Agotamiento, síncopes, sarpullidos, fatiga, calambres, dolor de cabeza, sudoración excesiva, mareos, tensión baja y cansancio son algunos de los síntomas del estrés por calor; síndrome que se ha venido agudizando en el mundo a consecuencia del cambio climático.
Los efectos de estas señales van desde la irritabilidad, falta de concentración, malestar con quienes te rodean (y por ende problemas para realizar un trabajo), hasta eventuales enfermedades mortales. De hecho, el golpe de calor es la consecuencia más extrema. Ocurre cuando la temperatura del organismo sobrepasa los 40,5ºC y es necesaria asistencia médica urgente, ya que puede matar o causar discapacidad permanente.
Los humanos evolucionamos para vivir en un rango particular de temperatura. El estrés por calor se produce cuando la temperatura central del cuerpo sube a niveles peligrosos, porque no se da la evaporación del sudor debido a la combinación de alta temperatura y elevada humedad en el aire. A medida que las temperaturas mundiales aumentan, por el cambio climático, quienes habitan las regiones con mayores registros de calor, podrían empezar a sufrir condiciones críticas para vivir y para trabajar.
Cómo medir las condiciones del estrés por calor
Para medir las condiciones en las cuales las personas corren riesgo de padecer estrés por calor, se utiliza una escala denominada temperatura de globo y bulbo húmedo, que estima el efecto de la temperatura, la humedad, la velocidad del viento y la radiación visible e infrarroja en los humanos. Se dice que a partir de 29 grados en esta escala, hay que interrumpir las actividades físicas por el riesgo que implican.
Se teme que, de no controlarse, este estrés térmico incidirá en la reducción de los empleos al aire libre relacionados con la producción de bienes y servicios medioambientales, la recolección de desechos sólidos, las emergencias, los trabajos de reparación, el transporte, el turismo y los deportes.
Se prevé que el sector más afectado a nivel mundial sea el agrícola, que cuenta con 940 millones de trabajadores en todo el mundo, por lo que para 2030 el 60% de las horas de trabajo perdidas en todo el mundo, a consecuencia del estrés térmico, correspondan a ese sector. Además, ocasionaría un aumento de la migración interna en los países, pues gran cantidad de trabajadores abandonarán las zonas rurales asediadas por el calor.
Estrés, sofocón y puestos de trabajo
De acuerdo a estudios, las regiones en las que más horas de trabajo se perderán a consecuencia del estrés por calor serán Asia meridional y África occidental, en las que se estima una pérdida de alrededor del 5% de las horas de trabajo en 2030. Vale decir, alrededor de 43 millones y 9 millones de puestos de trabajo.
El impacto del estrés térmico en las economías de los países también pondrá en riesgo la calidad de vida en las ciudades. Ya que la demanda de energía para combatir el exceso de calor, aumenta tanto el costo del servicio como el de los artefactos eléctricos para tal fin; además de contribuir con el calentamiento global. Un círculo vicioso.
Alessio Mastrucci, investigador del Instituto Internacional para el Análisis de Sistemas Aplicados (IIASA), con sede en Viena (Austria), señala que la falta de acceso a la energía en diferentes zonas del mundo, impedirá que millones de personas puedan enfrentar las olas de calor. A esta situación le agrega que la demanda energética para que estas personas puedan vivir confortablemente en sus hogares, puede llegar a 14 % de la demanda de electricidad residencial actual.
Medidas para combatirlo
Además de las medidas personales, como la hidratación abundante y continua, los estudios apuntan a que La planificación bioclimática como un eje transversal en la política medio ambiental, juega un papel importante en la prevención del estrés por calor, además de minimizar el gasto energético produciendo mayores beneficios de salud, sociales, económicos y ambientales.
Es importante evaluar la información cuantitativa sobre los efectos a nivel regional del cambio climático – tanto en condiciones normales como en episodios de climatología extrema- sobre el confort térmico exterior a nivel de ciudad, y la interacción en diferentes escalas espaciales.
También es relevante contar con información cuantitativa sobre factores determinantes para el control térmico exterior, centrándose en la importancia del uso del suelo, la morfología urbana y el arbolado en las calles.
El cambio climático social
El salto al confort térmico lo podemos lograr con el intercambio de saberes entre los diferentes agentes comunales de la pachamama y los actores implicados en las políticas públicas. El cambio climático social.
Debemos pensar en un mundo que permita el desarrollo de ciudades donde se conjugue el buen vivir y mitigar los impactos negativos del cambio climático. La ciudad inclusiva debe ser más verde que gris.
La urbe del futuro visualiza anchas arboledas que refresquen el sudor de la tierra, en las que el frescor de su viento permita el derecho a la ciudad y donde la imagen del hombre, mujer y niños bañándose en una fuente para mitigar el estrés climático, sean un recuerdo del pasado.
Con información de El Confidencial, Cambio 16, RCN Radio, Tendencias 21, ILO y AXA
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