Celebrar el Bicentenario de la Batalla de Carabobo, es celebrar la épica jornada en la que los héroes y heroínas del Ejército Libertador, comandados por Simón Bolívar, sepultaron tres siglos de absoluto poderío español en Venezuela, tras largos y dolorosos años de lucha en los que la República se perdió en dos ocasiones.
Pese a que tuvieron que transcurrir dos años más para expulsar definitivamente del suelo venezolano al ejército imperial, Carabobo selló nuestra emancipación porque, como el mismo Libertador escribió en el parte de guerra dado a conocer el 25 de junio de 1821, se confirmó “con una espléndida victoria, el nacimiento político de la República de Colombia”.
En la legendaria sabana de Carabobo, bastó alrededor de una hora para que los patriotas vencieran a los realistas en una lucha cuerpo a cuerpo, donde se impusieron: el genio del Libertador al debilitarlos previamente con campañas de diversión, y por cambiar a tiempo el ataque definitivo; la devastadora fuerza de los llaneros bajo el mando de José Antonio Páez, así como el refuerzo decisivo del coronel Thomas Farriar, el general de división Manuel Cedeño y el coronel Ambrosio Plaza, mártires eternos de este campo de batalla.
Ejército patriota cohesionado, entrenado y disciplinado
Instalado en la población de San Carlos (actual capital del estado Cojedes) desde el 2 de junio de 1821, el Libertador reorganizó al recién cohesionado ejército patriota para el decisivo enfrentamiento en Carabobo. La República ya contaba con un ejército unido, realmente entrenado bajo la disciplina militar, completamente equipado, y por primera vez uniformado, gracias al tiempo ganado entre la firma y la ruptura del armisticio de 1820.
Con Simón Bolívar como Comandante en Jefe y Santiago Mariño como Jefe del Estado Mayor, el Ejército Libertador fue organizado en tres divisiones. La primera comandada por José Antonio Páez e integrada por los batallones Bravos de Apure y Cazadores Británicos, además de un importante número de regimientos de caballería.
La segunda división, a cargo de Manuel Cedeño, estaba constituida por los batallones Tiradores, Boyacá y Vargas, a los que se sumaba un escuadrón de caballería. Ambrosio Plaza comandó la tercera división, constituida por los batallones: Rifles, Granaderos de la Guardia, Granaderos de Colombia, Vencedor de Boyacá y Anzoátegui, así como por un regimiento de caballería.
Los realistas cubrían los caminos a San Carlos y El Pao
El Comandante en Jefe de los realistas, Miguel de la Torre, a quien acompañaba Jacinto Perera a cargo del Escuadrón General, distribuyó sus fuerzas para cubrir por el oeste el camino de San Carlos, y por el sur el de El Pao.
Componían el ejército español, la División de Vanguardia bajo el mando de Francisco Tomás Morales e integrada por el Batallón expedicionario «Burgos», el Batallón «Cazadores del Infante Francisco de Paula, más dos regimientos de Caballería.
La Primera División contemplaba los batallones “1.º de Valencey», «Barbastro», y «Hostalrich». Mientras la Quinta División estaba integrada por el Batallón «Príncipe»; el Escuadrón de Caballería «Cazadores de Guías del General; el Regimiento de Caballería «Dragones Leales a Fernando VII»; y el 6º Escuadrón de «Artillería Volante».
La infalible arenga del Libertador
Un día antes de la Batalla de Carabobo, el Libertador Simón Bolívar pasó revista, en la llanura de Taguanes, a los soldados del ejército patriota a quienes arengó recordando tanto las heroicas victorias como las aleccionadoras derrotas que los llevaron a esa decisiva contienda, ante lo que el entusiasmo por el triunfo no se hizo esperar.
“Viva el Libertador”, clamaban los patriotas a su Comandante en Jefe, en medio de las marchas de las bandas marciales y el flamear de los penachos de brillantes colores, las banderolas y divisas de los jinetes del Apure; así como de las banderas de los regimientos. Por vez primera el ejército patriota enfrentaría al enemigo español vestido de gala.
Presentes en la revista estuvieron los 1500 llaneros con sus respectivas lanzas; héroes de las batallas de “Mucuritas”, “La Mata de la Miel” y “Las Queseras”, entre los que se encontraba Pedro Camejo, conocido como Negro Primero, porque su reconocida bravura lo llevaba a ser siempre el primero en atacar al enemigo. El desfile terminó en horas de la noche.
Ante un descuido del enemigo Bolívar cambia el ataque
Tras despejarse la neblina del amanecer del 24 de junio de 1821 en el cerro Buenavista, Bolívar observó que la Torre ya había desplegado sus tropas, dividiéndolas en seis grandes bloques de infantería y tres de caballería. De inmediato notó que el mariscal español había reforzado el frente y su flanco izquierdo, pero que su flanco derecho queda descuidado, ante esto cambió la táctica.
En lugar del ataque de frente, ordenó envolver al enemigo por uno de los flancos. Para ello consultó con un baquiano, quien recomendó la entrada furtiva mediante una vereda llamada la pica de la mona. Personalmente Bolívar le ordenó a Páez penetrar por ese atajo con la 1ª División a su cargo.
Los llaneros tuvieron que atravesar un intrincado bosque bajo fuego artillado del enemigo para llegar a una colina que debieron recorrer, sin resguardo posible, para penetrar por una accidentada quebrada. La Torre se puso a la cabeza al batallón de Burgos para cortarle la entrada del atajo a Páez, pese a lo cual los Bravos de Apure lograron llegar a la llanura, aunque para encontrarse de frente con la mayoría española, solos y sin posibilidad de retirada.
Intenso cruce de bayonetas
El terreno fue llenándose de cadáveres ante el intenso cruce de bayonetas republicanas e imperiales. Rotas las bayonetas y descargados los fusiles, sobrevino un asalto violento a culatazos. Obligados a replegarse, los patriotas casi perecían cuando llegó el auxilio de la Legión Británica, la cual se convirtió en el blanco de todos los disparos realistas.
Tomás Farriar, su heroico coronel, perdió la vida a la cabeza de la línea. En poco tiempo 17 oficiales murieron junto con la mitad del batallón, quedando al mando el más joven de sus capitanes de apellido Minchin. Páez logró reorganizar a los Bravos de Apure y restableció con menos desventaja aquel recio combate.
Con un frente de 400 hombres del batallón Bravos de Apure, dos compañías del batallón de Tiradores de la Segunda División (a cargo del Teniente Coronel Rafael de Las Heras) y el batallón Cazadores Británicos, Páez avanzó sobre los regimientos españoles. Los realistas perdieron sus posiciones y se replegaron en busca del apoyo de su caballería.
Jinetes patriotas repelieron el ataque de caballería
La Torre lanzó 500 caballos del regimiento de Húsares de Femando VII y a los dragones y carabineros de la Unión, para envolver la extrema izquierda de la línea de batalla republicana, pero fueron enfrentados por un grupo de jinetes de la guardia de Páez, encabezado por el Capitán Ángel Bravo, y parte del escuadrón primero de lanceros a las órdenes del coronel Muñoz.
No obstante, urgía reforzar la defensa ante el furioso ataque por lo que Páez sacó a cuantos caballos tenía a mano, sin exceptuar a los jefes y oficiales de su plana mayor. El choque fue violento, terrible. Entretanto, el catire cabalgaba ansioso de un lugar a otro para reunir lo que quedaba de su propia caballería que, poco a poco, volvía a la llanura.
Inesperadamente, de la nube de polvo dejada por el choque de las caballerías, salió bañado en sangre Pedro Camejo, el Primero, a quien le gritó: ¡Tienes miedo!… no quedan ya enemigos?… ¡vuelve y hazte matar!… Camejo le enseñó su pecho donde sangraban dos profundas heridas y apenas logró responderle: Mi general… vengo a decirle adiós… porque estoy muerto.
Se asegura que Páez, con profunda amargura y para vengar la muerte de su fiel e inseparable compañero de luchas, dirigió a los cuerpos de jinetes que logró reunir, atacando con indecible furia al enemigo. Esa violenta acometida decidió la batalla de Carabobo, pese a que los regimientos españoles resistieron un poco más.
Honor y gloria para Plaza y Cedeño
Al percatarse que el heroico esfuerzo de Páez resuelve la batalla, pero sin que la disminuida 1ª División pudiera apresar al enemigo, el Libertador desvió la marcha de la 2ª y 3ª División al mando de los honorables Manuel Cedeño y Ambrosio Plaza, respectivamente, para penetrar al campo de batalla en el menor tiempo posible.
Plaza se unió a Páez en el ataque a los batallones realistas Barbastro y Valencey. El primero se rindió, mas el segundo solo retrocedió. Pero entre los vítores por el triunfo, una bala atravesó el corazón del coronel Plaza para quien Bolívar pidió “los honores de un heroísmo eminente”.
En medio de la algarabía por la victoria, se alzó el coronel realista Tomas García con el mando del batallón Valencey con el que revivió la lucha, logró salir del campo de Carabobo y tomó la ruta hacia Valencia. Fue Cedeño con su 2ª División a la caza, pero Valencey hizo un enorme esfuerzo a punto de sucumbir y al atacar se llevó la vida del general aragüeño, para quien el Libertador solicitó “los honores de un triunfo solemne”.
Prácticamente liquidado el poder de los españoles en Venezuela, Bolívar inició las campañas para la liberación de Suramérica. De hecho, en carta dirigida a San Martín afirmó: «Mi primer pensamiento en el campo de Carabobo, cuando vi mi patria libre, fue V.E., el Perú y su ejército libertador…»
Carabobo en cifras y algo más
Un importante número de historiadores difiere sobre la cantidad de efectivos que lucharon en las filas republicanas e imperiales durante la batalla de Carabobo, pero coinciden en que la mayoría era independentista. No obstante, en el parte enviado por el Libertador al vicepresidente de la Nueva Granada, afirma que ambos ejércitos pasaban de 6000 hombres.
De acuerdo a Bolívar, 400 soldados del imperio fueron capturados, mientras que las bajas el ejército patriota, al que calificó como “el más grande y más hermoso que ha hecho armas en Colombia en un campo de batalla”, se ubicaron en 200, entre muertos y heridos. Otras fuentes refieren que los realistas perdieron dos oficiales superiores, 120 subalternos y 2786 soldados.
El aguerrido Ejército Libertador estaba conformado por hombres y mujeres, indios, mestizos, negros, zambos y blancos decididos a consolidar la independencia. Sobre la cantidad de mujeres que lucharon en Carabobo, unos señalan que fueron 200 y otros mencionan a 14. Se afirma que algunas fueron encontradas muertas en el campo de batalla con uniformes de hombres. También se asegura que el perro Nevado, murió atravesado por una lanza al atacar a un realista, junto a su cuidador, el indio Tinjacá.
Vale destacar que la esposa de Pedro Camejo, Juana Solórzano, quien era tropera, le curó heridas antes de la contienda. Negro Primero combatió convaleciente. Se asegura que Páez cumplió una odisea entre Achaguas y San Carlos, al mando de 2.500 hombres, conduciendo 2.000 caballos de reserva y 4.000 novillos para el abastecimiento del ejército. Tras la victoria, Bolívar ascendió al Centauro a General en Jefe en pleno campo de Carabobo.
Conocer el dolor que padecieron nuestros héroes para lograr la independencia del yugo español, que nos sometió a lo largo de 300 años, es indispensable para continuar defendiendo la libertad. Si bien hoy uno de los principales escenarios de la guerra es la mente, no es menos heroica la lucha que libran muchos pueblos del mundo.
Fuentes:
– Blanco, Eduardo. VENEZUELA HERÓICA (1978). Distribuidora Escolar S.A.
– Saignes, Miguel Acosta. BOLÍVAR ACCIÓN Y UTOPÍA DEL HOMBRE DE LAS DIFICULTADES. MPPCI. Caracas 2011. Segunda Edición
– Revista MEMORIAS DE VENEZUELA. No 3. Mayo-junio 2008
– González Rumazo, Alfonso (2001). 8 GRANDES BIOGRAFÍAS. Tomo I. Simón Bolívar. Edición de la gobernación del estado Sucre.
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