En todos los continentes y latitudes existen ecosistemas montañosos, desde el ecuador hasta los polos y ocupan aproximadamente la quinta parte de la superficie del planeta. Las montañas presentan una diversidad notable y son una fuente importante de agua, energía y recursos vitales como minerales, productos forestales y agrícolas. Estos ecosistemas representan la ecología compleja e interdependiente del mundo, por lo que existen pocas cosas tan importantes como una montaña.
Y si por un lado los sistemas montañosos son esenciales para la supervivencia del ecosistema mundial, por otro son especialmente vulnerables al desequilibrio ecológico provocado por factores humanos y naturales. Hoy las montañas están amenazadas en general por el calentamiento global y el cambio climático, así como por factores específicos que van desde la degradación de los suelos, la sobreexplotación y los desastres naturales, hasta la expansión de la población y la deforestación.
La mayoría de las zonas montañosas del mundo padecen un deterioro ambiental, con consecuencias potencialmente devastadoras y de largo alcance, tanto para las comunidades de montaña como para el resto del mundo. Ante el rápido empobrecimiento de la diversidad genética y del hábitat de las montañas, se hace necesario adoptar medidas de inmediato para velar por una ordenación apropiada de sus recursos y el desarrollo social y económico de sus habitantes.
Todos los días montaña
Comenzar a poner a las montañas en el espacio protagónico en la formulación y ejecución de políticas fue posible a partir de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo (CNUMAD) realizada en 1992, en la que se adoptó del Capítulo 13 del Programa 21 “Ordenación de los Sistemas Frágiles: Desarrollo Sostenible de las Zonas de Montaña”.
En septiembre de 1993, la Comisión de Inter-organismos sobre el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas designó a la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura), como coordinador sectorial del Capítulo 13, asignándole las responsabilidades de alentar, coordinar y apoyar iniciativas en relación con el sector de montañas. A partir de esa fecha se ha ido articulando el trabajo internacional aumentando el interés en el tema, lo que llevó a varios avances, incluyendo la declaración del 2002 como Año Internacional de las Montañas.
Vendría posteriormente la declaratoria de cada 11 de diciembre como Día Internacional de las Montañas, fecha que se celebra a partir del año 2003 como una forma de dirigir la atención mundial a este tema tan importante. Pero, como ocurre con otros temas, un solo día no es suficiente para sensibilizar sobre la importancia de las montañas para la vida, y trabajar en torno a su desarrollo y protección. Construir alianzas que aporten cambios positivos es un trabajo de todos los días.
¿Qué es una montaña y por qué son importantes?
En general se entiende que una montaña es un relieve con gran elevación del terreno, usualmente por encima de los 600 metros sobre el nivel del mar, aunque no es posible precisar un valor de altura mínimo, se suelen considerar de orden menor los que están por debajo de los dos mil metros de altura.
Los ecosistemas de montaña son esenciales para la vida humana por múltiples factores como su biodiversidad, los conocimientos y aportes de sus pobladores originarios, sus recursos naturales y el desarrollo que puede hacerse a partir de ellos. Y es que, al abarcar el 27% de la superficie de la tierra, las montañas desempeñan un papel fundamental en el avance del mundo hacia el crecimiento económico sostenible.
La agricultura de montaña por ejemplo ha sido un modelo de desarrollo sostenible durante siglos, y es de naturaleza ecológica y sostenible debido a su pequeña escala y su escasa huella de carbono. Otro punto destacado es que el turismo de montaña representa entre el 15 y 20% de la industria del turismo mundial, no sólo por sus atractivos naturales sino porque son zonas de gran diversidad cultural, conocimientos y patrimonio.
Pueblos de montaña
El 15%de la población del mundo vive en las montañas, y no sólo aportan sustento y bienestar a cerca de 1.1 billones de personas que viven en estos ecosistemas de todo el mundo, sino que benefician indirectamente a miles de millones, pues son fuente de agua dulce, energía y alimentos, recursos que serán cada vez más escasos en las décadas futuras.
Otro aspecto a considerar es que el 90% de los habitantes de las montañas del mundo vive en países en desarrollo, en los que la gran mayoría vive por debajo del umbral de la pobreza y se enfrentan a la amenaza de la inseguridad alimentaria.
Es importante tomar en cuenta también que las poblaciones indígenas y locales que viven en las montañas tienen un conocimiento único y valioso, que han acumulado tras años de convivir con este ambiente, y sus tradiciones y prácticas culturales deben ser conservadas pues pueden contribuir con sus saberes al desarrollo de estrategias eficaces de gestión de la tierra para adaptarse a la variabilidad climática.
Montañas y energía
Las montañas desempeñan un papel clave en el suministro de energía renovable a través de la generación hidroeléctrica, eólica, solar y el biogás. En el caso específico de la energía hidroeléctrica – que proporciona cerca de un quinto de la electricidad mundial – el agua de las montañas es una fuente vital de generación, incluso algunos países dependen casi exclusivamente de las regiones montañosas para obtener energía.
Los molinos de agua por ejemplo tienen una larga historia como generadores de energía en las regiones montañosas, principalmente para moler el grano. Esta energía local renovable es decisiva para el desarrollo económico en zonas que se encuentran muy alejadas de las redes de distribución de los combustibles fósiles consumidos por la mayoría de las poblaciones urbanas.
En las regiones de clima tropical o seco las montañas tienen un potencial particular para la generación de energía solar.
Tierra de montañas
Venezuela cuenta con 504 kilómetros cuadrados de superficie a más de cuatro mil metros sobre el nivel del mar, y una centena de picos por encima de los tres mil metros de altitud. El relieve venezolano tiene cuatro unidades orográficas: al oeste, el arco montañoso andino; al norte, las cordilleras litorales; en el centro, la cuenca del Orinoco; y, al sur, el macizo Guayanés.
Las elevaciones de más altura de nuestro país están ubicadas en la cordillera de Los Andes: El pico Bolívar a 4.978 msnm, permanentemente cubierto por glaciares, y ubicado sobre el macizo “La Columna”, seguido por el Humboldt a 4.942 msnm, La Concha (Llamado también «La Garza») a 4.922 msnm, el pico Bonpland a 4.880 m, el pico El León a 4.743 msnm, seguidos por El Toro, Piedras Blancas, Pan de Azúcar, Mucuñuque y Mifes.
Destaca también el monte Roraima, a 2.810 metros, ubicado en el Macizo Guayanés, así como los picos más altos de la cordillera de la costa: Naiguatá a 2.765 metros sobre el nivel del mar y Oriental, a 2640 msnm.
En cuanto al mundo, la montaña más alta es el monte Everest, ubicado en el Himalaya, a 8.848 msnm, seguido por el pico K2 ubicado a 8.611 msnm en Karakórum. En América destacan el cerro Aconcagua, a 6.962 msnm de Argentina, los Ojos del Salado de 6.893 metros en Argentina y Chile, la cumbre Sur del Aconcagua a 6.830 metros en Argentina y el monte Pissis, a 6.795 msnm, todos de la cordillera de Los Andes.
Proveedoras de agua
El 50% de la población del mundo depende del agua que proviene de las montañas, pues estas proporcionan del 60 al 80%de todos los recursos de agua dulce para el planeta. Y es que, a escala mundial, uno de los valores resaltantes de las montañas es que son fuentes de los grandes ríos del mundo y de muchos menores. Estos relieves desempeñan un papel esencial en el ciclo del agua.
El agua dulce proveniente de las montañas es fundamental para lograr la seguridad alimentaria mundial, pues es utilizada por los agricultores para irrigar sus cultivos en muchas regiones agrícolas. Incluso en las regiones áridas y semiáridas, más del 90 por ciento de los caudales fluviales vienen de las montañas.
Algunas de las ciudades más grandes del mundo, incluyendo Nueva York, Río de Janeiro, Nairobi, Tokio y Melbourne dependen del agua dulce de las montañas.
Montañas y sustento
Un informe del Programa de las Zonas Montañosas en la Unidad de Cambio Medioambiental de la Universidad de Oxford, en Reino Unido indica que las montañas proveen sustento directamente a la décima parte de la humanidad.
Estos ecosistemas constituyen importantes centros de biodiversidad agrícola y originan muchos de los alimentos que consumimos como el arroz, café, hierbas y especies. De hecho, de las 20 especies de plantas que aportan el 80% de los alimentos en el mundo, seis se han originado y diversificado en las montañas: el maíz, las papas, la cebada, el sorgo, los tomates y las manzanas.
Además las montañas contribuyen a la seguridad alimentaria y nutrición al proporcionar no solo tierra para los cultivos, sino además pastos para la ganadería, cursos de agua para la pesca y productos forestales.
Biodiversidad en las alturas
Las montañas constituyen una reserva de diversidad biológica y especies en peligro. La mitad de los puntos críticos de biodiversidad del mundo se concentran en las zonas montañosas, que reúnen aproximadamente una cuarta parte de la diversidad biológica terrestre.
Debido a su estructura vertical, las montañas tienen distintos grados de temperaturas, precipitación e insolación. En consecuencia en la ladera de una montaña pueden presentarse varios regímenes climáticos, ya sea tropical, subtropical, templado y alpino, cada uno de los cuales representa un microcosmos, lo que genera una mayor diversidad de hábitat.
Amenazas por lo alto
Las amenazas que se ciernen sobre las montañas son múltiples, comenzando por el cambio climático. Desde 1992 se estableció que las montañas son sus primeros indicadores y, a medida que el globo terráqueo se calienta, sus habitantes se enfrentan a mayores dificultades para sobrevivir. Por ejemplo, el aumento de las temperaturas significa que los glaciares de montaña se derriten a niveles sin precedentes, afectando los suministros de agua dulce de millones de personas.
Se suman múltiples factores como la degradación de las cuencas hidrográficas y el deterioro ecológico de las cuencas montañosas, la erosión de los suelos, la expansión de la población, el aumento de los cultivos de tierras marginales, el pastoreo excesivo, la deforestación (los bosques tropicales de montaña están entre las mayores tasas), y el empobrecimiento de la cubierta de biomasa. Factores que, combinados con la marginación política, económica y social, aumentan la vulnerabilidad de los pueblos de las montañas frente a la escasez de alimentos y la pobreza.
La ONU ha planteado la importancia de contar con información específica sobre la ecología, el potencial de recursos naturales y las actividades socioeconómicas de los ecosistemas montañosos como punto de partida de medidas efectivas.
La evolución en estudios y programas sobre las zonas montañosas en los últimos treinta años revela que, aunque estén en general alejadas de los centros de decisión, son importantes no sólo para sus habitantes sino para comunidades humanas mucho más amplias, y no deben por lo tanto ser relegadas a posiciones marginales en la formulación y la ejecución de las políticas.
El desarrollo sostenible de las montañas es no sólo un imperativo sino también un concepto de importancia práctica para todos, y teniendo en cuenta la función fundamental que desempeñan en el suministro de bienes y recursos esenciales para el planeta, así como su vulnerabilidad frente al cambio climático, se hace necesario intensificar los esfuerzos y contar con la voluntad de apoyo de todos los sectores para protegerlas.
Con información de FAO, Montipedia y ONU
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