Entre frailejones y neblina, abrigados por los páramos merideños, a 3200 metros de altura sobre el nivel del mar, permanecen los sorprendentes monumentos religiosos imaginados y construidos por Juan Félix Sánchez, arquitecto autodidacta, ingeniero empírico, escultor, diseñador, tejedor, inventor, nacido en San Rafael de Mucuchíes el 16 de mayo de 1900.
De sus manos propiciatorias emergió una obra tan diversa y asombrosa como polifacético fue, en vida, el hombre del páramo: capillas, altares, santos, vírgenes, labriegos, sillas, taburetes, bastones, baúles, candelabros, pilas bautismales, cruces, figuras zoomorfas, cristos, José Gregorio Hernández, el indio Tinjacá, Simón Bolívar, ruanas, sombreros, cobijas, puentes, murales, abrevaderos, un molino de trigo y un telar de tres lizos o tres pedales.
“Juan Félix Sánchez no es un artesano, no es un artista, no es un aficionado al bricolaje; es un asceta de la montaña, un visionario”, escribió Umberto Eco, reconocido filósofo y semiólogo italiano, quien quedó impresionado con Juan Félix Sánchez y sus creaciones, en su recorrido por el estado Mérida durante su visita a Venezuela en 1994.
Un genio natural

El arquitecto del páramo en el corazón de Tisure.
Su creatividad floreció cordillera adentro, en el corazón del Tisure, lugar al que se traslada en 1943 con su compañera de vida Epifanía Gil, luego de la muerte de su madre.
Allí construye el Complejo El Tisure, conformado por la Capilla dedicada a José Gregorio Hernández, en el centenario de su nacimiento y la obra más importante y de mayor dimensión; detrás de ella, la Plaza Bolívar y El Calvario, un conjunto de esculturas en madera que representan dos escenas de la crucifixión de Jesús; al frente, un grupo de pequeñas capillas, el Pesebre y el Conjunto de la Virgen de Coromoto, alojado en una pequeña capilla llamada El Bohío, el primer monumento construido por el arquitecto del páramo.

El Calvario, conjunto de esculturas sobre la crucifixión de Jesús. Complejo El Tisure.
La célebre Capilla de Piedra de San Rafael de Mucuchíes, una de sus piezas emblemáticas, es edificada posteriormente. Puede visualizarse desde la carretera Trasandina y, desde su culminación, es sitio de interés para devotos y turistas.

Capilla en homenaje a José Gregorio Hernández, la obra más importante del Complejo El Tisure.
Todas ellas, consideradas como excepcionales obras de arquitectura natural, fueron levantadas piedra sobre piedra, mientras que de la madera surgieron las piezas y figuras que las habitan y circundan.
“Hay gentes que le gustan las iglesias parejitas, lustrosas, muy bonitas. Pero a yo me gustan las cosas feas. Pa’ Dios, así sea una iglesia de oro es igual que una de piedra y quizás agradezca más una iglesia sencilla, pero hecha con buen sentido”, le dijo Juan Félix Sánchez al investigador Ennio Jiménez.
Dios entre los frailejones
La devoción a un Dios humanizado, a la Santísima Virgen, “sea la que sea, cualquiera de ellas” como él decía, y a José Gregorio Hernández; así como su visión gloriosa de la naturaleza y sus fuerzas fundamentales, se manifestaron en todas sus creaciones.
“Tenemos que amar toda la naturaleza, porque por algo Dios nos la dio (…) No carecemos de nada (…) sobre todo en esta montaña, tan bonita que es”, afirmó en una de las tantas entrevistas que sostuvo con investigadores de su vida y obra.
Y esa extraordinaria creación de la providencia, la naturaleza, fue proveedora de inspiración y de las lajas, piedras, raíces, troncos, ramas, que fueron transformados en su prodigiosa cabeza y concretados por sus mágicas manos.

El Santo Sepulcro, Complejp El Tisure.
Al referirse a su estética arquitectónica Juan Félix Sánchez expresó: “La piedra se ha de escoger, es decir, el puesto que exige la piedra. Al ponerlas ellas van diciendo su lugar. Hay piedras bonitas, que son especiales para ciertas cosas. Y hay piedras que son feas, que no les hacemos caso, y esas son otras, tienen su puesto y son útiles así sean feas”.
Cuentan que no le gustaba mezclar los elementos con los que creaba: el cemento con la piedra, ni tablas pulidas con las ramas retorcidas. “No hay que quitarle el mérito a lo feo”, decía.
De la tierra venimos

Cristo crucificado, obra que está en el interior de la capilla de mayor dimensión del Complejo El Tisure.

La Virgen de Coromoto, obra ubicada en la Capilla de Piedra de San Rafael de Mucuchíes.
Hijo de Vicenta de Sánchez y Benigno Sánchez, nació en una familia de campesinos. De su papá aprendió a reparar y construir objetos de carácter utilitario; con su madre, a rezarle a Dios.
“Mi mamá era muy caritativa y religiosa. Y papá nos crio con mucho régimen. Nosotros lo respetábamos muchísimo. Por la noche rodeábamos a mamá quien nos enseñaba rezos, y luego pasábamos a rodear a papá quien nos daba consejos. (…) Nos decía que nuestro empeño debía ser el trabajo de la agricultura. Tenía un carácter fuerte y a Dios gracias nos enseñó a ser respetuosos. (…) Yo siempre tuve deseos de estar ocupado haciendo algo, y eso se lo agradezco a mi papá. Él me enseñó a no estar perdiendo el tiempo” (1).
Estudió en la escuela de su pueblo desde los 7 hasta los 13 años, edad en la que comienza a trabajar con su papá como agricultor y arriero.
Para conocer otras tierras, a los 18 años decide viajar; visita Maracaibo, Caracas y Cumaná. En la capital zuliana trabajó 4 meses en una panadería.
De regreso a San Rafael de Mucuchíes vuelve al campo, actividad que comparte con otras ocupaciones como la de secretario de la prefectura de San Rafael y la de divertir a sus paisanos como maromero y titiritero. Años después, en 1940 es nombrado juez municipal.
A los 20 años aprende a tejer de la mano de Isaína Dávila, la madre de Epifania Gil, labor en la también dio rienda suelta a su creatividad y le imprimió sello propio y para ello, innovó construyendo un telar con tres pedales.
Las ruanas, cobijas y sombreros las fabricaba con lana de oveja tratada artesanalmente y teñida en diferentes tonalidades mezclando plantas del páramo.
Un Cristo, La Virgen y Magdalena, tallados en mármol, conforman su primera obra escultórica, realizada en 1935.
Premio Nacional de Cultura Popular Aquiles Nazoa (1987) y Premio Nacional de Artes Plásticas (1989). Fue postulado al Premio de Artesanía de la Unesco, pero el organismo declaró que su obra trascendía los límites de lo artesanal.
Por sus frutos los conoceréis

Juan Félix Sánchez y Epifanía Gil en la cima La Ventana, Páramo El Tisure.
La espontaneidad y el divino don de transformar los elementos naturales, con respeto sacro, para darles expresividad, imposibilitan enmarcar la obra de este genio del páramo merideño.
Sus piezas arquitectónicas y escultóricas trascienden categorías estéticas, etnológicas, épocas y corrientes artísticas.

La Capilla de Piedra, San Rafael de Mucochíes, estado Mérida.
Quienes lo conocieron cuentan que fue un hombre que irradiaba alegría y paz interior. Amaba a sus perros. Siempre tenía una sonrisa a flor de labios, aún en sus momentos de contemplación.
Fue generoso con sus saberes y creaciones, éstas terminaban en las manos de amigos y visitantes como un regalo de su autor. De las innumerables piezas que talló y armó, solo conservó 19.
Juan Félix Sánchez es, sin lugar a dudas, una manifestación genuina de lo afirmativo venezolano.
(1) Sant Roz, José. Juan Félix Sánchez, filosofía y sentimiento. Ediciones Claves, Colección MinCi. 2018
Con información de Vereda ULA, IAM Venezuela y Artesanos de Venezuela
Imágenes: Enciclopedia de Historia y Cultura del Caribe y Vereda ULA
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