La Nutria gigante es un mamífero mustélido considerado como el carnívoro más grande de su género en Suramérica. Puede llegar a medir dos metros de largo, mientras que su peso oscila entre 22 y 32 Kg.
Los Yanomami le llaman hetehia y los Warao le dicen nabarao. También se le conoce como lobo de río o perro de agua, por la forma de su hocico.
La distribución de esta especie endémica de nuestra región, aunque muy fragmentada debido a las extinciones locales, se extiende desde los llanos de Colombia y Venezuela hasta el norte de Argentina. En nuestro país podemos ubicarlas desde Monagas hasta Barinas en los ríos tributarios del Orinoco, así como en los estados Amazonas, Bolívar y Delta Amacuro.
Es dueña de un pelaje denso muy cotizado en la industria de la peleteria, característica que ha llevado a la Nutria gigante (Pteronura brasiliensis) a estar en la lista de animales en peligro de extinción en la categoría “EN”, tanto para la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) como en el Libro Rojo de la Fauna Venezolana.
El pelaje pardo oscuro, brillante e impermeable de su espalda fue muy comercializado durante las décadas de 1950 a 1970, para elaborar los famosos y muy tradicionales sombreros de “pelo e´ guama”, llamados de esta manera por el parecido que tienen con el pelillo que recubre las semillas del fruto del guamo.
La garganta, su huella dactilar
Tiene una mancha distintiva en la garganta cuyo color varía de blanco a crema, su forma, como la huella dactilar, es única para cada Nutria gigante, lo que le permite ser identificada a simple vista.
Este hermoso ejemplar de hábitos semi acuáticos es un experto nadador y buceador. Su cuerpo, de forma alargada, curveada y flexible con una cola aplanada y unas patas palmeadas, le ayudan a impulsarse y fluir de forma graciosa y rápida en las corrientes de los ríos.
Su piel, resistente al agua, la mantiene caliente y seca, mientras que sus ojos, orejas y nariz se cierran al sumergirse, haciendo gala de sus características anfibias.
Los dueños de la pesca
Los lobos de río, como también se le conoce, son grandes pescadores y viven en permanente conflicto con sus pares humanos, quienes los llaman los dueños de la pesca. Éstos los persiguen ya que consideran que sus hábitos alimenticios merman la abundancia de los peces y, en el proceso, deterioran sus redes al quedar atrapados mientras buscan el alimento.
Su dieta consiste generalmente en peces grandes como los bagres, pirañas y las cachamas. Cuando éstos escasean, la Nutria gigante se alimenta de peces pequeños, moluscos y crustáceos que capturan con sus dientes al sumergirse en el agua y devoran en la superficie, donde se ponen sobre la espalda y con las manos manipulan a la presa para degustarla.
No es tímido para cazar y cuando en su entorno no encuentra peces disponibles, puede enfrentarse a caimanes pequeños y anacondas, por lo que es considerado un gran depredador.
Una especie territorial y monogámica
A pesar de ser una especie anfibia, sus hábitos son fundamentalmente terrestres. Construyen los asentamientos despejando la vegetación que lo circunda y lo marcan dejando rastros de orina y heces para establecer su territorio.
Crean guaridas, generalmente, de varias entradas, excavando en árboles caídos o bajo sus raíces. Allí se unen grupos de familias de entre tres a 10 especímenes con espacios bien definidos. Los grupos se componen de una pareja reproductora con sus descendientes y jóvenes que aún no alcanzan la edad reproductiva.
Los miembros de las familias agrupadas conviven, juegan, descansan y pescan o cazan juntos. La monogamia impera entre las parejas reproductoras, quienes se mantienen en parejas fijas durante todo el año en el que producen una camada con crías que van de una a seis.
Esta especie no tiene un período de celo definido y puede reproducirse en cualquier momento del año, siempre ajustando este ciclo a la abundancia de alimento en la zona en la que se establecen. La Nutria gigante alcanza su madurez sexual a los dos años y medio, pero su período de apareamiento inicia dos años después.
Las madres protegen con celo a sus crías y las amamantan durante seis meses. Desde los cuatro meses inician el proceso de aprendizaje para la búsqueda del alimento y a los diez ya son expertas cazadoras. Cuando cumplen los 13, se despiden del hogar para formar el propio.
Amenazas a su hábitat
Son muchas las circunstancias que hoy día amenazan la subsistencia y el hábitat de la Nutria gigante, entre ellas destacan la contaminación de los ríos por el vertido de sustancias tóxicas utilizadas en la minería.
La construcción de obras de riego, embalses y sistemas de módulos en algunos estados llaneros, así como la alteración de su hábitat para incrementar los espacios agrícolas y utilizar los suelos en cultivos estacionales, han afectado de forma negativa a esta especie.
Otras amenazas están vinculadas a la tala, la quema, la desforestación y los incendios en el Amazonas; además de la cacería furtiva y los nuevos asentamientos humanos en áreas naturales en las que históricamente, estos animales han mantenido poblaciones.
Con información de Sistema Venezolano de Información sobre la Diversidad Biológica, National Geographic, BioEnciclopedia y Animaleando Venezuela
Fotos cortesía de Explorando Rutas y Omacha
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