Por primera vez la ciencia ha devuelto a la vida a una especie extinta, el lobo terrible, que habitó el continente americano durante el Pleistoceno. Un hecho que, aunque en primera instancia suena favorable para la protección de los animales, deja abierta la puerta a muchas interrogantes éticas y científicas.
El pasado mes de abril la empresa norteamericana de biotecnología Colossal Biosciences anunció la primera “desextinción” exitosa de un animal, el Canis dirus, especie que desapareció hace más de 12.500 años y que sirvió de inspiración para los lobos que aparecen en Juego de Tronos, llamados lobos huargos. Un hecho que representa un hito en el campo de la conservación y la biología sintética. El proceso detrás de ese logro combina tecnologías como el análisis de ADN antiguo, edición genética con CRISPR-Cas9 y clonación.

La compañía informó que, mediante modificaciones genéticas a partir del ADN extraído de un diente de lobo gigante de hace 13.000 años y un cráneo de 72.000 años de data, dio vida a tres cachorros.
Esta historia se relaciona con otra referencia a las grandes producciones cinematográficas, la premisa de “Jurassic Park”, que plantea la reproducción de dinosaurios a partir de la extracción de ADN de insectos prehistóricos preservados en ámbar fósil. Y, tal como en la ficción, algunos científicos y ecologistas cuestionan la ética de manipular especies extintas. Desde Colossal argumentan que estas tecnologías pueden tener aplicaciones futuras en salud, biodiversidad y medicina regenerativa; pero los cuestionamientos acerca de las aplicaciones de la biotecnología y la capacidad de crear vida son evidentes.
Renace el Lobo terrible

La ciencia ha dado un nuevo paso en su carrera por revivir especies extintas con una criatura legendaria. La empresa biotecnológica Colossal Biosciences, con sede en Dallas ha logrado dar vida a tres cachorros con el ADN del lobo terrible, un depredador extinto hace más de 12.000 años.
Dos de los cachorros, Rómulo y Remo, deben su nombre a los míticos fundadores de Roma, mientras que el tercero, una hembra, debe su nombre, Khaleesi, a un personaje de la serie Juego de Tronos. Estos lobos nacieron gracias a un complejo proceso de manipulación genética, en el que la empresa utilizó muestras de ADN extraídas de restos fósiles para identificar los rasgos clave del lobo gigante. Posteriormente, modificó genéticamente células de lobo gris para que reflejaran esos atributos, como su gran tamaño y musculatura. Estas células modificadas fueron implantadas en úteros de perras domésticas que actuaron como madres sustitutas.
Son un 25% más grandes que los lobos grises de su misma edad, sin embargo, los propios científicos reconocen que no se trata de réplicas exactas sino de “copias funcionales”, pues no comparten ni el comportamiento, dieta o ecosistema de sus ancestros, y vivirán en entornos controlados.
Los cachorros nacieron en octubre de 2024 y enero de 2025, y actualmente viven en un terreno de 8.000 metros cuadrados en una reserva ecológica certificada por la American Humane Society, que cuenta con zonas de interacción, vigilancia por cámaras y drones para garantizar el bienestar de los cachorros. La ubicación exacta no ha sido revelada para protegerlos de la atención mediática.
Características del lobo terrible

Estos lobos gigantes habitaron el continente americano durante el Pleistoceno, hace unos 3,5 y 2,5 millones de años. Se extinguieron al final de la última glaciación, hace unos 13.000 años, posiblemente debido a una combinación de cambios climáticos y la disminución de sus presas. Su área de distribución se extendía desde Canadá hasta América del Sur, lo que indica su adaptabilidad a diversos entornos.
Expertos indican que eran hasta un 25 % más grandes que los lobos grises, y tenían cabeza más ancha, y unas mandíbulas más fuertes, con una mordida excepcionalmente poderosa, probablemente adaptada para triturar huesos y capturar presas grandes. Para ello contaban con dientes más grandes y robustos, especialmente sus carnasiales (dientes cortantes), apropiados para triturar huesos.

Sus cráneos tenían crestas y protuberancias prominentes para la fijación de fuertes músculos de la mandíbula, lo que reforzaba aún más su fuerza de mordida. En general su complexión era más pesada, con huesos y músculos más fuertes. En promedio pesaban 68 kilos, medían un metro y medio y exhibían un pelaje claro y grueso.
El Canis dirus fue un depredador formidable, perteneciente al género Aenocyon de la tribu Canini, mamíferos carnívoros de los cánidos de gran tamaño. Es probable que cazaran en manadas, lo que les permitía abatir presas más grandes que ellos mismos. Se cree que se alimentaban de grandes herbívoros como bisontes, caballos, perezosos terrestres y posiblemente mamuts.
Cuestión de genes

Restos fósiles del lobo terrible encontrados en los pozos de brea de La Brea en Los Ángeles, California, y otros sitios paleontológicos han proporcionado información valiosa sobre su anatomía y comportamiento. La especie se separó de la rama principal hace unos 4,5 millones de años. Posteriormente, unos 2,6 millones de años, se cruzaron con otras, incluidos los antepasados de los actuales lobos grises y coyotes. Cuando muchas de estas presas se extinguieron, probablemente en parte por la cacería humana, el lobo gigante pudo quedar amenazado y el lobo gris se extendió desde el norte de Canadá y Alaska para llenar el vacío ecológico.
En 2023, las investigaciones comenzaron a centrarse en los lobos gigantes. Ya en 2021 se había logrado recuperar restos de ADN de estos animales. Además, al estar emparentados con los perros, se podrían aprovechar años de investigación sobre la clonación en éstos y la implantación de embriones caninos.
Los investigadores analizaron el ADN antiguo para identificar las mutaciones clave que diferenciaban a las especies extintas de sus parientes vivos, usando nuevos métodos para aislar el ADN, descubriendo abundante material genético en un diente de 13.000 años de Ohio y un cráneo de 72.000 años de Idaho. Estos genomas permitieron reconstruir la historia de los lobos gigantes con mayor detalle, confirmando que pertenecen al mismo linaje que dio origen a los lobos, chacales y perros salvajes africanos que viven en la actualidad.
Según Julie Meachen, paleontóloga de la Universidad de Des Moines, los lobos gigantes y los lobos grises son genéticamente idénticos en más de un 99 %. Ochenta genes son radicalmente distintos, algunos influyen en el tamaño de perros y lobos, lo que sugiere que eran responsables de los grandes cuerpos de estos animales. Además, se descubrió que éstos portaban genes para un pelaje claro, grueso y denso.
El proceso

Para recrear al lobo terrible, los investigadores modificaron células de lobos grises vivos mediante edición genética con CRISPR-Cas9, añadiendo las variantes necesarias para replicar los rasgos distintivos del lobo gigante. Los animales revividos no serían genéticamente idénticos a la especie extinta, pero sí lo serían en aspectos cruciales.
En el caso de este proyecto, el equipo de Colossal se propuso editar 20 genes. En primer lugar, aislaron células de la sangre de lobos grises y las cultivaron en una placa. Allí, alteraron el ADN. Los científicos introdujeron mutaciones de lobo gigante en 15 genes, evitando introducir las cinco restantes, pues estudios anteriores habían demostrado que causan sordera y ceguera en los lobos grises, por lo que ubicaron mutaciones de esos cinco genes en perros y lobos grises sin causar enfermedades, e introdujeron éstas en las células.
Después transfirieron el ADN editado de las células sanguíneas de lobo gris a un óvulo vacío de perro. Crearon decenas de estos óvulos, que implantaron en perras grandes que sirvieron de madres sustitutas.
Aunque la mayoría de los embriones no se desarrollaron, nacieron cuatro cachorros. Uno murió de una ruptura intestinal, pero la autopsia demostró que la muerte no se debía a una mutación perjudicial. El pelaje blanco y grueso de las crías y la presencia de una cola tupida y vello en forma de melena alrededor del cuello evidenciaron el éxito del experimento, Los investigadores esperan ver cómo crecen los lobos y están atentos a cualquier cambio inesperado en su biología.
Desextinción y realidad

Por años los científicos han perseguido la idea de revivir especies extintas, un proceso que suele denominarse “desextinción”. Beth Shapiro, directora científica de Colossal, describió las crías de lobo como el primer caso de éxito de desextinción. “Estamos creando copias funcionales de algo que solía estar vivo”, señaló al respecto.
En este sentido, expertos señalan que efectivamente se trata de versiones funcionales que no pueden ser considerados verdaderos lobos gigantes resucitados, pues no están siendo criados en manadas en las que podrían aprender el comportamiento de esos lobos, además no siguen la misma dieta antigua, por lo que no están adquiriendo el conjunto único de microbios intestinales de sus antepasados.
Además, si realmente se introdujeran en la naturaleza animales con ADN del lobo terrible tendrían que sobrevivir en un mundo drásticamente distinto al de la era glacial en la que existieron. Los enormes animales en cuya caza se especializaban estos lobos se han extinguido o sobreviven en pequeñas poblaciones. Cualquier lobo gigante resucitado y en libertad tendría que recurrir a presas más pequeñas y, potencialmente, competir con los lobos grises y enfrentar las amenazas que enfrentan estos parientes y otros como los lobos rojos.
Retos y posibilidades
Anteriormente Colossal Biosciences anunció la creación de ratones con pelaje similar al de los mamuts, estableciendo como su objetivo “desextinguir” al mamut, el tigre de Tasmania y otras especies desaparecidas. La tecnología que ha desarrollado esta empresa podría ayudar a conservar especies que aún no se han extinguido, como el lobo rojo, en peligro crítico, que se limita en gran medida a Carolina del Norte. En este sentido, indicaron hace dos años que había producido cuatro clones a partir de híbridos de lobo rojo y coyote descubiertos en Texas y Luisiana. Hipotéticamente, la introducción de estos clones en Carolina del Norte podría mejorar la diversidad genética de la población de lobos rojos y ayudar a la especie a evitar la extinción.
Por otra parte, la empresa inició experimentos con mamuts lanudos y el dodo, ave no voladora extinta hace tres siglos. En este camino ha enfrentado retos como la dificultad de hacer no una sino decenas de ediciones de ADN y producir animales a partir del ADN editado. Los investigadores preveían criar fetos de mamut en elefantes asiáticos, pero nadie había realizado nunca una fecundación in vitro con elefantes. Asimismo, para resucitar a un dodo tendrían que introducir un embrión de ave modificado en un huevo de cáscara dura.
Para Colossal Biosciences el logro obtenido con el lobo terrible demuestra la viabilidad técnica de la desextinción, al tiempo que abre la puerta a proyectos aún más ambiciosos. Afirma que este paso demuestra que la edición genética también puede ser una herramienta de conservación activa y no solo un intento de revivir al pasado.
Un creciente número de paleontólogos está encontrando en diversos fósiles evidencia de ADN y proteínas, moléculas que también contienen información genética valiosa. Estos rastros químicos podrían ofrecer datos sin precedentes sobre la vida y evolución de organismos extintos y abren más posibilidades que parecen de película.
Con información de La Vanguardia, New York Times, HD Tenología, El Comercio, Venezuela News y Colossal Biosciences
Fotografías de Colossal Bioscience y National Geographic
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