La Batalla Naval del Lago de Maracaibo fue el último gran combate librado contra las fuerzas imperiales de España durante la guerra de independencia. El triunfo patriota en esta heroica gesta bicentenaria, selló la salida definitiva de los opresores españoles del territorio venezolano y fortaleció al Libertador Simón Bolívar en la Campaña del Sur.
Luego de la victoria patriota en la Batalla de Carabobo, el 24 de junio de 1821, tropas realistas continuaron provocando enfrentamientos con fuerzas republicanas a lo largo de todo un año.
Desde la provincia de Maracaibo, que había caído en poder realista, el mariscal de campo español Francisco Tomás Morales, se dispuso a desestabilizar a la Gran Colombia, lo que también amenazaba la campaña para la liberación del Sur, emprendida por Bolívar, en la que ya destacaba el triunfo del prócer Antonio José de Sucre en la Batalla de Pichincha.
El Libertador ordenó la recuperación de Maracaibo
Enterado de los planes desestabilizadores de Morales, el Libertador ordenó la recuperación de Maracaibo. El General de Brigada Mariano Montilla fue el encargado de establecer una base de operaciones en Riohacha para la liberación de la importante provincia occidental.
Del componente terrestre fue encargado el general de brigada Francisco Esteban Gómez, cuyo avance por La Guajira fue rechazado por un ataque de las fuerzas españolas del mariscal Francisco Tomás Morales. No obstante, la suerte de la provincia marabina se decidiría en el mar.
El 24 de julio de 1823, día del cuadragésimo cumpleaños del Libertador, se enfrentaron en el Lago de Maracaibo las escuadras patriota y realista. La venezolana dirigida por el comandante del tercer departamento de Marina y de las operaciones sobre el Zulia, el neogranadino General José Prudencio Padilla. La española, a cargo del Comandante del apostadero de Puerto Cabello y segundo jefe de la armada española sobre Costa Firme, capitán de navío Ángel Laborde y Navarro.
El General Padilla arengó a toda la escuadra
Apenas amaneció aquel 24 de julio, el general Padilla convocó a los comandantes de los buques patriotas al bergantín Independiente, para darle las últimas instrucciones antes del combate. A media mañana visitó personalmente a toda la escuadra y arengó a los combatientes para animarlos a atacar a los realistas con la mayor intrepidez y entusiasmo.
La escuadra republicana estaba compuesta, entre otras embarcaciones, por los bergantines: Independiente, Marte, Fama, Confianza y Gran Bolívar; así como por las goletas: Espartana, Independencia, Manuela, Chitty, Emprendedora, Aventina, Peacock, Antonia Manuela y Leona.
Las fuerzas realistas estaban conformadas por el bergantín San Carlos; los bergantines-goletas: Esperanza y Riego o Maratón; la goleta de gavias Especuladora; las de velacho: María Salvadora, Estrella, Cora, Mariana, Rayo, María Habanera y Zulia; y las flecheras: Atrevida y Maracaibera, entre otros navíos.
Con el viento a favor de la Patria
Entre dos y cuatro horas calculan los historiadores la duración del enfrentamiento aquel 24 de julio, hace ya 200 años. Pese a tener el viento a su favor, los patriotas esperaron con serenidad antes de iniciar el ataque, de acuerdo a la estrategia del General Padilla, aunque avanzaron con rapidez sobre la escuadra realista, que tenía poca capacidad de maniobra.
Padilla se encontraba en el ala sur de la escuadra mientras que la norte estaba a las órdenes del capitán de navío Nicolás Joly, encargado de cortar la retirada realista hacia la bahía. A las 3:30 p.m. (algunos afirman que fue a las 3:45) los españoles iniciaron el fuego con cañones y fusiles, pero la escuadra patriota prosiguió avanzando sin disparo alguno hasta que las embarcaciones casi se rozaron. Entonces, desataron el fuego de cañón y fusilería.
El abordaje se inició al romperse los baupreses, con el bergantín Independiente contra el San Carlos, ataque que se multiplicó contra cada nave imperial. El Diario de Operaciones del Zulia, lo describe así: “Los enemigos se vieron en las circunstancias más angustiadas. Del bergantín San Carlos se arrojó al agua la mayor parte de su tripulación (…) la de los otros buques tuvieron la misma suerte que la del San Carlos, y la mar se veía cubierta de cadáveres y hombres nadando; cuadro a la verdad, bien espantoso”.
El pueblo marabino fue testigo de la batalla
Desde las barriadas El Milagro y La Cotorrera, la población marabina fue testigo excepcional de la Batalla Naval del Lago. Ante sus ojos, una gran humareda inicial dio paso a la vista de las embarcaciones destrozadas, los cadáveres y los heridos.
“En medio del fuego y perdida la esperanza de salvarse al ancla, (los españoles) picaron los cables y trataron de hacerse a la vela, pero les fue en vano en lo general, puesto que once buques de los mayores fueron hechos prisioneros; el bergantín goleta “Esperanza” voló y fue igualmente hecho presa un falucho (embarcación pequeña de mástil muy inclinado hacia proa) de sus fuerzas sutiles”, narra el Diario de Operaciones del Zulia.
Las fuerzas republicanas perdieron 44 combatientes: ocho oficiales y 36 entre tropa y tripulación. Los heridos sumaron 165. Las bajas imperiales fueron mayores, además de los 447 prisioneros, de los cuales 69 eran oficiales y 368 entre soldados y marineros.
Solo tres goletas españolas se salvaron
El comandante español derrotado, Ángel Laborde y Navarro, huyó. En definitiva, solo tres goletas españolas escaparon: dos que estaban a la vanguardia y la “Especuladora”, que huyeron a Maracaibo, así como una flotilla de faluchos y piraguas armados, pero hechos pedazos y con muy poca tripulación.
Perdido el control de la Provincia de Maracaibo en la acción naval, el derrotado mariscal de Campo, Francisco Tomás Morales, a quien solo la corona española reconocía como el capitán general de Venezuela, tuvo que iniciar las negociaciones para la salida definitiva de los invasores europeos del territorio liberado.
Morales firmó la capitulación el 03 de agosto de 1823, con la entrega del resto de los buques de su escuadra, la plaza de Maracaibo, el castillo San Carlos, el de San Felipe (en Puerto Cabello), así como el resto de los sitios que ocupaban los españoles. Dos días más tarde, de Maracaibo salieron ocho barcos donde viajaban unas mil personas desterradas del territorio nacional.
Los términos de la capitulación de agosto de 1823 han sido reconocidos como generosos y de profundo respeto humano por los vencidos, principios mantenidos en Venezuela desde la redacción y firma de los tratados de Armisticio y de Regularización de la Guerra (noviembre de 1820), textos considerados la esencia del Derecho Internacional Humanitario.
Con in formación de Terrestrium Navalium, Venezuela Tuya y Armada Bolivariana
Fotos cortesía de El Carabobeño, Terrestrium Navalium y Últimas Noticias
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1 comentario
Éxito continuamos en lucha,sigamos el ejemplo del ejército patriota para seguir derrotando todo imperio invasor.