de kilómetros sobre la Tierra, diez veces más rápido que una bala”, señalaron los científicos.

Al respecto, Troy Thornberry, físico investigador del Laboratorio de Ciencias Químicas de la NOAA, puntualiza que en la estratosfera existe actualmente “un montón de material que nunca antes había estado allí y es algo que estamos considerando, así como la gran masa de material lanzada al exterior”.

Más satélites, más basura

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Según la Agencia Espacial Europea (ESA por sus siglas en inglés), la cantidad estimada de basura que orbita la Tierra supera los 130 millones de objetos de entre 1 milímetro y 1 centímetro de tamaño.

Aunque sean pequeños, la velocidad de movimiento de estos objetos es suficiente para causar daños. La agencia europea señala que el principal peligro de la basura espacial es el riesgo de colisión con otros vehículos en órbita.

Pese a esas alertas, actualmente hay más de ocho mil 300 satélites en órbita, y las predicciones sobre cuántos se les unirán pronto aumenta, según el sitio de seguimiento Orbiting Now.

En todo el planeta, más de 300 entidades comerciales y gubernamentales han anunciado planes para lanzar 478 mil satélites hasta el 2030. Solo la Oficina de Rendición de Cuentas del Gobierno estadounidense informó sobre el lanzamiento de unos 58 mil equipos de ese tipo en los próximos seis años.

¿Qué es la basura espacial?

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Cualquier objeto fabricado por el hombre que se envía al espacio y que ya no tiene ninguna utilidad o no es operativo, forma parte de la basura espacial.

Se incluyen restos de las misiones espaciales, piezas de los cohetes, fragmentos de desintegración y erosión, y muchos otros componentes, incluyendo los equipos que han llegado al límite de su vida útil en órbita.

Por otra parte, la Oficina del Programa de Desechos Orbitales (ODPO, por sus siglas en inglés) de la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (NASA por sus siglas en inglés) también incluye en la gama de residuos espaciales los fragmentos de equipos generados en algún accidente como colisiones, explosiones, estrés térmico o impactos menores.

Amenazas menores y mayores

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En promedio, un trozo de basura espacial ha caído en la Tierra cada día en los últimos 50 años, ha informado la ODPO. Sin embargo, la mayoría no sobrevive al fuerte calentamiento que se produce durante el reingreso a la atmósfera, y los que lo hacen tienen más probabilidades de caer en océanos, otras masas de agua y en regiones poco pobladas. Por lo que la posibilidad de que los desechos espaciales provoquen un problema en el planeta, es muy pequeña.

Sin embargo, en el espacio la historia es otra. Según la ESA, la velocidad orbital relativa de los desechos espaciales es de hasta 56 000 km/h. Esto significa que incluso piezas de apenas unos centímetros pueden dañar seriamente o inutilizar una nave espacial. Según la agencia, la colisión con un objeto de más de 10 centímetros puede hacer que una nave espacial se dañe de forma catastrófica y causar la pérdida total del equipo.

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Para Nicholas Johnson, científico jefe de desechos orbitales de la NASA, el mayor riesgo proviene de los desechos no rastreables, quien precisa que las ventanas del transbordador espacial fueron reemplazadas debido a daños causados ​​por material que, tras ser analizado demostró, ser motas de pintura.

Además, las colisiones acaban generando más residuos, incrementando el número de objetos que contaminan el espacio. Este fenómeno se denomina Síndrome de Kessler, explica Juan Guillermo Delgado-Martínez en su artículo Aspectos bioéticos relacionados con la basura espacial y sus efectos sobre la vida en la Tierra y la exploración aeroespacial. “Esto predice que la cantidad de basura espacial presente en la órbita baja de la Tierra sería tan alta que provocaría un gran número de colisiones. En una especie de efecto dominó, es decir, multiplicaría el número de desechos y dificultaría el uso de la órbita terrestre hasta hacerla inutilizable”, advierte.

Detenerse no es una opción

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La basura espacial es un problema creciente porque hay más satélites en el espacio que nunca, principalmente. Se espera que este número aumente drásticamente en los próximos años, especialmente en la órbita baja de la Tierra, que se encuentra entre 200 y 2000 kilómetros de la superficie.

Sin embargo, detener el envío de satélites y otras misiones al espacio no es una opción pues los avances tecnológicos y el consecuente aumento de la demanda de conectividad, tanto en el alcance de la señal como en la velocidad de conexión, hacen que se requieran cada vez más.

Además, un estudio de ODPO demostró que en un escenario en que no se produjeran futuros lanzamientos, las colisiones entre los satélites existentes aumentarían la población de desechos más rápido de lo que la resistencia atmosférica (la fuerza resultante de la interacción entre los objetos en órbita y la atmósfera terrestre) los podría eliminar.

¿Quién limpia?

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Las soluciones para este tipo de desechos dependen de tres acciones: la inversión en tecnología, la limpieza del espacio y la colaboración entre empresas y agencias espaciales.

En este sentido, es necesario avanzar en la tecnología para mejorar la capacidad de predecir y actuar para mitigar los riesgos de colisión, y al tiempo apoyar proyectos que busquen formas de limpiar el espacio.

Por ejemplo, la ESA, en asociación con organizaciones privadas, colabora con el desarrollo de proyectos en el área de Remoción Activa de Escombros (ADR, por sus siglas en inglés) como objetivo estratégico del sector.

Sin embargo, para que cualquier iniciativa funcione, es necesario que la industria aeroespacial trabaje en conjunto.

El futuro de la actividad espacial

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Según la Agencia Espacial Europea, desde el inicio de la carrera espacial en 1957 se han lanzado seis mil 170 cohetes, sin contar los que fallaron o explotaron antes de salir de la Tierra.

Para el 2022, más de 30 mil desechos espaciales habían sido catalogados y monitoreados por las Redes de Vigilancia Espacial. Se estima que más de 630 rupturas, colisiones, explosiones o eventos anómalos han resultado en fragmentación. Además, existen más de dos mil 700 satélites activos alrededor de la Tierra que comparten órbita con 330 millones de fragmentos con tamaño entre un milímetro y un centímetro; un millón entre uno y 10 centímetros; 36 mil 500 fragmentos de 10 centímetros o más; mil 950 etapas de cohete desechadas, y dos mil 840 satélites que dejaron de operar.

Expertos aseguran que en este momento la probabilidad de que suceda un accidente entre un satélite y estos desechos es menor al 1% pero, de no hacerse nada en los próximos 20 años, se incrementará al 5% y hasta fines de este siglo las probabilidades de un accidente aumentarán al 15% o 20%.

La actividad espacial, en particular los satélites, sustenta importantes aspectos del modo de vida moderno. Desde la comunicación y el acceso a internet, hasta la recogida de datos meteorológicos, la investigación del clima y la navegación. Vivir sin ella se hace impensable, por lo que es necesario tomar rápidamente medidas efectivas para enfrentar el problema de la basura espacial.

 

 

Con información de Prensa Latina, National Geographic Latinoamerica, Unam y SWPC


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