Al hablar de la historia musical de Venezuela es ineludible mencionar a Vicente Emilio Sojo, musicólogo, compositor y educador. Su vasta obra tuvo, sin duda, una gran influencia en la identidad sonora nacional; así como en el movimiento sinfónico y coral venezolano del siglo XX.
Destacan en el legado musical del maestro Sojo la fundación de la Orquesta Sinfónica Venezuela, la segunda más longeva del continente americano y primera de Latinoamérica, del Orfeón Lamas, considerado la cuna del movimiento coral venezolano, y la Cátedra de Composición de la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas, de la cual egresó una generación completa de brillantes creadores.
También resalta su dedicación a recopilar, armonizar, publicar y difundir, con el apoyo de sus discípulos, más de doscientas canciones del acervo popular y tradicional del país, que incluyen aguinaldos, valses, tonadas, galerones, canciones de cuna y religiosas del siglo XIX y comienzos del XX.
Premio Nacional de Música en 1951, sus composiciones y arreglos de las canciones tradicionales venezolanas de los últimos siglos, conocidas por las generaciones actuales gracias a su labor como musicólogo, continúan siendo referencia para orquestas, instrumentistas, coros e intérpretes.
Mirandino insigne, guatireño para más señas
Vicente Emilio Sojo vino a este mundo el 8 de diciembre de 1887 en Guatire, estado Miranda. Creció en una familia de campesinos y artesanos, amantes de la música. Francisco Castro y Domingo Castro, bisabuelo y abuelo maternos, fueron maestros de capilla en Chacao y en Guatire, respectivamente.
Además de la música, acompañaron su niñez los cuentos sobre las andanzas de su abuelo Domingo Castro, quien también fue soldado de la guerra federal y murió en una trinchera de la esquina del Principal, en Caracas, cuando la Revolución Azul, según refiere Ramón J. Velázquez en un artículo publicado por la revista Signo en 1951.
Su encuentro formal con la música ocurre cuando el niño Vicente Emilio tenía nueve años. A esa edad inició estudios de teoría, solfeo, canto y violín con Henrique León y Régulo Rico, quien fuera Maestro de Capilla de la Iglesia Parroquial de Santa Cruz de Guatire.
Bajo el impulso y la tutela de Rico, se dedicó a la flauta, el trombón y otros instrumentos de viento. Su buen dominio de la guitarra lo demostró en fiestas y serenatas, a las que iba con su maestro, alegrando a los presentes con un nutrido repertorio de canciones venezolanas. Hermosas composiciones que años después incluiría en sus Cuadernos de Canciones Populares.
Se residencia en Caracas el joven Sojo
Durante sus años mozos Sojo exploró otra rama de las artes, la pintura y el dibujo, para las que, cuentan, tenía potencial, pero privó su obstinado interés y amor por la música, a la que se dedicó con una pasión voraz hasta que cambió de paisaje el 11 de agosto de 1974.
Con 19 años y la música como meta, en 1906, el joven Vicente Emilio Sojo se radica en Caracas, donde ejerció como maestro de brocha gorda y oficial de tabaquería para sostenerse económicamente.
La sólida formación musical que recibió de niño hace posible que, en 1910, ingrese a la Escuela de Música y Declamación (hoy Escuela Superior de Música José Ángel Lamas). Dos años después (1912), cursó estudios de violonchelo con Eduardo Richter y compuso Meditación para quinteto de cuerdas, un treno para cuarteto y dos obras para piano: Romanza sin palabras y Minerva.
Talento, capacidad y preparación son reconocidos con su nombramiento como profesor de Teoría y Solfeo de escuela en la que se había formado y de la cual sería director a partir de 1936. A la par sigue componiendo obras de diversos géneros y para diferentes combinaciones instrumentales y vocales.
El maestro Vicente Emilio Sojo
Investigadores y músicos coinciden en los invaluables aportes del gran músico y compositor guatireño a la educación musical en Venezuela. Al asumir la dirección de la Escuela Superior de Música, institución en la que introduce cambios y actualiza el sistema de formación en campo, dándole estructura y definición.
Uno de los cambios más resaltantes es la creación de la Cátedra de Composición. En 1944 egresa la primera generación de compositores de la Escuela Superior de Música José Ángel Lamas.
“Llegó a ser el maestro creador de la más importante escuela de composición venezolana del siglo XX, la llamada escuela de Santa Capilla, integrada por los compositores más insignes de ese período. Entendió la importancia de conocer y admirar nuestras raíces musicales, tanto de la tradición oral como de la escrita para que, desde lo local, se fortaleciera una propuesta musical original que aportara al patrimonio universal. En fin, repito, un coloso al que se le debe un agradecimiento eterno, porque, si Venezuela es ahora referente musical en el mundo, si en este país se logró crear un sistema de orquestas infantiles y juveniles, si existe un prestigio por la calidad de las agrupaciones corales venezolanas en el mundo, todo esto y mucho más se le debe, en definitiva a Vicente Emilio Sojo”, dice el músico e investigador Ignacio Barreto.
Inocente Carreño, Antonio Estévez, Pedro Antonio Ríos Reyna, Antonio Lauro Evencio Castellanos, Angel Sauce, Antonio José Ramos, Gonzalo Castellanos, Carlos Figueredo, Blanca Estrella de Méscoli, José Clemente Laya, Manuel Ramos, Andrés Sandoval, José Luis Muñoz, Leopoldo Billings, Modesta Bor, Raymundo Pereira, Rogelio Pereira y Víctor Guillermo Ramos, son algunos de compositores formados por Vicente Emilio Sojo.
Orfeón Lamas, cuna movimiento coral venezolano
La presentación en el Teatro Municipal de Caracas (1929) de una parodia del Coro de Cosacos del Don, que había actuado en el país en febrero de 1928, con la participación de Vicente Emilio Sojo, Juan Bautista Plaza, Eduardo Calcaño, José Antonio Calcaño y William Werner, vestidos como ucranianos, usando máscaras y barbas postizas, interpretando canciones compuestas por ellos, marcó el inicio de lo que sería la primera agrupación de canto polifónico del país, el Orfeón Lamas.
Los primeros ensayos se realizaron en la casa de José Antonio Calcaño en marzo de 1929. Se sumaron nuevos integrantes hasta alcanzar un grupo de sesenta voces, incluyendo mujeres. Ofrece su primer concierto bajo la batuta de Sojo y Calcaño, el 15 de julio de 1930, como parte de la celebración del 339° Aniversario de la Fundación de Estudios Musicales, en el Teatro Nacional de Caracas. Tan solo 21 días antes, se había realizado el debut de la recién fundada Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV).
Por 30 años el maestro Vicente Emilio Sojo dirigió al Orfeón Lamas. Grupo polifónico que interpretó el centenar de canciones del acervo popular y tradicional venezolano, recopiladas y armonizadas por el maestro y sus discípulos para las actuales generaciones. Su creación es considerada como el inicio de la llamada Escuela Nacionalista de la música en el país.
La pionera y decana: Orquesta Sinfónica Venezuela
Otro significativo e importante aporte del músico, compositor y educador mirandino, fue su labor como director-fundador de la Orquesta Sinfónica de Venezuela (OSV) y que ejerció durante 11 años. Se retira cual alcanza su objetivo de estabilizar y profesionalizar la institución mediante el financiamiento del Estado. Antes de eso, el maestro y los músicos donaron su sueldo para la realización de los conciertos.
El movimiento para crear la OSV inició en enero de 1930, cuando un grupo de músicos que habían conformado la Unión Filarmónica de Caracas, orquesta dirigida por el maestro Vicente Martucci que cesó sus actividades el año anterior por falta de recursos económicos, solicitó a Vicente Emilio Sojo. Su concierto inaugural fue el 24 de junio de ese año, en el Teatro Nacional. Ambas agrupaciones, orfeón y orqueta, realizaron muchas presentaciones conjuntas.
“La Orquesta Sinfónica de Venezuela es una lenta pero tenaz aventura, ha acercado al pueblo a la música y ha contribuido a la educación musical venezolana en términos imponderables”, dijo el escritor Mariano Picón Salas.
Nuestra música, un legado
La diversa producción musical de Vicente Emilio Sojo que abarca numerosas composiciones corales, incluyendo madrigales y canciones polifónicas, siete misas, quince motetes, cantatas, salmos, un Requiem a la memoria del Libertador, dos Te Deum y varias para canto y piano.
Misa cromática, Réquiem in memoriam Patris Patriae, Misa breve; los tres madrigales: La Noche, la Carreta y el Rondel Matinal; La Cantata Hodie nos Fulgebit Lux, para solistas, coro y orquesta, destacan entre sus obras más importantes.
Con información de Orquesta Sinfónica de Venezuela, Archivo Digital Ramón J. Velázquez de la UCAB, Blog Centro Documental Teatro Teresa Carreño, Telesur y Lorena Almarza.
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